¡Todos debemos saber!
Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara
¿Por qué tan grandiosa y alegre fiesta en honor de Nuestra Señora de Zapopan? ¿Por qué en su visita a Guadalajara, la música, las alfombras de flores, los confetis, los lazos de colores y la pólvora en su recorrido diario de un templo a otro? Todos deberíamos saber por qué tantos Títulos en las gargantas de sus fieles devotos que la aclaman Evangelizadora, Pacificadora, Protectora, Taumaturga, Generala, Reina y Madre.
Evangelizadora. Hacia 1530, al mismo tiempo que aparecía por estas tierras Nuño Beltrán de Guzmán sembrando muerte y esclavitud para los naturales, aparecieron también los humildes hijos de San Francisco con su mensaje de Fe y Amor a Jesucristo. Entre ellos venía Fray Antonio de Segovia con una pequeña imagen de la Virgen, colgada al cuello, hecha de caña de maíz por los tarascos de Michoacán. Con Ella recorría a pie todos los caminos evangelizando y fundando conventos; con Ella atraía los corazones hacia su Hijo Jesucristo.
Pacificadora. La llamada “Guerra del Mixtón”, que duró 10 años, fue tal vez la rebelión más grande y peligrosa de los indios de América contra la dominación española. A aplacarla vino desde México el Virrey Antonio de Mendoza con mucho ejército de españoles y de indios tlaxcaltecas aliados. A finales de 1541 los cercó en el Cerro del Mixtón para derrotarlos, ya fuera por hambre o con las armas. Fray Antonio de Segovia, inteligente y previsor, intervino ante el Virrey, que prometió dejar a los indios ir en paz si se rendían.
Fue el Fraile con los indígenas al Mixtón con su Virgencita al cuello, que despedía rayos de luz, según cuentan los historiadores. Aceptaron la propuesta, y el Virrey cumplió su palabra de dejarlos ir en paz. Se evitó, así, una masacre que hubiera encendido más los ánimos y dificultado la pacificación e integración de indios y españoles de esta región. En prenda de lo pactado, dio el Padre Segovia a los indígenas la imagencita de la Virgen y con Ella se vinieron a refundar Zapopan, y ahí la guardaron celosamente y casi en secreto. Esto fue en enero de 1542, un mes antes del Decreto Real de Fundación de la Ciudad de Guadalajara (14 de febrero de 1542). Por eso la Virgen es Pacificadora, es Madre y Protectora de esta Ciudad desde su fundación, y aquí comenzaron a vivir en paz los españoles de Guadalajara y los indígenas de Zapopan.
Taumaturga. En 1654, el Obispo de Guadalajara, Don Juan Ruiz Colmenero, le dio el Título de “Milagrosa” por los muchos favores y milagros que concedía a sus devotos. Los tapatíos pedían que en tiempos de epidemia o inundaciones se permitiera que la imagencita de la Virgen de Zapopan, que así le comenzaron a llamar, los visitara.
A partir de 1734, las visitas a Guadalajara se hicieron regulares cada año en tiempos de lluvias para librar a la ciudad de tempestades, rayos y epidemias; así fue por disposición del Obispo Don Nicolás Carlos Gómez de Cervantes, quien al mismo tiempo le confirió el Título de Patrona de la Ciudad.
Generala. El 13 junio de 1821, fecha en que la Virgen comenzaba su visita anual a Guadalajara, se proclamó la Independencia del Estado Libre y Soberano de Jalisco con respecto de España, y a la Virgen de Zapopan se le dio el Título de “Generala de Armas”, con banda, bastón de mando, y 21 cañonazos la saludaban a su llegada y a su salida de Guadalajara; así fue hasta la Guerra de Reforma.
Tras ésta, comenzaron tiempos difíciles que duraron hasta 1930, en los que se prohibió toda manifestación pública de carácter religioso. La imagen de la Virgen tenía que venir oculta en una cápsula y sin acompañamiento de gente. Incluso el Arzobispo Don Pedro Loza y Pardavé prohibió que se diera a conocer el día de su venida para evitar aglomeraciones, pero los devotos vigilaban y, a un grito, a una seña, acudía la multitud, que ni el Gobierno ni el Arzobispo pudieron contener.
El Arzobispo Don Francisco Orozco y Jiménez solicitó de Su Santidad Benedicto XV la Coronación Pontificia de la Imagen de Nuestra Señora de Zapopan, que le fue concedida. En una gran ceremonia, presidida por el Sr. Orozco el 18 de enero de 1921, fue coronada como Reina y Madre de Dios.
Patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara, así fue nombrada hace 25 años por el Cardenal Don Juan Jesús Posadas Ocampo, y en su honor estableció la Misa del Patrocinio el 11 de octubre por la tarde, víspera de su regreso a Zapopan.
Él que esto escribe le dio en 2009, oficialmente, el Título de Reina del Lago de Chapala, a petición formal de los Alcaldes de los pueblos ribereños, y dispuso que fuera llevada su imagen a principios del temporal de aguas a Chapala para suplicarle que por su intercesión se salve este lago amenazado por sequías y, sobre todo, por políticas equivocadas y ambiciones mezquinas.
Nuestra Madre Santísima de Zapopan es un signo permanente de predilección divina para esta ciudad y sus habitantes. Cada Título representa un momento de nuestra Historia, y por eso se puede preguntar con toda razón si la historia civil y religiosa de Guadalajara y de Jalisco fuera la misma de la que ha sido sin la presencia amorosa de Nuestra Señora de Zapopan.
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