jueves, 2 de octubre de 2014

“México se está moviendo” ¿Hacia dónde? (Parte 2)

Colaboradores críticos del rumbo del país


Hay otro elemento que sobresale en la visión del 2° Informe Presidencial: el tema de la corrupción. Llama la atención que no se enfrente, que no se creen las condiciones para superar esta gravísima realidad que nosotros padecemos. Todos los países la sufren, se afirma, pero con especial acento existe en nuestra realidad. No se enfrenta este tema de la corrupción y, por otra parte, no hay seguridad de que los beneficios de las Reformas aprobadas vayan destinados a la inmensa mayoría de los mexicanos.

No hay una estrategia que resalte los principios éticos o los límites jurídicos, y mientras no se dé esta estrategia, todo parece indicar que los beneficios de dichas Reformas podrán irse directamente a las manos, otra vez, de los grupos que siempre han acaparado las riquezas de nuestro país.

No basta decir a la ciudadanía que se prepare, que sume sus conocimientos o que tenga las habilidades para sumarse a las ofertas existentes del mercado extranjero; no basta eso. Mientras no se creen las condiciones para que la mayor parte de los mexicanos sean gestores y tengan oportunidades de promoverse integralmente como personas dignas, no bastarán esas habilidades, y no bastarán los conocimientos prácticos para aprovechar los beneficios de las inversiones extranjeras.

En fin, “México se está moviendo”, insisten… Nos toca a nosotros, hombres y mujeres de Fe, preguntarnos si se está moviendo en la dirección justa y correcta; y también, si nosotros, de alguna manera, podemos reorientar o agilizar ese movimiento de nuestra Nación. Yo creo que sí podemos y debemos hacerlo. La Iglesia tiene mucho qué hacer para que México se mueva en la dirección justa y correcta, y para que lo haga rápidamente.

Lo primero que tenemos qué hacer es cambiar los términos de la discusión. No se discute que las Reformas son necesarias e importantes, pero es urgente que se garantice que van a beneficiar a la economía de los mexicanos, especialmente a la de los más necesitados.

Podemos hacerlo ya, por ejemplo, fortaleciendo las comunidades humanas que, de alguna manera, dependen de la empresa y también de la Iglesia, y esto puede hacerse en las Parroquias, en los Grupos, en las Asociaciones. Podemos fortalecer el lazo de auténtica fraternidad y prácticas de verdadera solidaridad entre los mexicanos.

Los beneficios de las Reformas aún no se han visto. No estamos seguros de que vayan a llegar, y no sabemos cuándo vayan a llegar, pero el hambre y la necesidad ya están aquí; y no de ahora, sino que vienen de muy atrás. Esa necesidad reclama solución inmediata y concreta, y nosotros, en la medida de nuestras posibilidades, podemos hacer que tenga ya una respuesta palpable, haciendo esfuerzos en pro de la dignificación de las personas, estrechando los vínculos fraternos, de comunidad y, sobre todo, de denuncia y de lucha contra la impunidad y la corrupción.

No podemos continuar callando, seguir solapando y siendo cómplices de tantas prácticas de corrupción. Las conocemos, las sabemos, pero como que las aceptamos como algo ya cotidiano y común. Y esto no está bien.

Cristo Nuestro Señor dijo a sus Apóstoles: “Vayan y prediquen el Reino, y curen a los enfermos”. Hay muchos enfermos y enfermedades qué curar en México.


Cardenal José Francisco Robles Ortega

Arzobispo de Guadalajara


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