jueves, 23 de octubre de 2014

Fray Andrés de Urdaneta

Todo un personaje en la Historia de Barra de Navidad


Salvador y Maldonado


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Ya pasaron varios siglos y el Fraile Agustino Andrés de Urdaneta sigue vigente en los Anales de la Comunidad de Barra de Navidad, un poblado costeño jalisciense, cuyo pasado, como sede de un astillero en la época colonial, y punto de unión marítima con el Oriente, se mantiene en la memoria colectiva, según afirmó el Cronista de Cihuatlán, Luis Dávila.

Al respecto, el Sacerdote e Historiador tapatío Tomás de Híjar Ornelas, Cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara, destacó el peculiar perfil de este Religioso de la Orden de San Agustín, quien fue conocedor de las rutas de navegación de su tiempo, de manera tal que se concretara la admirable gesta de llegar desde la entonces Nueva España hasta las tierras asiáticas, haciendo una eficaz mancuerna con Miguel López de Legazpi, a quien se le reconoce como el Conquistador español de las Islas Filipinas.

En varias fuentes de su biografía se cuenta que su hazaña de navegación no le trajo reconocimiento a su persona, a pesar de la enorme trascendencia que tuvo el trayecto como una ruta comercial por varios siglos.

El Padre De Híjar resaltó que la vasta sapiencia del Fraile, como navegante, fue el factor clave que trajo consigo la elaboración del derrotero conocido como tornaviaje entre las tierras mexicanas (entonces novohispanas) y varios enclaves de tierras de la Cuenca del Océano Pacífico, como las Islas Marianas y las Islas Filipinas.

Por su parte, el Cronista cihualteco hizo notar que cada año, en la fecha del 21 de noviembre, en Barra de Navidad se realiza un acto conmemorativo (al que asisten integrantes de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco), en el que se hacen patentes los lazos en común de este lugar con las Islas Filipinas, lo que remite a la gesta del Monje Agustino.

Este narrador pone de relieve que en el astillero de Barra de Navidad se construyeron las naves que llegarían a Filipinas bajo la conducción del referido Fraile vasco, cuya hazaña naval supuso el establecimiento de una ruta comercial vigente por varios siglos en la Historia de la Humanidad .


Intercambio religioso y cultural

El Padre Tomás de Híjar también trajo a colación que México y Filipinas (el país con más católicos en Asia) han compartido tanto rasgos comunes en su religiosidad como en devoción a las imágenes de Jesucristo. Citó, en el caso filipino, la profunda veneración que se profesa al Niño de Cebú, y también enfatizó que los Agustinos, Orden Religiosa del afamado navegante, fueron los protagonistas en la evangelización filipina, a la manera que lo fueron los Franciscanos en tierras mexicanas, cual ocurrió en Jalisco.

A su vez, el mencionado Cronista de Cihuatlán hizo referencia a una tradición mexicana muy arraigada, que es resultado del intercambio cultural con Filipinas: las peleas de gallos, que tienen su raíz en ese archipiélago del Océano Pacífico. También refirió que la popular bebida de la “tuba” de Colima, un licor fermentado a base de palma, tiene su origen en las islas tágalas. En el caso de Jalisco, la relación con Filipinas se ha dado también con la existencia de un Consulado en Guadalajara, que ya ha cumplido varias décadas.


Para Saber
Fray Andrés de Urdaneta nació en 1508 en Villafranca, Guipuzcoa, en el país vasco. Fue asistente del famoso navegante portugués Sebastián Elcano, con quien se integró a trabajar en 1525. Fue soldado y participó en la conquista portuguesa de Filipinas, donde aprendió el idioma tágalo. Se regresó a España. Conoció al conquistador Pedro de Alvarado. Terminada la Guerra del Mixtón, en el Occidente de la entonces Nueva España, fue nombrado Corregidor de la mitad de los pueblos de la entonces Provincia de Ávalos, lo que hoy supone el Sur de Jalisco y Colima. Su ingreso a la Orden Agustina fue en 1553, cuando tenía 45 años. En 1559, el Emperador Felipe II le ordenó incorporarse a la expedición a Filipinas bajo el mando de Miguel López de Legazpi. Regresó a su convento en 1566 y falleció en la Ciudad de México en 1568. (Aportación del Catedrático del ITESO, Juan Real Ledezma).


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