jueves, 23 de octubre de 2014

La Misión es vivir como creyentes

El testimonio: la manera más eficaz de evangelizar


Dulce Natalia Romero Cruz


La Evangelii Gaudium nos recuerda que la Misión es una parte que pertenece a la naturaleza de la Iglesia porque mira hacia afuera de sí misma, hacia los demás; es parte de su ser que Cristo le confió. San Mateo, en el Capítulo 18 de su Evangelio, recuerda que Jesús dice a los discípulos que vayan por todo el mundo, bauticen a la gente y le enseñen a vivir como Él les ha comunicado. Ya desde el inicio es una salida hacia los demás, salir desde uno mismo. La primera comunidad de discípulos sale desde Jerusalén y de Palestina para ir a todos los lugares hasta entonces conocidos.

Ahora se combina esta Misión que Jesús indicó de ir hacia los que no conocen el Evangelio, pero al mismo tiempo la Iglesia ha tomado conciencia de ir a los mismos bautizados que han perdido el contacto con su Fe, que han dejado de poner en práctica lo que saben y que han olvidado la Gracia de Dios que la Fe les comunica en los Sacramentos para llevar adelante su vida, y reconocer en el otro a un hermano, y a Dios como Padre. Esta Misión permanente también debe de darse, por ende, en lugares donde ya se ha llevado a cabo la primera Evangelización: países que son cristianos, como la mayoría de América Latina, a fin de ayudar a vivir la Fe que se ha aceptado, para dar testimonio de ella.


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La Misión en la Iglesia

Todo lugar de la Tierra en que vivimos, en algún momento ha estado sin la presencia de la Palabra de Cristo: “América tuvo su momento histórico de Evangelización, y otras naciones están aún en espera de recibirla. Algunas tierras recibieron la Fe, pero por razones políticas, históricas o sociales, disminuyó considerablemente o desapareció, como por ejemplo en el Norte de África o en otros lugares donde también ha llegado pero no ha tenido profundo impacto. “Ese llevar la Palabra a quienes la desconocen, es lo que llamamos la Misión Ad Gentes, y es lo que celebramos en este mes de octubre”, comentó para Semanario el Presbítero Paulo César Barajas García, quien trabaja en el Consejo Pontificio Justicia y Paz, en Roma.

“Siguiendo todos Los Hechos de los Apóstoles podemos ver que la Palabra también se llevaba con el testimonio de la propia vida; es decir, que la comunidad mostraba los efectos de creer en Jesucristo, y con eso atraía a las multitudes. Originalmente, los Discípulos estaban dispuestos a cualquier sacrificio, incluso la muerte, por comunicar la Buena Nueva y la liberación de los males del mundo; pero, sobre todo, para que el hombre fuera capaz de donar su propia vida por el bien de sus semejantes”.



El dato

Hoy, los católicos somos cerca de mil 100 millones de personas en el mundo, de una población total de seis mil millones, por lo que no representamos ni la quinta parte del total de habitantes del Planeta.



Las periferias

El Padre Paulo César nos comentó que muchos cristianos que están en lugares donde son minoría, sufren persecución: “Esto sucedió sobre todo en el Siglo XX, lapso en que, según las estadísticas, murieron más cristianos que en los 19 siglos anteriores. La mayoría de ellos, asesinados por su Fe, principalmente debido a la situación histórica que se vivió o se vive en el país donde radicaban, debido a los movimientos ideológicos o doctrinarios, como en Europa del Este o en algunas regiones de Asia, donde quedó prohibido profesar una religión que no fuera la impuesta por el Estado. Hoy, incluso, existe la amenaza del Medio Oriente por parte de grupos religiosos radicales, específicamente en Siria e Irak, donde la libertad religiosa se ha visto alterada por intervenciones militares en la región y ha dado lugar a un desequilibrio que ha desencadenado una cacería y sacrificio de muchos cristianos, provocando migración y guerras”.

Una parte importante de la labor de la Iglesia Misionera es también comunicar el mensaje de lo que sucede en lugares donde los cristianos son minoría: “La situación que se vive en aquellos lugares no tiene explicación, y menos en esta época en que se proclama tanto el respeto a los Derechos Humanos y a las libertades, pero donde hay Gobiernos o grupos extremistas que, por intolerancia o por propia decisión, toman la iniciativa de no respetar a los demás si no son como ellos. Entonces, nosotros, como cristianos conscientes, debemos orar y también actuar en solidaridad con estos cientos de miles de personas que han sufrido persecución, muerte, o han tenido que migrar, dejando todo atrás, porque son nuestros semejantes”.

También relató el Padre Barajas García que el Papa Francisco se ha reunido con los Obispos de Medio Oriente para conocer la situación y hacer luego un llamado a la Iglesia Universal para apoyar de modo efectivo. Al terminar el reciente Sínodo, el Santo Padre se encontró con los Cardenales para informar, entre otras cosas, sobre lo que sucede en esa región y lo que significan para la Iglesia las dificultades de violencia y persecución, que sufren las comunidades católicas más antiguas, cercanas a la tierra del mismo Jesucristo”.


Una labor esencial

La tarea del Consejo Pontificio Justicia y Paz, prevista por el Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes, es la de difundir la Doctrina Social entre los creyentes católicos y sus principios y valores, como el respeto de las personas y su dignidad; invitarlos a buscar el bien para que puedan colaborar también en el bien de los semejantes; que puedan actuar juntos en solidaridad respetando las capacidades de cada uno. En el caso de las persecuciones de los cristianos, le corresponde dar a conocer la situación de esas regiones y convocar a la comunidad cristiana para que apoye. Se relaciona mucho con la Pastoral Social, profundiza y atiende las problemáticas de cada país en su dimensión social.

La Santa Sede, a través de distintos organismos, busca colaborar con las Iglesias de cada nación, y para esto se invita a personas de todo el mundo, entre ellas Sacerdotes, Religiosos y Laicos, a colaborar para aportar la propia experiencia o el conocimiento de su región. Es el caso del Padre Paulo César Barajas, del Clero tapatío, y miembro de este Consejo desde marzo de 2010.


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