jueves, 24 de octubre de 2013

¿Es que murió la lectura?

Alegoría de la Muerte


Daniel León Cueva


A alguien se le ocurrió, cierto día, la ingeniosa idea de dedicar el “Altar de muertos” nada menos que al Libro, por considerar que deben rendirse justos honores a los buenos amigos, y uno de éstos, fiel e inseparable, ha sido ese mudo instrumento de cultura, medio de formación, guía del pensamiento, compañero en la soledad, alimento intelectual, sabio consejero, provechoso entretenimiento.

La afición por la lectura está en pleno debate de supervivencia o desaparición. Y es que, hoy en día, abundan las personas -sobre todo entre las nuevas generaciones- que sienten flojera de leer hasta la placa de la nomenclatura, el indicador de la ruta del camión urbano o las advertencias de un medicamento. Para muchas y elementales observaciones, ya existen sofisticados aparatitos digitales. Es más, se habla de Bibliotecas virtuales y de Tomos enteros ya simplificados y disponibles en la computadora.

Sin embargo, la más adelantada tecnología no podrá ganarle al Libro ni mucho menos desterrarlo. Podrán descender los índices de lecturabilidad en considerables segmentos de población; pero la fuerza de la inteligencia de quienes escriben y de quienes leen seguirá siendo imbatible e irresistible para millones de personas adeptas a poner a prueba la inteligencia, a enriquecer las ideas y a disfrutar el placer que vuelve grato el espíritu.


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