jueves, 16 de octubre de 2014

Testimonio de un Sacerdote que visitó Tierra Santa

Respirar a Cristo, transpirar a Cristo


«La Encarnación es el máximo testimonio de Fe, y de Amor de Dios».

San Agustín.


Pbro. Adrián Ramos Ruelas

Roma, Italia


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La verdad, nunca pensé en mi vida visitar Tierra Santa, y no precisamente por falta de entusiasmo, sino por la lejanía, por la dificultad en conseguir recursos económicos y por la falta de tiempo.

Visitar Tierra Santa, hay quien dice que es conocer “el Quinto Evangelio”. Ahora que, gracias a Dios, tengo la suerte de realizar estudios en Roma, he buscado aprovechar esta oportunidad y he logrado, al fin, estar en la tierra que vio nacer, crecer, morir y resucitar al mismo Dios. Sí, la tierra de Jesucristo, de María, de los Apóstoles, del nacimiento de la Iglesia, visitada por cientos de miles de turistas a diario, es, en realidad, una tierra bendecida, aunque no menos conflictiva, como podemos cerciorarnos también a través de los noticieros.


DON COMO CRISTIANO Y SACERDOTE

¿Qué puedo destacar de esta maravillosa y única experiencia? Ante todo, aquello que abona a mi vida como creyente cristiano y como Sacerdote. Como cristiano, he podido conocer algunos lugares mostrados en los Evangelios, que inspiran a seguir las huellas de Cristo: su Nacimiento en Belén; su vida en Nazareth; la Sinagoga donde leyó la Escritura; su Bautizo en el Río Jordán; el Monte de las Tentaciones; la conversión de Zaqueo; la unción en Betania; su encuentro con la samaritana; algunos milagros; el episodio de la Transfiguración, etc.

Y como Sacerdote, recuerdo con mucha alegría mi permanencia junto al Mar de Galilea; el llamado de los primeros discípulos; el Sermón de la Montaña; la Última Cena en el Cenáculo, y los lugares santos de Jerusalén que dieron comienzo a su Misterio Pascual: el Huerto de Getsemaní; el Gallicanto, donde Pedro negó al Maestro y, obvio, el Santo Sepulcro, donde fue puesto su Cuerpo, que había de resucitar al tercer día, y el envío de los Apóstoles, en Pentecostés.

Pisar esos terrenos es respirar a Cristo, es entrar en contacto con su Persona de manera especial, única. Es toda una experiencia espiritual. Cada lugar evocativo invita a la oración.

Además, he tenido la oportunidad de conocer algunos otros sitios que tienen también conexión con la Historia de la Salvación (el Monte Nebo, donde murió Moisés; el Mar Muerto; Gerasa; Cesarea de Filipo; Cafarnaúm, etc.)

Igualmente, algunos espacios atractivos por su Geología, como la Fortaleza de Masada; las Cuevas de Qumrán; Petra, etc.


PORTADOR DE CRISTO

Puedo decir, con propiedad, que los frutos han sido abundantes. Después de respirar a Cristo durante dos semanas, buscaré ahora la ocasión para “transpirarlo”. Conocer Tierra Santa no es sólo pasar días agradables como simple turista; es comprometerse a anunciar a Cristo, a portar su Mensaje de Paz a un mundo dividido por las discordias y por intereses egoístas.

Para mí, como Sacerdote estudiante, ha significado el profundizar en el infinito Amor que Jesús tuvo por la Humanidad. Contemplar el “suceso”JESUCRISTO desde su Nacimiento hasta su Muerte, y más allá de ella, me ha animado y me ha hecho gozar la vida dándole un sentido profundo.

Agradezco a Dios, primeramente, el haberme permitido conocer la tierra en la que un buen día quiso encarnarse para quedarse para siempre entre los hombres. Agradezco también al Equipo Organizador de la Pontifica Universidad Salesiana, la cordial invitación a vivir esta inolvidable excursión. Finalmente, agradezco a los compañeros, 42 en total, entre Sacerdotes, Religiosas y Laicos, por esta aventura edificante que vivimos juntos, y a todos mis familiares y bienhechores que hicieron posible que este sueño se hiciera realidad y se convirtiera en tiempo de Gracia para mi formación.

Ruego a Dios por todos los que, no teniendo oportunidad de visitar Tierra Santa, creen de todo corazón que el Señor se nos ha hecho cercano y está presente en cada corazón que lo recibe con gozo.


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