jueves, 3 de octubre de 2013

Matrimonios en crisis

Amo a mi esposo. Le pedí perdón por no haber actuado a tiempo; le he dicho que la familia es lo más importante para Dios, pero en su mente está abandonarnos. Hace un tiempo decidimos mudarnos para ganar más dinero, pero él se fue primero y nosotros no quisimos alcanzarlo. Conoció a una mujer, y ahora dice estar enamorado de ella. No tengo nada qué justificar, pues consentí el distanciamiento creyendo que nada pasaría. Estoy dispuesta a perdonar su ofensa y salvar a mi familia. ¿Qué puedo hacer?


Laura.


Muy estimada Laura:

Te agradezco que nos compartas tu experiencia con sinceridad. Los tiempos que corren nos hacen pensar que lo primero que debemos buscar a favor de la familia es la seguridad financiera. Muchas familias se separan con el deseo de forjar un patrimonio para el futuro, pero el precio puede ser la ruptura. No vale la pena.

El amor se alimenta cuando se convive. Es necesario dedicarse un tiempo como pareja para cultivar la relación.

Pensemos cómo en la vida cotidiana tenemos varios aparatos en casa que nos permiten hacer funcional el hogar: lavadora, licuadora, tostador, televisor, radio, auto… Si no damos mantenimiento a estos o si empiezan con un ruido extraño y no los arreglamos rápido, sabemos que, con en el tiempo, se descompondrán y quedarán para la basura.

Cuando un matrimonio está en crisis, esto significa que vinieron dándose desperfectos por un tiempo y no fueron atendidos. Fuimos dejando que esto se agravara, al punto en que ante la situación desesperante, sentimos que ya no hay solución.

Tú narras el hecho de haber dejado que él partiera solo a otra ciudad y cómo fueron acostumbrándose a verse cada vez menos. Dejaste distancia entre los dos y hubo espacio para alguien más. Él puede haberse “enamorado”, pero esa relación que nació en la infidelidad no vale el dolor de una familia rota.

¿Cuáles son las señales que nos permiten observar si nuestra relación necesita mantenimiento?

Te propongo que te plantees tres preguntas básicas:

a) ¿He tenido detalles cariñosos con mi cónyuge este día?

b) ¿Le he faltado al respeto con palabras, gestos o actos el día de hoy?

c) ¿Nos hemos ido a dormir disgustados y nos hemos aplicado la “ley del hielo” en esta semana?

Detalles, respeto y sabio manejo de conflictos.

Cuando no cuidamos estos tres elementos, estamos andando un derrotero que lleva a la crisis. Siempre será mejor prevenir. Los matrimonios estemos atentos a estos aspectos para evitar llegar a situaciones límite.

Y cuando la crisis ya está ahí, hay que recordar que:

• La lluvia no durará por siempre. Éste es un período de la vida que resulta angustiante, pero va a pasar.

• Si luchas, puedes perder; pero si no luchas, ya estás perdido.

• Nada es imposible para Dios, y empezar un acercamiento verdadero hacia Él, será la clave que te lleve a un desenlace deseable.

• Las crisis no son muros infranqueables, sino vallas que obstaculizan el camino a la meta.

Ante las crisis siempre es posible pedir ayuda. Considera asistir a un Retiro de Matrimonios, visitar a un Director Espiritual, asesorarte con un Terapeuta que valore la institución del matrimonio. Y si no cuentas con tu cónyuge, es conveniente que inicies un camino hacia la madurez personal: empieza con un Cursillo de Cristiandad o un Retiro que te lleve al encuentro personal con Cristo vivo. Tu anhelo de crecer como ser humano y convertirte en lo que Dios desea de ti, es trabajar por su Reino. Y cuando buscas primero el Reino de Dios, TODO lo demás se te dará por añadidura (Mt. 6, 33).


Cartón Matrimonio


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