Lupita:
Mi matrimonio se desbarata; estoy de rodillas, y desde hace mucho tiempo ya no puedo más. Él no deja el alcohol; se emborracha muy seguido y no veo que quiera estar bien conmigo. Dice que no sabe lo que quiere, falta a la casa a cada rato, llega de mal humor y me pone a mí de malas. Nos gritamos, nos ofendemos, lastimamos a nuestros hijos; se me acabó la paciencia. Ayúdame, por favor.
Eloísa I.
Querida hermana en Cristo,
Eloísa:
Séneca decía: “Para aquél que no sabe a dónde va, cualquier viento le es contrario”.
La mayoría de las dificultades matrimoniales surge de una falta de formación humana integral. Estamos casándonos inmaduros, y tal inmadurez continúa a lo largo de los años. Por falta de conocimiento de la dignidad de la persona, permitimos abusos y atropellos que, de ninguna manera, son deseo de Dios para el matrimonio.
Desconocemos, asimismo, los deberes de los casados, y entonces nuestra convivencia se torna difícil.
Un matrimonio implica compromiso, donación, entrega mutua, crecimiento moral, emocional y espiritual de parte de los dos.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:
2207 La familia es la “célula original de la vida social”. Es la sociedad natural donde el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la Sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, pueden aprenderse los valores morales, comenzar a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad.
Y también señala:
2383 La separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial puede ser legítima en ciertos casos, previstos por el Derecho Canónico.
Tu esposo no ha hecho su parte; pero tampoco tú.
La oración -tu gran acierto- está consiguiendo que toques puertas adecuadas y que te decidas a salir de este embrollo del mejor modo posible: preparándote. La oración que no te lleva a un cambio real en dirección de la virtud, es estéril. ¡Oración y acción!
Los Evangelios nos presentan a Jesucristo obrando milagros, y con frecuencia Él pide nuestra Fe y nuestro esfuerzo. A Martha y María, frente a la tumba de Lázaro, les dijo: “Muevan la piedra”, y enseguida devolvió la vida a su amigo (Jn. 11). Él te dice: Fe, oración y mueve la piedra; es decir, ¡haz todo lo que esté en tus manos!
Actúa siendo mejor persona y poniendo límites claros; ustedes han de formar un matrimonio al estilo divino. Él debe procurar ayuda para liberarse de la esclavitud del alcohol; exígeselo. Busquen la reconciliación comprometiéndose cada uno a hacer su parte. Si este pacto no se da, entonces será mejor vivir separados.
Pero recuerda que Dios quiere a las familias unidas. Te invito a que permanezcas fiel a Cristo poniendo lo mejor de ti misma hasta el extremo. Ora intensamente para que Jesucristo reine también en el corazón de tu esposo. Empieza tú a ser esposa ideal, de cara a Dios. Invoca a María Santísima, tu poderosa intercesora; sé devota de su Corazón Inmaculado, y Ella te concederá las Gracias necesarias para imitarla y hacer del amor, la fuerza que transforme tu realidad y la de tu hogar.
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