Querida Lupita:
He cometido muchos errores, pero aun así te escribo porque sé que no vas a juzgarme. Tengo una mentalidad actual, como la mayoría, pero ya me siento asqueada. En lo sexual, he probado de todo. Mantuve una relación con otra mujer por tres años, y juntas, aceptamos a una niña a la que queríamos cuidar y ver por ella. Nos la regalaron. Pero nuestros problemas siempre tenían más importancia que la niña. Hoy la veo y sé que la hemos dañado. Tiembla, se hace pipí, no quiere hablar. Mi pareja consumía drogas y las dejaba al alcance de la pequeña. Ésta no es vida. Yo te criticaba a ti y a los que siguen a Dios, y hoy experimento una necesidad de acercarme a Él, pero me siento sucia. Por favor, ayúdame para poder ayudar a la niña.
Amaya.
Hermana mía:
Siento el torbellino emocional en el que estás inmersa. Hoy puedes asegurar conmigo que el desorden cobra un alto precio. San Agustín nos recordaba: “La paz es la tranquilidad del orden”.
Una vida disipada, basada en los sentimientos y las modas, te ha llevado a una existencia superficial, de sequedad del alma, que siempre está buscando nuevas sensaciones. Es por eso que dices que “has probado de todo”. Cuando no se tiene un fin claro, cuando no se profundiza en el valor y el sentido de la propia vida, nos convertimos en títeres de la corriente; vamos a donde nos llevan, sin prever las consecuencias.
Tenemos un Dios que, por Amor, nos dio unos Mandatos para custodiar nuestro bien en esta vida terrena y asegurar nuestro trayecto a la eternidad. Nuestro Creador y Señor se hizo hombre para mostrarnos el camino con su propio ejemplo. ¡Él dio la vida por ti! Te ama tanto, que no dudó en derramar cada gota de su Sangre pidiendo al Padre que te perdonara. Te ama tanto como a esa pequeña que te preocupa y también a las personas con las que te has relacionado; a tus padres; en fin, a cada ser humano, que es hechura de sus manos.
Nunca será lo mismo vivir como hijos de Dios que como hijos de nadie. Nuestras Sociedades actuales niegan su existencia, y todos nosotros, revestidos de soberbia, vivimos como si esto fuera verdad. Construimos nuestras vidas sin criterios morales, sin pensar en dar lo mejor de nosotros mismos, sin esforzarnos por el bien común. Vemos esta actitud reflejada y magnificada en los Medios de Comunicación, que nos ofrecen basura y nosotros la consumimos sin discernimiento; la vemos en las organizaciones educativas, que promueven descaradamente el desorden moral; lo observamos también en las Leyes, que ya no se basan en la verdad antropológica de la persona humana, sino en sofismas diseñados por ideólogos agnósticos o ateos.
El orden volverá a tu vida si aceptas que Cristo es tu Señor. Para Él todo es posible. Él se alegra con tu deseo de hacer el bien. Él está saliendo a tu encuentro para abrazarte, para enjugar tus lágrimas y hacerte entrar como hija predilecta a su Reino. ¡Él quiere transformarte en instrumento de bendición!
Ya es momento de sentir todo su Amor e iniciar un nuevo estilo de vida, dentro de ese sendero de luz que Jesucristo te muestra hoy.
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