jueves, 23 de octubre de 2014

Desaparecidos, en crecida y sin respuestas

Misa por nuestros desaparecidos

Más de 2,500 desaparecidos, aquí, en lo que va de 2014


El descubrimiento de tantas fosas clandestinas complica la identificación de quienes han sido privados, primero de la libertad, y luego de la vida.


Aseret Pizano


Con el objetivo de solidarizarse con las familias que han perdido a algún pariente, víctima de una desaparición forzada, el próximo domingo 2 de noviembre, a las 12 del mediodía, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, presidirá, en la Catedral Metropolitana, una Misa por los desaparecidos y sus seres queridos.

La iniciativa es de FUNDEJ (Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco), Organización que aglutina a madres, esposos, hijos y hermanos de personas cuyo paradero se desconoce, y que no pierden la esperanza de encontrarlas o por lo menos de poder orientar a quienes están viviendo la misma angustia que ellos.

En Jalisco, tan sólo en lo que va del año, se han reportado más de 2,500 casos de desapariciones; sin embargo, muchas de éstas no son denunciadas, pues según evidencian familiares de las víctimas, esto se vuelve un calvario, pues por una parte, mientras que ellos no saben quiénes son los que se llevaron a sus seres queridos, los delincuentes tienen bien ubicadas a las familias, y su seguridad está en riesgo.

Por otra parte, hay poca colaboración de las Autoridades locales, porque, para comenzar, sólo reciben la denuncia hasta pasadas 72 horas después del extravío de la persona, cuando ningún reglamento señala, de manera oficial, que deba esperarse dicho lapso. Esto obliga a muchas familias a llevar su caso a una instancia federal, aunque el resultado siga siendo el mismo, que es no tener noticia alguna de sus seres queridos reclamados.


Historias de terror

La señora Lupita pertenece a la Asociación FUNDEJ, y su hijo José desapareció hace más de tres años. Sus hijos habían quedado de verse para una reunión de negocios, pues tenían una empresa de iluminación, y Pepe simplemente nunca llegó.

“Mis dos hijos no fuman, no toman, no ingieren ninguna droga; lo único que hacían era trabajar; se graduaron con excelentes calificaciones; yo no tengo ninguna queja de ellos”.

Aquel 17 de enero de 2011, Pepe salió alrededor de las 11 de la mañana, y su madre, su hermano, sus hijos, nunca volvieron a verlo; jamás contestó el teléfono. Ante el primer acercamiento a las Autoridades, la respuesta fue: “Tal vez anda de borracho o quizá se fue con otra mujer”.

Así, ante el dolor y la desesperación, la familia fue aceptando que los únicos que le iban a buscar serían ellos. “Y aunque en esto se nos vaya la vida, ahí seguiremos, con el favor de Dios que nos siga cuidando, que nos siga protegiendo, porque sólo Él sabe hasta dónde nos hemos metido con tal de encontrar a nuestros hijos”.

Ante la pregunta de cómo sigue la vida después de que desaparece un familiar, la señora Lupita respondió: “Hacemos como que vivimos”.


“Si ahorita una persona me dijera que tiene un familiar desaparecido, lo primero que le diría sería: no ponga su denuncia, mejor vamos a buscarlo, vamos a ver las cámaras de las salidas de Guadalajara o de donde haya desaparecido; hay que hacerla de investigadores, ya que la Policía Investigadora no hace su trabajo”,

denunció la entrevistada.


Todos saben quién fue y nadie hace algo

Otro caso: el esposo de Susana desapareció en 2012. Llegó a ser Director de la Policía Municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos, cargo al que renunció, pues su superior pretendía involucrarlo en actividades ilegales, ya que, según Susana, es un secreto a voces que este personaje maneja a la “gente mala” de la población.

Una vez fuera de la Corporación, su esposo tuvo algún altercado con este alto mando, y días después desapareció.

Un día antes, en las inmediaciones de Ixtlahuacán, Susana y su esposo fueron seguidos por dos camionetas plenamente identificadas como pertenecientes a la entonces Policía Judicial (se sabe el número de placas de una de ellas). Incluso identificaron a uno de los personajes como el Jefe Policial de El Salto.

La última vez que Susana habló con su marido, la tarde de su desaparición, le dijo que se tardaría, que estaba con unas personas y que tenía que ir a entregar unos papeles. “Lo sentí nervioso, angustiado. Después de eso no supimos nada más… Alguien me comentó que escuchó a dicho personaje hablando con alguien de la Fiscalía ofreciéndole 200 mil pesos para que desapareciera el expediente de mi caso; sin embargo, nunca ha sido una línea de investigación”.


La Policía se lo llevó y no hay pistas
Antonio, el hijo de Mayra, estaba en una fiesta infantil cuando se registró un operativo por una supuesta riña. La última vez que Mayra lo vio lo subieron esposado, enterregado y muy golpeado, por la Policía según testigos, a una patrulla de la Policía Estatal junto con otros muchachos.

Tras el arresto, la madre recorrió Dependencia tras Dependencia tratando de averiguar a dónde lo habían llevado; pero, hasta la fecha, la respuesta que le dan es que puede estar encarcelado, pero como muy probablemente está usando un alias, permanece ilocalizable o tal vez saltó una barda y se encuentra prófugo.

Durante las “averiguaciones”, la autoridad allanó la casa de Mayra y sustrajeron algunas pertenencias.

De los cinco detenidos en el operativo, cuatro fueron encarcelados, mientras que Antonio nunca apareció. Según uno de los cuatro detenidos, los llevaban con la cara cubierta y él escuchó cómo golpearon a “Toño” hasta dejarlo inconsciente; después lo reanimaron y lo aventaron a la caja de una de las patrullas y nunca más supieron de él.

En 14 meses, el Ministerio Público no le ha dado a Mayra ningún dato.

Estas madres dicen que lo único que las conforta es la Fe.


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