jueves, 30 de octubre de 2014

Un Pueblo Mágico y con enormes desafíos

Nuevo Obispo


“Fieles de Tacámbaro, adóptenme como parte de ustedes”.


Catedral y nuevo Obispo (1)


Pbro. Alberto Ávila Rodríguez


Multitud de familias de la Región de Los Altos de Jalisco y de 14 Municipios de Michoacán que conforman una Diócesis singular, se dieron cita en el “Cerro Hueco”, un paisaje hermoso de bosque y mirador hacia las depresiones y cañadas de la sierra, jardín de la comunidad, con una ventana hacia el pueblo, para celebrar ahí la llegada de su nuevo Pastor.

En un ambiente y escenario de oracion y cánticos, de pinares lavados después de horas lluviosas, se llevó a cabo la Ordenación Episcopal de Monseñor Gerardo Díaz Vázquez, el flamante Prelado.

Fue en la Fiesta Litúrgica de San Juan Pablo II, el miércoles 22 de octubre, en medio de una asamblea multitudinaria, cuando se ungió al VIII Obispo de Tacámbaro, Pueblo Mágico, diminuto valle entre dobleces caprichosos de las montañas y arroyos, repleto de pinares, aguacatales, flores de múltiples colores y de frescura siempre nuevas; balcón increíble que mira hacia Tierra Caliente antes de abandonar por los faldones el macizo de la Sierra Madre Occidental.


Sus características

En medio de todo esto, está enclavada la nueva encomienda pastoral de Monseñor Díaz Vázquez, en una región bendecida por la mano de Dios, aunque golpeada por innumerables y graves problemas sociales, si bien no exclusivos de allá. De ellos, ya se han ocupado con profusión los noticieros en los últimos años, pues también aquí llegan los mismos caminos de un Michoacán bordado con pedruscos de pobreza y marginación, pero también de trabajo, educación, riquezas culturales y manufacturas artesanales, así como de una religiosidad arraigada desde las épocas de las grandes Misiones de los Padres Agustinos, y rica hasta el presente; pero, sin duda, rayando siempre en la necesidad de purificación y de compromiso.

Acompañamiento en espíritu de oración

La ceremonia de Ordenación, presidida por el Nuncio Apostólico, el Arzobispo francés Christophe Pierre, y los Obispos Co-consagrantes: Javier Navarro Rodríguez, de Zamora, y Felipe Salazar Villagrana, de San Juan de los Lagos, estuvo enmarcada por una multitud de fieles procedentes de los 14 Municipios michoacanos que conforman esta Diócesis, así como por entusiastas acompañantes venidos de distintas Parroquias de Los Altos de Jalisco, y sobre todo, solemnizada por la presencia orante y fraterna de otros 21 Obispos, quienes concelebraron la Eucaristía con miembros del Clero local, que tiene un total de 84 Sacerdotes, así como con el grupo de Presbíteros representativos de la Diócesis alteña, lugar de origen del Obispo recién consagrado.

Son comunidades que han “protegido y escondido la afabilidad, la pureza y la inocencia de la gente campesina que ha sobrevivido y resistido al narcotráfico, a la delincuencia organizada, a la extorsión, la comercialización ilegal y demás problemas que aquejan a la Sociedad moderna”, señaló claramente el Rector del Seminario Diocesano, Padre Abel Pedroza. A esta radiografía espiritual y social de la región también se refirió Monseñor Javier Navarro en la homilía, exhortando a toda la grey a enfrentar con sentido cristiano estas situaciones que tanto han golpeado a la población michoacana. Sus palabras invitaron a una reflexión, apoyada con profusión de citas bíblicas y el tratamiento valiente de asuntos que tanto han lastimado a todos.


La voz del Pastor y la escucha

El mismo recién consagrado Obispo, al dirigirse a la Asamblea, consideró que “…tengo que ir construyendo el Reino de Dios, y a Él le pido la capacidad de escuchar y la sabiduría para ver más allá de mis propios intereses… Reconozco las situaciones difíciles de todas las familias; pero, como el Buen Samaritano, quiero consolarles con el aceite de la bondad y el vino de la alegría… Invito, a todos los Laicos comprometidos, a llevar lo mejor a las familias, pues ahí está la frontera de la Nueva Evangelización, como se ha dicho en el reciente Sínodo”. Y concluyó pidiendo: “Adóptenme como parte de ustedes”.

Los pies del mensajero tendrán que recorrer lo largo y ancho de la geografía diocesana: desde las montañas del Cerro de las Nieves, en el límite con la Arquidiócesis de Morelia, pasando por el Cerro de la Barra, hasta llegar a los macizos de Condémbaro, en colindancia con la Diócesis de Apatzingán. De este lugar proseguirá hacia los montes de la Cañada de Atijo, la Mesa de Casanga, los Cerros de Mariana y Purungeo, hasta dar con los picos rocosos de Tunzantla y las montañas limítrofes con el Estado de México.

El nuevo Prelado tiene en su escudo una insistencia y una motivación muy personales: Servir, pues quiere ser para su comunidad como el ejemplar “Servus”, pero que a la vez porfía en “trabajar por el Reino de Dios ante tanta violencia, pobreza, falta de compromiso cristiano, pues ciertamente abunda la Fe limpia como de un niño, pero falta madurarla en el compromiso.”

Para concluir con la Ceremonia de Consagración se ratificaron los nombramientos a todos los Presbíteros y dio inicio la fiesta de los aplausos y los abrazos. Un convivio final, con platillos regionales, fue servido a los convidados, y a éste se acercaron los fieles de las distintas Parroquias que acudieron, itacate en mano, para compartir las viandas y el jolgorio de la música que amenizó la fraternal reunión.

En el Altar de la Catedral, y en el corazón de muchos fieles, quedó una hermosa imagen de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, que fue obsequiada para que proteja la nueva encomienda de Monseñor Gerardo.

“Bienvenido a caminar con este Presbiterio que pudiera dar la impresión de estar cansado, y cuya planeación pastoral no ha dado los frutos esperados. Muchas ilusiones han quedado a lo largo del camino, y se hace necesario recogerlas y revivirlas en esta nueva etapa…”


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