jueves, 16 de octubre de 2014

Detalles en torno a los Padres Sinodales

Pasta, vino y café


Pbro. Carlos Javier Díaz Vega

Roma, Italia


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La Congregación Hijas de San José, del Padre Felice Prinetti, atiende a 39 participantes del Sínodo sobre la Familia. Se pueden contar, entre ellos, a 16 Obispos y nueve parejas de esposos venidos de Iraq, El Congo, Islas Filipinas, Sudáfrica, Rwanda, Chile, Australia, Brasil, Guatemala, Costa Rica, India, Bangladesh, Sierra Leona, Kazajistán, Bahamas y otros países.

Los momentos de encuentro que sostienen en esta Casa de Huéspedes son: la Eucaristía, que se celebra poco antes de las 7 de la mañana, alternando el idioma, ya sea italiano, español o inglés, y el tiempo de las tres comidas. Durante las sesiones de las Asambleas del Sínodo cuentan con el servicio de traducción simultánea; sin embargo, al momento de llegar a la Casa de las Madres Josefinas, es el idioma de la amistad, la alegría, la cercanía y el amor a la Iglesia lo que los une y lo que permite el entendimiento.

Testimonios recíprocos

«Yo llegué desde una semana antes que comenzara el Sínodo, pues debía atender algunas otras cosas. Les he agradecido mucho a las Hermanas su hospitalidad y generosidad. Ellas me han dicho que ésta es mi casa, y de verdad tienen toda la razón, porque así me he sentido. La verdad, tuvimos mucha suerte de que nos trajeran a esta Casa», manifestó Monseñor Rodolfo Valenzuela, Obispo de Vera Paz, Guatemala.

Por su parte, las Madres que los atienden se sienten privilegiadas porque la Secretaría del Sínodo de los Obispos les haya tenido la confianza para ofrecerles el encargo de atenderlos. No es ésta la primera vez que ellas colaboran con la Santa Sede, pues ya en 2008 hospedaron, durante un mes, a participantes del Sínodo de África, además de hacerlo cotidianamente con algunos Sacerdotes que laboran en El Vaticano.

«Nos sentimos contentas por trabajar para la Iglesia; es hermoso tener contacto con personas de todo el mundo, de lugares inimaginables. Todos se ven contentos; son muy sencillos y simpáticos; han tomado su labor con mucha Fe y espíritu de oración», señaló, sonriente, Sor Jis María.

«Nuestro Padre Fundador nos enseñó que el apostolado de la atención a los Sacerdotes es el modo de santificarnos, y eso cada una de nosotras lo tiene en la sangre», apuntó la Madre María Sabina, Superiora de la Comunidad. «Yo soy muy feliz de ver a nuestros amigos huéspedes contentos, sonrientes; nos tienen mucha confianza», concluyó la Madre, mientras servía las porciones de pasta.


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