Para conocimiento de la familia
Pbro. Modesto Lule Zavala
Misioneros Servidores de la Palabra
La palabra Halloween viene de “All hallow’s eve”, vocablos provenientes del inglés antiguo, y que significan “Víspera de Todos los Santos”, ya que se referían a la noche anterior a esta fiesta cristiana. En la Iglesia Católica la celebramos el 1º de noviembre para recordar a los millones de personas que han llegado al Cielo, no obstante sean desconocidas para nosotros, pues aunque algunos han sido canonizados, hay otros, podemos decir que inmensa mayoría, cuyos nombres se ignoran, pero que son Santos porque han alcanzado la gloria eterna.
Por otra parte, la Fiesta de los Fieles Difuntos fue instituida por San Odilón, Monje Benedictino y Abad del Monasterio de Cluny, en Francia, el 31 de octubre del año 998. Este Santo exhortaba a sus Monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A partir de entonces, comenzó a extenderse la costumbre de interceder solemnemente por los finados, y llegó a convertirse en lo que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos.
Cambios con el tiempo
En los países de cultura anglosajona o de herencia celta se celebraba la víspera de la Fiesta de Todos los Santos el 31de octubre, pero en las naciones de cultura mediterránea el recuerdo de los difuntos y la atención a la muerte se centra el 2 de noviembre. Desgraciadamente, las tradiciones han ido deformándose tanto en un lugar como en otro.
En Europa, la coincidencia cronológica de la fiesta pagana que ellos celebraban para recordar a sus muertos y daban culto a su dios, el “señor de la muerte” o “Samagin”, se mezcló con la Fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los Fieles Difuntos, y cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las antiguas costumbres paganas, por lo que algunos, en vez de recordar los buenos ejemplos de los fieles difuntos y orar por ellos, continuaron con sus ancestrales cultos.
Con el paso del tiempo, estas costumbres mezcladas llegaron a Estados Unidos y, como vemos en la actualidad, el Halloween dista mucho de lo que era en su origen. Esta distorsión han sufrido también otras festividades cristianas católicas, como por ejemplo la Navidad, la Cuaresma, la Pascua, que se han tornado paganas y hasta sacrílegas.
Errores de la imitación
Ahora bien, si los católicos celebraran el Halloween de forma cristiana, no sería tan malo; el problema es que muchos lo festejan conforme lo establecen las modas norteamericanas; esto es, vistiendo a los niños con atuendos para supuestamente causar miedo y salir, casa por casa, a pedir dulces. Y los mayores, disfrazándose también y organizando fiestas. Mas, lo grave de esto es que, cuando una parte de la Sociedad lo adopta como mera diversión, otro grupo, que ha ido en aumento, lo ha tomado realmente en serio y en ese día hace “consagraciones y sacrificios” al Demonio; se juega con la ouija; se hacen conjuros, invocaciones a los muertos, y más cosas que van relacionadas con el ocultismo, supersticiones, espiritismo y brujería. Incluso algunos adolescentes, confundiendo las diversiones, se adentran en esos mundos y experimentan lo que podría ser su inicio en lo oculto y maligno.
Anton LaVey, autor de “La Biblia Satánica” y sumo sacerdote de la iglesia de Satanás, dice que el día más importante para los seguidores del Maligno es el de Halloween. En esta noche, los poderes satánicos ocultos y de brujería están a su nivel de potencia más alto.
Sin embargo, nunca faltan aquéllos para quienes estas fiestas constituyen un motivo de mero mercantilismo. Haciendo un simple análisis, es evidente la connotación negativa de las imágenes con que se “adornan” las casas, tarjetas o personas, para las cuales, pese a ello, existe una gran demanda comercial. Y por otra parte, ¿qué decir de los disfraces relacionados con el Halloween? Salta a simple vista que el mensaje de amor, caridad, paz y esperanza que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo es totalmente ignorado. Lo que vemos son imágenes sangrientas, de brujas, hechiceras, muertos andantes, vampiros, momias, espectros y demás engendros que nada tienen de constructivo.
Desde una perspectiva cristiana católica, si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en “aras de la diversión de los niños” ¿qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, a los que “leen las cartas” y todas los demás estafadores que se dedican a esas actividades fraudulentas y contrarias a lo que nos enseña la Biblia?
Práctico y provechoso
Es difícil hacer a un niño entender que no es sano espiritualmente participar del Halloween como lo propone la mayoría, y lo mejor sería practicarlo de forma cristiana. ¿Y cómo podría celebrarse este día cristianamente? Si Halloween es víspera de Todos los Santos, lo que debemos hacer es recordar a todos aquéllos que se nos han adelantado. Rezar por ellos. Y si los niños quieren pedir dulces y disfrazarse, que lo hagan, pero de forma santa e inspiradora. Qué mejor que ponerlos a leer Vidas de Santos y que ellos escojan de qué Santo quieren vestirse, y que cuando vayan por las casas recibiendo dulces, regalen, a su vez, alguna estampita con la imagen de Jesucristo. O, más que decorar su casa con colores oscuros, símbolos terroríficos o imágenes monstruosas, lo hagan con colores claros y alegres e imágenes amables.
Si somos sinceros y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween actual nada tiene qué ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra Fe. Volvamos a nuestras raíces, y no dejemos que la oscuridad venza la Luz, que viene de lo Alto.
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