jueves, 24 de octubre de 2013

Predicación y vida

Mi Santo Patrono


Cardenal Juan Sandoval Íñiguez

Arzobispo Emérito de Guadalajara


Dios me lo asignó para que me sirviera de modelo y me inspirara, porque nací el 28 de marzo, día en que se cconmemoraba a San Juan de Capistrano antes de la reforma litúrgica post conciliar, que cambió la celebración de este Santo, Religioso Franciscano, al 23 de octubre, fecha de su muerte en Ilok, junto al Río Danubio, en 1456.

Nació, este San Juan, en 1386, en el pequeño pueblo de Capistrano, en la Región de Los Abruzos, en Italia, en el seno de una familia modesta. Estudió Jurisprudencia en Perugia y fue Magistrado de la Ciudad y Juez. Ya en 1415 era reconocido como un Juez justo, recto, insobornable, que por eso se ganó muchos enemigos, los cuales, al morir su protector, el Rey de Nápoles, lo metieron a la cárcel de por vida. Pero en la prisión tuvo una visión en la que San Francisco de Asís lo invitaba a que se fuera con él. Habló con sus captores y les dijo que lo dejaran salir, pues iba a entrar en la Orden de los Franciscanos. Con esta condición, lo dejaron libre.


Predicador empeñoso y brillante
Estudió entonces dos años la Teología, y siendo luego ordenado Sacerdote, comenzó una intensa actividad apostólica que duró todo el resto de su vida, dedicándose particularmente a la predicación ambulante por Italia, Francia y otros países, así como a luchar por restaurar la observancia religiosa de su Orden, suscitando abundantes vocaciones y dándose tiempo, incluso, para escribir Tratados Teológicos y dedicados a la Formación Sacerdotal.

Cuando ya contaba con 66 años de edad, el Papa Martín V lo envió a predicar a los países centroeuropeos para contrarrestar la herejía de los Husitas. En mayo de 1453, los turcos conquistaron Constantinopla, Capital del Imperio Cristiano de Oriente, al que pusieron término después de mil años de existencia. Envalentonados con esta significativa conquista, comenzaron a amenazar a la Europa cristiana. Entonces, el Romano Pontífice encargó a San Juan de Capistrano predicar una cruzada para que los Príncipes cristianos unieran fuerzas a fin de hacer frente al enemigo común; pero la gran mayoría de ellos no atendió al llamado.


Milagrosa victoria en defensa de la Fe
san juan de capistrano (1)Fue así que Juan de Capistrano reunió por su cuenta a gente del pueblo: campesinos, artesanos, terciarios franciscanos a los que les puso un escapulario con una Cruz en el pecho y los nombró “Cruzados”, cuya misión sería salvar a la Cristiandad. Esta gente del pueblo le creyó y le siguió porque su fama de obrar milagros era grande: hacía curaciones, liberaba a los endemoniados y hasta resucitaba muertos; además, mientras celebraba la Santa Misa, cayó del cielo sobre el altar una especie de listón que tenía inscrito: “Juan, no temas”.

Así fue como logró reunir a unos 50 mil, entre soldados y gente del pueblo, para enfrentar al ejército turco, el mejor de su tiempo, que venía con 140 mil soldados bien equipados y dispuestos a llegar, a través del Danubio, hasta Viena, que entonces era la Capital del Imperio austríaco. Los cristianos se fortificaron en Belgrado, por donde pretendían entrar los turcos. La batalla se dio en julio de 1456, y durante los días de asedio, San Juan de Capistrano, dicen sus biógrafos, no comía ni dormía, sino que se dedicaba a recorrer los puntos de resistencia ondeando un pendón con la Cruz y animando y ordenando a los defensores. Quiso la Providencia que un proyectil hiciera explotar el almacén de pólvora de los turcos, muriendo muchos con tal explosión, lo cual hizo que se desorganizaran a tal punto que, siendo perseguidos por los cristianos, abandonaron el campo dejando tras de sí unos 40 mil muertos.

Una victoria milagrosa, de gran significación histórica, que por muchos años libró a la Cristiandad y a Europa de la amenaza turca, la cual volvería a aparecer uno y dos siglos después en Lepanto y en el Sitio de Viena.

Fue San Juan de Capistrano un hombre providencial, dotado por Dios de grandes cualidades, de talento y virtud, para una misión grande y trascendental: evangelizar a los pueblos centroeuropeos: Austria, Alemania, Bohemia, Polonia y Hungría, donde es venerado como Héroe y Santo, y tiene dedicados templos y monumentos.

Cumplida su misión, murió a los 70 años de edad el 23 de octubre de 1456. En 1526, en una de sus muchas incursiones, los turcos profanaron su tumba e hicieron desaparecer sus restos mortales. En 1690 fue proclamado Santo, un Santo singular, de extraordinaria relevancia histórica, Apóstol de Europa e instrumento de la Providencia para liberar a la Cristiandad del peligro del Islam.


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