La Zapopana, 25 años como Patrona de la Arquidiócesis
Se refrendó -este 11 de octubre- el Título de la Virgen de Zapopan
como Patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara.
Mónica Livier Alcalá Gómez
En medio del fervor de miles de fieles, de los alumnos del Seminario de Guadalajara, de miembros de la Orden Franciscana y de Sacerdotes del Presbiterio tapatío, se llevó a cabo, como ya es tradición, la Celebración Eucarística en honor de la Patrona de la Arquidiócesis, sobre la explanada del Instituto Cultural Cabañas, y que fue presidida por el Obispo Auxiliar Juan Humberto Gutiérrez Valencia y concelebrada por los demás Auxiliares: José Leopoldo González González, José Trinidad González Rodríguez y Miguel Romano Gómez, así como por el Obispo de Aguascalientes, José María de la Torre Martín.
La venerada imagen llegó en punto de las 6 de la tarde para comenzar la Eucaristía donde se refrendaría, por una año más, su protección y acción sobre esta Arquidiócesis, iniciativa que fuera promovida por Monseñor Juan Jesús Posadas Ocampo, entonces el octavo Arzobispo de Guadalajara y después Cardenal de la Santa Iglesia.
Arzobispos generosos y entregados
Durante la Homilía, el Obispo celebrante recordó que la conmemoración adquiere en este año una relevancia especial, dado que coincide con el 150º Aniversario de la Creación de la Provincia Eclesiástica de Guadalajara, así como con los 25 Años del feliz Patronazgo de La Zapopana sobre esta Arquidiócesis: “Fue el 17 de marzo de 1864, en la Parroquia de Lagos de Moreno, donde el último Obispo y primer Arzobispo de Guadalajara, don Pedro Espinosa y Dávalos, hizo efectiva la Bula Romanae Ecclesia, promulgada un año antes por el Papa Pío IX, con la cual el Obispado tapatío era separado de la Diócesis Primada de México, de la que dependió durante más de 300 años”.
El Prelado hizo luego un recuento de cada Arzobispo que ha pasado por esta Iglesia local, diciendo: “Es bueno recordar algunas de las obras realizadas por sus Arzobispos: Don Pedro Espinosa, valeroso y ecuánime en los años de graves conflictos religiosos; Don Pedro Loza y Pardavé, creador de las Escuelas Parroquiales y restaurador del Seminario Conciliar; Don José de Jesús Ortiz y Rodríguez, llamado el ‘Padre de los Obreros’; el Siervo de Dios, Don Francisco Orozco y Jiménez, de admirable fortaleza en la tribulación, quien por su fidelidad a Dios y a la Iglesia sufrió varios destierros; el primer Cardenal mexicano, Don José Garibi Rivera, constructor y restaurador de la paz social; el virtuoso Cardenal Don José Salazar López, a quien tocó llevar a la práctica las reformas y orientaciones del Concilio Vaticano II y tuvo la suerte de recibir al más ilustre de los huéspedes en nuestra Patria: el Papa Juan Pablo II; el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, iniciador del II Sínodo Diocesano; el Cardenal Don Juan Sandoval Íñiguez, quien concluyó el II Sínodo, llevó a feliz término la Canonización de los Mártires Mexicanos e inició e impulsó la construcción de su Santuario. Además, obtuvo la Sede del 48° Congreso Eucarístico Internacional; y el Cardenal Don José Francisco Robles Ortega, quien en estos momentos representa al Episcopado Mexicano en el Sínodo en Roma”.
La Virgen, presente en la historia diocesana
También Monseñor Gutiérrez Valencia hizo mención de los momentos, tanto felices como de agobio que ha tenido Guadalajara en su historia arquidiocesana: “En la segunda mitad del Siglo XIX se llevó a cabo la separación de la Iglesia y el Estado, muchas veces no sin enfrentamientos y vicisitudes entre las diversas facciones, liberales y conservadoras. Se tuvo una separación hostil, donde el Estado mexicano intentó someter a la Iglesia Católica, despojándola y anulando su presencia en la vida pública de la Sociedad; arrinconándola en los templos y sacristías. Expresión clara de esa represión fueron las Leyes de Reforma”.
Resaltó, asimismo, el Obispo, que en medio de toda la Historia de la Diócesis, siempre ha estado presente la figura de La Zapopana, que se encuentra ya desde 1530 en nuestra ciudad, por lo que a Ella se le debe su intercesión ante estas circunstancias difíciles, desde la Independencia, pacífica en nuestro Estado, hasta la recuperación milagrosa del Lago de Chapala, del que es Reina.
Al finalizar la Misa, se impartió la Bendición con la imagen peregrina, para después continuar con su recorrido entre las plegarias y cánticos del Rosario a través de la Plaza Tapatía y la calle peatonal Morelos, luego la Avenida Hidalgo, hasta arribar a la Catedral Basílica Metropolitana, donde miles de fieles ya la esperaban para rezarle, cantarle, llevarle “serenata” y velarla toda la noche previa a su despedida, que ocurrió al amanecer del día siguiente, cuando tomaría rumbo hacia su Casa, la Basílica de Zapopan.
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