jueves, 23 de octubre de 2014

Papa Francisco aconseja a católicos para superar los celos y la envidia

CIUDAD DEL VATICANO- En su Catequesis del miércoles, cuando la Iglesia celebró por primera vez la Fiesta de San Juan Pablo II, el Papa Francisco alentó a todos los católicos a vivir realmente como Cuerpo de Cristo, desterrando de la vida los celos y las envidias.

Durante la Audiencia, el Vicario de Cristo explicó que “cuando se quiere evidenciar cómo los elementos que componen una realidad están estrechamente unidos los unos a los otros y forman juntos una sola cosa, se usa a menudo la imagen del cuerpo. A partir del Apóstol Pablo, esta expresión ha sido aplicada a la Iglesia y ha sido reconocida como su característica distintiva más profunda y más bella. Entonces, hoy queremos preguntarnos: ¿en qué sentido la Iglesia forma un cuerpo? ¿Y por qué es definida ‘cuerpo de Cristo’?

“Pero la Iglesia no es solamente un cuerpo edificado en el Espíritu: ¡la Iglesia es el cuerpo de Cristo! Un poco extraño…pero es así. No se trata simplemente de un modo de decir: ¡lo somos verdaderamente! ¡Es el gran don que recibimos el día de nuestro Bautismo!

“La que surge, entonces, es una profunda comunión de amor. Este pensamiento, sin embargo, debe hacer surgir en nosotros el deseo de corresponder al Señor y de compartir su Amor entre nosotros, como miembros vivos de su mismo cuerpo.

“Pensemos en las comunidades cristianas, en algunas Parroquias; pensemos en nuestros barrios, cuántas divisiones, cuántas envidias, cómo se habla mal, cuánta incomprensión y marginación. ¿Y esto, qué hace? Nos desmiembra entre nosotros. Es el inicio de la guerra. La guerra no comienza en el campo de batalla: las guerras comienzan en el corazón con estas incomprensiones, divisiones, envidias, con esta lucha entre los demás.

“Y esta Comunidad de Corinto era así; pero eran campeones de esto, ¿eh? El Apóstol dio a los Corintios algunos consejos concretos que valen también para nosotros: no ser celosos, sino apreciar en nuestras comunidades los dones y las cualidades de nuestros hermanos. Pero… ¡los celos!: ‘aquél compró un coche’, y yo siento aquí celos; ‘éste ganó la lotería’, y celos; ‘y ése hace bien esto’, otros celos. Y esto desmiembra, hace mal, ¡no se debe hacer!

“Porque los celos crecen y llenan el corazón. Y un corazón celoso es un corazón ácido, que en vez de sangre parece que tuviera vinagre. Y un corazón que nunca es feliz, es un corazón que desmiembra a la comunidad. Pero, ¿qué tengo que hacer?: Apreciar en nuestra comunidad los dones y las cualidades de los otros, de nuestros hermanos.

“Apreciar las cualidades, y contra las divisiones hacerse cercanos y participar en el sufrimiento de los últimos y de los más necesitados; expresar la propia gratitud a todos. Decir: ¡gracias! El corazón que sabe decir ¡gracias!, es un corazón bueno, noble, que está contento porque sabe decir gracias.

“Queridos hermanos y hermanas, como el Profeta Ezequiel y como el Apóstol Pablo, también nosotros invoquemos al Espíritu Santo para que su Gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir verdaderamente como cuerpo de Cristo, unidos, como familia, pero una familia que es el cuerpo de Cristo, y como signo visible y bello del Amor de Cristo (ACI/EWTN Noticias).


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