Fin de la parálisis federal
Este párrafo inicial ilumina nuestra consignación sobre estas últimas semanas en Estados Unidos. Todavía el 13 de octubre se dictaminaba que el Congreso ‘estaba lejos de alcanzar un acuerdo sobre el presupuesto’. Varias negociaciones para poner fin a la parálisis parcial del Gobierno Federal fueron fracasando en las primeras semanas de ese mismo mes. Paradójicamente, las gestiones del Senado, más inclinado a las peticiones del Presidente Obama y hacia los demócratas, avivaron el descontento de los republicanos y su intransigencia. La Casa Blanca siempre afirmó que su propuesta de elevar el “techo de la deuda, habría eliminado la amenaza de la moratoria de pagos y habría dado a las empresas y a la economía del país la certidumbre que se necesitaba”. El centro del problema, el meollo, era que, aunque los republicanos aceptaban postergar sólo tres meses el techo de la deuda, esto no era una solución a fondo, como la que por fin se aceptó el crucial 17 de octubre.
LAS CONDICIONES FIRMES DE BARAK OBAMA
El Presidente Obama, desde antes de esa fecha clave, en vez de ceder a las posturas republicanas, planteó cuatro condiciones para respaldar su propia posición: exigió el aumento del techo de la deuda, no por un corto plazo, sino con mucho más tiempo necesario. Demandó, por lo tanto, la finalización de la llamada ‘parálisis federal’. Argumentó la exigencia del famoso ‘Obama Medicare’, que debía ser respetado. Y, finalmente, pidió que, sin condiciones, se avalase una alza al tope de la deuda.
Una coincidencia muy importante, expresada explícitamente en un comunicado de la Casa Blanca, fue el acuerdo de Obama con la Senadora Nancy Pelosi, pieza clave e inteligente, para que la legislación permitiera al Gobierno pagar sus compromisos, y que era preciso, además, reanudar los gastos del Gobierno para ya no perjudicar a la clase media norteamericana. Todo esto, en vista del grave costo social del llamado ‘impago’…
Ya se entreveía esto desde el 1º al 13 de octubre con la nueva postura republicana que vigorizó, hay que concederlo, el propósito de Obama, y no sólo el ‘parche’ temporal que querían los republicanos intransigentes. Dos declaraciones claves de los líderes republicanos dieron sostén y base a la solución: “Es hora de dejar atrás toda esa ‘histeria’ sobre un impago, y en lugar de ello, comenzar a dialogar para resolver los problemas”, sentenció sabiamente Mitch McCornell, líder de la minoría republicana en el Senado.
FRUTO DE LA SOLUCIÓN A LA PARÁLISIS FEDERAL
Barak Obama, ya fortalecido por la solución a la parálisis, y al superar la crisis del presupuesto, no cejó en el otro punto clave de su reforma, la Migratoria, la cual implica a más de once millones de ilegales indocumentados. Los hispanos, como grupo étnico, ven con mejores ojos las contribuciones de los inmigrantes ilegales. Y también así lo expresaron los hijos de esos hispanos ya nacidos en Estados Unidos.
Obama señaló, el 18 de Octubre, que la prioridad principal de su Gobierno debe ser alcanzar la solución de aprobar una Reforma Migratoria, y luego, de una Ley Agrícola. Y reiteró que “la opción de la naturalización es positiva”, y que esa decisión no debe enconarse por varios años (como un quiste), sino ser resuelta ya. Todo ello, para garantizar una Reforma Migratoria de la manera correcta, según remarcó.
El Cardenal Arzobispo de Nueva York, Thimothy Dolan, de sobresaliente autoridad moral, abogó por una Reforma Migratoria integral que permita “eliminar barreras para que el país deje de ser, insistió, una Sociedad de dos niveles con una subclase permanente”. Así lo publicó el The Wall Street Journal en su amplio tiraje. Sin embargo, días después del 17 de octubre y de este 1° de noviembre, sigue la postura negativa de los republicanos, entre ellos, paradójicamente, de Senadores de origen latino como Marco Rubio y Raúl Labrador, específicamente. Seguiremos atentos a nuestra consignación en Bitácora.
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