jueves, 23 de octubre de 2014

Reflexión en los 50 años de un Sacerdote

El Concilio y los Presbíteros ¿Qué ha pasado?


Pbro. Alberto Ávila Rodríguez


El Padre Miguel Rodríguez García mira su tarea sacerdotal en retrospectiva y reflexiona asimilando la respuesta de Pedro a Jesús en el relato de Lucas: “Maestro, estuvimos toda la noche intentando pescar, sin conseguir nada; pero sólo porque Tú lo dices, echaré las redes”.

Él ha sido Maestro de muchas generaciones y está cabalmente cumpliendo 50 años de Sacerdote este 25 de octubre. Nació para el sacerdocio ministerial en Roma, durante los días de la III Sesión del Concilio Vaticano II, y lleva en su alforja años de enseñanza bíblica, de continuador de las reformas litúrgicas en la Arquidiócesis y desde las aulas del Seminario durante décadas. Es un hombre que mira a profundidad su ser y su quehacer en el Presbiterio. La Metafísica, la Preceptiva Literaria, la Música en la ejecución y la apreciación, son parte de su bagaje cultural como maestro.


En el receso del recreo


Sacerdocio y Concilio, fuente de renovación

Rememora… “Aquellos días eran tiempos de cambio, de renovación, de retorno a las fuentes. Había ebullición de ideas, replanteamiento de problemas, cuestionamientos muchas veces radicales. Los enfrentamientos de enfoques teológicos contrastantes fueron, por mucho tiempo, pasto para los Medios de Comunicación; pero el peso aplastante de esta visión superficial de los Medios no logró impedir la percepción de la presencia del Espíritu de Dios, que realizaba su obra de comunión en el testimonio vivo…”

Hubo por aquellos días, y los hay hoy, pensamientos claves: “…enseñar hacia la docilidad a la Palabra de Dios; la dignidad del Sacerdote-Ministro al servicio fraternal. Fue una Gracia inapreciable haber recibido la Ordenación Sacerdotal, no sólo sin temores, sino con el firme propósito de no esperar pasivamente las transformaciones que, sobre la figura del Sacerdote, la época conciliar iba delineando”.

También da cuenta de las dificultades que se presentan en todas las épocas: “¡Es tanta la fragilidad humana! ¡Y pesa tanto el lastre de la Historia, de una Cultura, de un medio social! ¡Y van en sentido tan opuesto las expectativas de la gente! ¡Y es tan fácil contemporizar cuando todo es a favor de uno!”

Por otra parte, el Padre Miguel es puntual al afirmar: “Siempre he dicho que los Aniversarios de Ordenación son más ocasión de penitencia que motivo de fiesta. O en todo caso, motivo de fiesta por la oportunidad de conversión que nos brindan”.


Arribo a los 50 años de Presbítero

Con transparencia, y no sin poco dolor, expresa: “He optado por reflexionar, desde el Evangelio, sobre el hecho de que, 50 años después del Concilio, poco o nada hemos logrado modificar. Es una realidad que, como Iglesia, proyectamos una imagen de estructura piramidal… Para la mayoría, hay en la Iglesia dos estamentos, dos niveles: jerarquía y fieles. Los Presbíteros hemos estado usurpando, unilateralmente, el concepto de Sacerdote con menoscabo del Sacerdocio Bautismal… con repercusiones concretas en la manera de ver nuestra realidad en relación con la comunidad”.

Luego enfatiza una convicción bíblica, que ratifica el Concilio: “Obispo, Presbítero y Diácono, no son dignidades; son tareas, funciones, responsabilidades que no nos proyectan por encima de los demás ni hacen de nosotros una casta aparte, sino todo lo contrario”. En los Documentos conciliares está la base para “repensar la iglesia de Jesús… Pueblo de Dios y Jerarquía”. “El Presbítero no es el que celebra la Eucaristía; la comunidad es la que celebra; a los Presbíteros nos corresponde presidir. Todos nosotros compartimos ese sacerdocio por el Espíritu que el Bautismo hizo de nosotros hijos adoptivos del Padre Celestial”.


Tareas pendientes

Don Miguel plantea unas conclusiones breves, interesantes, pero que son torales para la comprensión de las tareas del Presbítero en la hora presente. “Si somos hijos en el Hijo, nos toca corresponder con fraternidad y sin paternalismos. Si somos Profetas con Jesús, Palabra personal con que el Padre nos interpela, hagamos extensiva a todos, sin excepción, su invitación a la Fe. … ¿Cuál es la tarea específica del Presbítero? El Libro de Los Hechos describe cuatro acciones fundamentales: Escuchar las enseñanzas de los Apóstoles; vivir unidos; participar de la fracción del pan, y perseverancia en las oraciones”.

Anota en su reflexión, ya casi para terminar: “El Cardenal Martini cree redescubrir el ministerio del Presbítero en la comunidad cristiana como presidencia en la caridad. …la presidencia del Presbítero es obediencia, testimonio, adhesión a la presidencia que Jesús, con todo su Amor ejerce en la Iglesia y en toda la Humanidad…” “No hemos asimilado las riquezas del Concilio ni hemos proyectado la imagen ante los demás y que dificulta la maduración personal de nuestras comunidades, debido a un paternalismo sobreprotector”.

Y acota, finalmente: “Si la tarea pendiente es recuperar las acentuaciones que el Concilio ofreció para la reflexión sobre la iglesia en las comunidades, al menos desaparezcamos el obstáculo de nuestra mentalidad elitista y tomemos conciencia de que en la Iglesia nadie es más que los demás.


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