jueves, 30 de octubre de 2014

Que el final de la vida no aniquile la Esperanza

Misterio y premisa

La muerte no es el fin del hombre, sino un paso para llegar a Dios


Para los cristianos, la muerte debe ser un signo de esperanza, y debemos tener la certeza de que algún día nos reencontraremos con nuestros seres queridos y nos reuniremos con Dios eternamente.


Sonia Gabriela Ceja Ramírez


anima ret 779 731x850“La Iglesia siempre lo ha reconocido así, e incluso en el Credo nosotros decimos: ‘Creemos en la resurrección de los muertos’”, señaló el Padre José Carmen Toriz Rentería, Director Espiritual de los alumnos del Seminario Diocesano Mayor de Guadalajara.

Una de las incógnitas que constantemente se nos presentan, tanto a los creyentes como a quienes no lo son, es la siguiente ¿qué pasara con nosotros cuando muramos?

“A la muerte de cada uno de nosotros habrá un Juicio individual, pero se espera también un Juicio Universal, que es el Juicio Final, donde Jesucristo volverá a llamarnos a todos, a vivos y muertos. Entonces, a los que murieron y ya se les hizo el Juicio particular, les tocará ver lo que será para los que queden y no han tenido un Juicio personal”, explicó el Formador del Seminario.


Espero en la resurrección de los muertos

“Respecto a dónde vamos cuando morimos, mientras no sea el Juicio Universal pero ya fue el Juicio personal, estaremos, dependiendo de cómo haya sido nuestra vida, gozando de la Gloria de Dios o quizá en el Purgatorio. Después del Juicio Final, todos vamos a levantarnos con nuestro mismo cuerpo, pero será un cuerpo glorioso. Cristo es la garantía. San Pablo lo dice: ‘Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra Fe’.

“Cuando Cristo resucita, si recordamos los pasajes de la Sagrada Escritura, por ejemplo María Magdalena cuando se encuentra con Él, lo confunde con el jardinero; e incluso, los mismos discípulos de Emaús no lo reconocen; se ostenta con su mismo Cuerpo, pero Glorioso; esto quiere decir que está transformado. Entonces, también el cuerpo de nosotros será el mismo, pero transformado”.

Toda esta Doctrina, la Iglesia Católica la obtiene de la Sagrada Escritura: “Cabe recordar que la fuente de toda la reflexión teológica es la Sagrada Escritura, y luego, la Doctrina de los Santos Padres, que fueron aquellos Sacerdotes y Obispos que estuvieron muy cerca de los Apóstoles, de los primeros discípulos de Jesús, algunos de los cuales escribieron y otros no, pero que, por la tradición oral, fueron transmitiendo sus enseñanzas. Posteriormente, éstas fueron recogidas por el Magisterio de la Iglesia”, ilustró el Padre Toriz.


difuntos


Iglesia Triunfante, Purgante y Militante

“La Doctrina siempre nos ha manifestado, de una manera clara, que existen tres estadíos de la Iglesia y la comunión entre ellos. Primero, la Iglesia Triunfante, que la integran quienes ya están gozando de la visión divina; es decir, todos los Santos. Luego, la Iglesia Purgante, formada por quienes murieron bien con Dios, pero, por alguna razón, no están del todo purificados y tienen que estar algún tiempo en el Purgatorio, que muchas veces, por la imagen popular, lo confundimos con el Infierno porque es representando con la figura de un ánima sola sufriente entre el fuego.

“De hecho, sí podría ser un lugar de fuego, porque el fuego purifica, acrisola; pero éste sería un fuego purificador, que no pretende quemarnos o abrasarnos como el fuego del Infierno, que es llanto y desesperación, porque ahí no hay esperanza. En el Purgatorio, en cambio, hay Esperanza, porque quienes están ahí saben que están salvados; saben que su pena es temporal porque, una vez que se purifiquen, pasarán a la visión beatífica posterior.

“Finalmente, la Iglesia Militante la conformamos todos los que somos miembros de ésta, que nos encontramos aún en el mundo y que vamos todavía en este caminar constante al encuentro de Cristo”, detalló el Sacerdote entrevistado.


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La mejor manera de recordarlos es orar por ellos
Respecto al porqué se nos pide rezar por los difuntos, el Padre José Carmen Toriz relató que es una tradición muy antigua: “En el Segundo Libro de Los Macabeos, Judas Macabeo manda que se ofrezcan ciertos sacrificios en expiación de los pecados, para que se vean liberados quienes por alguna razón hayan muerto no purificados.

“Entonces, la Iglesia siempre ha pedido que se ore por los difuntos y se ofrezcan sufragios por ellos, porque mientras nosotros estamos aquí en la Tierra, tenemos la opción de corregirnos; pero un difunto ya no. Por eso debemos orar por los difuntos, por nuestros seres queridos o incluso por aquellos que no conocemos, porque el pedir por ellos es ayudarlos. Pedimos que tengan un eterno descanso y que alcancen de Dios la misericordia y el perdón de los pecados que en algún momento dado hayan cometido, para que lleguen a la visión beatífica, a estar con Dios, que es la meta última del hombre.

“Así como nosotros oramos por nuestros difuntos, debemos tener la seguridad de que ellos van a ayudarnos también, porque una vez que están con Dios, intercederán por nosotros”.



La Doctrina del Concilio Vaticano II nos dice que la persona es la unidad de cuerpo y alma. La muerte es la separación del alma y el cuerpo



Es claro: los muertos ya no vuelven

La Iglesia no recomienda recurrir a los espíritus, pues considera que debemos dejarlos descansar.

“No debemos promover este tipo de cosas, como lo hacen ciertos programas televisivos que divulgan la falsa aparición de fantasmas y espíritus, porque si Dios llegara a conceder que un difunto se volviera, seguramente no vendría a asustar a la gente, sino probablemente daría un mensaje y tendría que regresar.

“La única recomendación que la Iglesia nos hace respecto a tales espíritus es pedir por ellos, por su eterno descanso, ofrecer Misas y, especialmente, ofrecer la Comunión estando en Gracia. Otra alternativa es lucrar Indulgencias. Recordemos que las Indulgencias son Gracias especiales que la Iglesia, con su potestad, concede. Puede ser Indulgencia Plenaria o Indulgencia Parcial. Ésta es por un tiempo, y la Plenaria es para toda la vida”.


altares de muertos


Para los cristianos la muerte siempre significa esperanza
“La muerte, para nosotros, no es un ‘ya se acabó’, sino una Esperanza en que vamos a resucitar. Cuando alguien fallece, debemos animarnos con palabras de Fe y Esperanza en que vamos a volver a encontrarnos con nuestros seres queridos. Aunque no sabemos cuándo, todos volveremos a encontrarnos con nuestros familiares y amigos”.

El Padre Toriz Rentería, Catedrático en la Facultad de Teología del Seminario Mayor, advirtió que, en ocasiones, la influencia del sincretismo religioso poco a poco va minando nuestra Fe y las personas van cayendo en la idea de que la muerte acaba con todo, y creen que no tiene sentido esforzarnos o luchar.

“Hay quienes, por otra parte, creen en ideologías absurdas como la reencarnación; sin embargo, nosotros tenemos que animar a las personas a que confíen, porque Jesucristo es la garantía de que en su debido tiempo resucitaremos y tendremos un cuerpo glorioso.

“Los católicos no debemos creer en la reencarnación, porque en ese devenir6 constante de la vida, según esta teoría, no podríamos tener la esperanza de la visión beatífica, pues el alma no sería un alma personal, sino que podría reencarnar en una planta o en un animal, y ya sabemos que existe una distinción abismal entre los seres humanos y los otros seres vivos”.


Altares de muertos, ¿sí o no?

Respecto a ciertas prácticas tradicionales que pudieran parecer sincréticas como es la colocación de Altares dedicados a los difuntos, el Sacerdote señaló que “son tradiciones mexicanas de ciertas zonas indígenas, pero que son más acordes a nuestra idiosincrasia que festividades importadas del extranjero, como por ejemplo el Halloween. Debemos seguirlas con espíritu de Fe, y no tanto como un culto a los muertos, sino con la Esperanza de reconocer y de reavivar nuestra Fe en la Esperanza de la Resurrección.

“Deben ser un conmemorar a la persona que vivió, pero no con el sentido de creer que el difunto va a volver. Nosotros creemos que los muertos ya no regresan; pero pedimos porque estén ya gozando de la presencia de Dios”.

Enfatizó que tampoco puede recurrirse a la Muerte como una imagen de protección. “La Sagrada Escritura nos dice que el último enemigo en ser aniquilado será la muerte. Entonces, la muerte ya no tendrá dominio sobre el hombre. Una vez que resucitemos con Jesucristo, ya no vamos a volver a morir porque ya tendremos la vida como Cristo, para siempre. El practicar este tipo de culto es peligroso porque nos aleja de las verdades de la Fe y está en contra del Primer Mandamiento, que propone ‘amar a Dios sobre todas las cosas’”.


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Por nuestros fieles difuntos


Una manera de ayudar a nuestros seres queridos que ya murieron o incluso a quienes no conocimos, pero que son ánimas necesitadas, es obteniendo Indulgencias.

El «Código de Derecho Canónico» (Canon 992) y el «Catecismo de la Iglesia Católica» (No. 1471), definen así: «La Indulgencia es la remisión, ante Dios, de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos».

En general, para lucrar las Indulgencias hace falta cumplir ciertas condiciones y realizar determinadas obras. Así, para lucrar las Indulgencias, tanto Plenarias como Parciales, es preciso que el fiel se halle en estado de Gracia.

La Indulgencia Plenaria sólo puede obtenerse una vez al día. Pero, para conseguirla, además del estado de Gracia, es necesario que el fiel:

- Tenga la disposición interior de un desapego total del pecado, incluso venial.

- Se confiese sacramentalmente de sus pecados.

- Reciba la Sagrada Eucaristía (ciertamente, es mejor recibirla participando en Misa, pero para la Indulgencia sólo es necesaria la Sagrada Comunión).

- Ore según las intenciones del Romano Pontífice.

La oración según la mente del Papa, queda a elección de los fieles, pero se sugiere un «Padrenuestro» y un «Avemaría».

Las Indulgencias siempre son aplicables o a sí mismo o a las almas de los difuntos, pero no son aplicables a otras personas vivas en la Tierra.


La muerte: el paso a la vida definitiva


S. Gabriela Ceja Ramírez y Dulce N. Romero Cruz


Con motivo de la Celebración del Día de Muertos, tuvimos una entrevista con Pbro. Silvio Marinelli Zucalli, Coordinador de la Pastoral de la Salud y del Centro San Camilo.


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¿Qué significa bien morir?

Para un católico, el bien morir es hacerlo en Gracia de Dios, en amistad con Él, y también apoyado por todos los recursos de la vida cristiana; es decir, reconciliado sacramentalmente, acompañado desde la oración, tras haber recibido la Unción de los Enfermos y la Sagrada Eucaristía como viático; irse acompañado por Nuestro Señor Jesucristo, para ser depositado en los brazos de la Misericordia del Padre. Pienso que, desde el punto de vista religioso, el bien morir tiene estas características; es tener, también, el apoyo de la comunidad cristiana, que así como hace fiesta cuando alguien nace, debe participar en los ritos y las celebraciones sacramentales que se hacen cuando alguien fallece y no permitir que alguien fallezca sin recibir los Sacramentos en ese trance ni esperar hacerlo hasta el momento de la agonía o la inconsciencia, sino procurar que el enfermo los reciba antes y por propia voluntad. Esto es parte también de la labor de los Agentes de Pastoral y una actividad de la Iglesia, que debe administrarlos en el momento oportuno, como parte del proceso de acompañamiento que debe darse a los fieles que se espera habrán de enfrentar pronto los últimos momentos de su existencia.


¿Qué dice la Iglesia acerca de mantener la vida por medios artificiales?
La práctica médica siempre ha tenido la prudencia sobre las medidas terapéuticas que deben tomarse para prolongar la vida cuando hay posibilidades de hacerlo, o solamente para prolongar la agonía, cuando ya no existe esperanza alguna. Desde el Juramento de Hipócrates, algunos siglos antes de Cristo, se señalaba que el Médico debía abstenerse de intervenir cuando considerase que el paciente estaba ya desahuciado; es decir, de no aplicar medidas extraordinarias ni excesivas cuando no existían posibilidades de mejorar su situación.

Ésta es una praxis muy vigente desde el punto de vista teórico; pero, ahora, las nuevas orientaciones de la Bioética hablan del extremado esfuerzo terapéutico al cual se le han dado términos tales como encarnizamiento terapéutico, obstinación terapéutica o exageración terapéutica, que tienen una connotación bastante negativa y despectiva respecto a los Profesionistas de la Salud. Aunque ellos afirman que ningún Médico cae en ese encarnizamiento ni obstinación, sin embargo, más que usar o no estos términos, debería pensarse lo que es útil para el paciente en la etapa terminal; si es o no el caso de aplicar tales medidas o hacer una limitación del esfuerzo terapéutico. Lo que no está a discusión es que sí se deben propiciar y aplicar los cuidados adecuados para cada persona, como son el paliar el dolor, cuidar su higiene, su movilidad (para que no se formen llagas), ofrecerle alimentación e hidratación adecuadas. Éstos son cuidados que sí deben proporcionarse hasta el fin, pero que nada tienen que ver con alargar artificialmente el sufrimiento de la agonía, lo cual sí sería un abuso.


¿La Pastoral de la Salud tiene algún acercamiento con el Sector Salud?
Sí lo tenemos. Algunos Sacerdotes de esta Pastoral son parte de los Comités de Bioética que existen en casi todos los Hospitales (algo que deben tener por obligación); Comités que son los encargados de dar orientación al Equipo Médico, ya que quienes toman las decisiones son estos Profesionistas, pero siempre necesitarán saber si lo que están haciendo es ético o si quieren despejar alguna duda, que es cuando interviene el Sacerdote. Éste también suele ofrecer apoyo y orientación cuando surge algún conflicto entre los Médicos y los familiares del enfermo.


Han surgido varios intentos de Ley sobre la Eutanasia o Voluntad
Anticipadas. ¿Cree usted que cada quien es libre de decidir sobre la terminación de su vida?

Ante todo, hay que distinguir la diferencia entre voluntad anticipada y eutanasia. Lo primero puede ser algo bueno y podemos hacerlo cada uno de nosotros; es decir, dar orientación, en particular a nuestros seres queridos, sobre decisiones que va a sernos difícil o imposible tomar en una situación de enfermedad terminal. Es algo que yo encuentro muy positivo para enfrentar situaciones y tomar resoluciones a la hora en que alguna persona ya no puede hacerlo por propia voluntad. Por eso es recomendable tratar este asunto con nuestros padres, hijos, esposos, etc., de manera que cuando se presente la situación, que se tendrá que presentar, nuestros familiares no se vean en la penosa situación de hacer algo en contra de nuestra propia voluntad.

Por otra parte, la Eutanasia es un tema muy complejo; pero, ante todo, tomemos en cuenta que nadie pide la Eutanasia por una enfermedad de la que pueda sanarse, sino que siempre se habla de ella cuando está presente una enfermedad incurable, extremadamente dolorosa, en estado terminal, cuando ya no hay una calidad de vida (no sólo físicamente, sino psicológica y mentalmente) ni autonomía. El problema de la Eutanasia viene por falta de respuestas alternativas; no obstante, una de las respuestas que se está implementando en el Sector Salud es la referente a los Cuidados Paliativos. En 2009 se reformó la Ley General de Salud y se instituyó esta práctica en todos los Hospitales.

Los Cuidados Paliativos ni aceleran la muerte ni aplazan el sufrimiento, porque la muerte es un hecho natural que inevitablemente llegará, pero se trata de que los pacientes vivan ese tiempo de agonía con la mayor dignidad posible. Consiste en dar alivio al dolor físico, cuidar los síntomas o daños generados por la enfermedad, pero también ofrecer al enfermo atención psicológica y espiritual. Es un avance que en esta Reforma de Salud aparezca la palabra “espiritual” sin entrar en temas de Religión, pero reconociendo que todo paciente tiene derecho a recibir apoyo espiritual. Por ello, es importante que el Personal que ofrece estos cuidados, además de ser profesional, esté consciente de que la persona necesita estar preparada para dar el difícil paso de la muerte.


¿Hay diferencia entre las personas que mueren con los Cuidados Paliativos y las que fallecen sin ellos?
Los Cuidados Paliativos se suministran hasta que la muerte llega y, desde luego, que existe una diferencia muy grande, y se nota principalmente en el aspecto emocional y espiritual. Debemos tomar en cuenta que ésta es una disciplina relativamente nueva y que hay Hospitales y Personal Médico (Doctores y Enfermeras) que no la conocen ni la aplican, pero ya algunas Universidades que la han incorporado a sus Planes de Estudio o ofrecen cursos especiales. Aunque lo óptimo sería que estos cuidados no sólo se dieran en los Hospitales y Centros de Salud, sino que se ofrecieran también en los domicilios particulares de los enfermos terminales, donde se involucrara tanto Personal Médico como a los Agentes de Pastoral de la Salud de cada comunidad parroquial, con la intención de que los moribundos no tuvieran que fallecer en el hospital, sino que lo hicieran bien atendidos hasta el último momento, en su casa y rodeados por los suyos.


¿Cómo debemos enfrentar la muerte los cristianos?
La muerte es un fenómeno natural y que muchas veces sentimos como una derrota de la Ciencia y de la Medicina. Sin embargo, bajo la perspectiva cristiana, la muerte es un paso pascual, un paso a través de ese umbral que nos conduce a la vida definitiva.


Servicio de Auxilio Nocturno Espiritual (SANE)

Acompañamiento a los cristianos para un “buen morir”


La función de este organismo es ser un servicio espiritual de emergencia para los moribundos, y busca atender las últimas necesidades del cristiano que se encamina hacia la eternidad, fortaleciéndolo con la Palabra de Dios y la administración de los Sacramentos.


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Sonia Gabriela Ceja Ramírez


El año pasado, este servicio, surgido en la Arquidiócesis de México y rápidamente adoptado por la Iglesia de Guadalajara, cumplió 40 años de acompañar a quienes están partiendo de este mundo.

“En nuestra Arquidiócesis surgió la gozosa noche del 16 de junio de 1973”, refirió Mons. Francisco Casillas Navarro, Asistente Eclesiástico de SANE y Capellán del Templo Expiatorio Eucarístico Dicocesano.

Reiteró que aquella fue una noche gozosa porque atender por las noches a los hermanos moribundos, viviendo un adviento con una Fe profunda, seria y generosa, debe ser un privilegio.

“Atendemos sólo a los enfermos graves; a los enfermos que ya tienen tiempo con cierto equilibrio en su enfermedad, se les atiende de día. SANE trabaja de las 10 de la noche a las 6 de la mañana”, añadió, y no sólo se atiende a los nosocomios, sino también se hacen visitas a domicilios particulares cuando es necesario.


Sólo para urgencias

Respecto a en qué momento es necesario llamar al Sacerdote si tenemos un ser querido enfermo, Mons. Casillas ilustró: “Evidentemente, lo mejor es cuando empieza la enfermedad, pero en caso de que no haya sido atendido en el día y se ve que está grave, es necesario que se atienda en la noche. No se trata de que venga el Padre a platicar, sino que es un Sacramento de emergencia”.

El servicio que SANE ofrece “es una invitación a vivir con Fe, completando la Pasión de Cristo en cada uno, como lo refiere San Pablo. Esto significa que ofrezcan su enfermedad, y que la familia ofrezca sus sacrificios y su caridad. El Sacramento consiste en oración, pidiendo perdón de los pecados, dando la absolución, la bendición papal y ungiéndoles en la frente y en las manos.

“En ocasiones la gente no llama al Sacerdote porque piensa que recibir la extremaunción es como una llamada a la muerte. Por eso es necesario extender la Catequesis para que la gente sepa que en cualquier enfermedad el paciente debe ser ungido”.



Este año hemos atendido 977 casos, 200 más que el año pasado, tan sólo en SANE Poniente.



No es cuestión de broma

“Afortunadamente, la gente toma bastante en serio nuestro servicio y con edificante atención. En algunos casos y en algunos hospitales se siente un poco de frialdad, pero en otros no. Por ejemplo, una noche me tocó, a la una de la mañana, ir al Centro Médico de Occidente, y en un cuarto de tres camas con tres enfermos, las Enfermeras me recibieron y me preguntaron: ¿Podemos rezar junto con usted?”

“Pero también me he encontrado con que alguna vez me preguntan: ¿A qué vino?’ En fin, y es que cuando el enfermo ya está con irrigación débil, dice muchas incoherencias y hay que tener paciencia. Pero, en general, es muy bien recibido el Sacerdote a cualquier hora”.


Una labor de Laicos y Sacerdotes
Cada uno de los SANE (cuatro en la Zona Metropolitana) dispone de 31 Sacerdotes que hacen guardia una noche al mes. Además, se cuenta con la participación de aproximadamente 90 Laicos, tres por noche, que tienen como función abrir el Centro, recibir al Sacerdote en turno, dos de ellos acompañarlo cuando va a un servicio, y el otro quedarse para atender el teléfono.

SANE no recibe donativos económicos. Cada Sacerdote paga su gasolina y ofrece su tiempo, y no recibe ningún tipo de retribución en dinero.

Hay noches en que se atiende hasta a 10 enfermos; otras en que sólo a uno, y noches en que ninguna llamada se recibe.


¿QuÉ sería una buena muerte para un cristiano?
“Que viva en Gracia de Dios, que ratifique su Fe, que esté bien convencido de actualizar su Esperanza y busque el Cielo.

“Para un buen morir se requiere vivir en Gracia de Dios.

“Es necesario que busquemos vivir la perfecta comunión en la Iglesia, la Comunión de los Santos, a los que invocamos todos los días. Vivir siempre en la oración por la Iglesia Purgante. Debemos recordar que en las Misas diariamente se pide por todos los difuntos”.


¿Qué pasa si morimos sin recibir la unción?
“Primero está el arrepentimiento personal, que Dios valora”, advirtió Monseñor Francisco Casillas Navarro. “Dios siempre perdona a todo aquel que se arrepiente para que sea salvado.

“Cuando los Sacerdotes llevamos el Sacramento, incluso si el enfermo lo rechazara y no quisiera arrepentirse, todavía habría una lucha, si es que en ese momento ya no está cuerdo, en esos casos, ya interviene la pericia pastoral nuestra, que estará iluminando ahí la acción del Espíritu Santo”.


Teléfonos de Emergencia

SANE Norte (Vicarías Nuestra Señora de Zapopan y Santa Cecilia): 11-99-87-47

SANE Sur (Vicarías Nuestra Señora del Rosario, Toluquilla, y Nuestra Señora de Lourdes): 36-84-19-04

SANE Poniente (Vicarías del Santuario de Guadalupe y de los Santos Mártires): 38-25-13-48

SANE Oriente (Vicarías de San José de Analco, San Andrés y San Pedro): 36-17-23-12 y 36-17-25-24.


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