LA MUERTE DEBERÍA
SER NATURAL
Sin tanto aparato inútil,
asistencia médica,
sin tanta absurda tecnología.
La muerte debería ser tan natural
como lo fue el nacimiento,
como cualquier acto auténtico
de la existencia humana.
La muerte debería ser natural
y no artificial,
como se acostumbra ahora.
MI MADRE
Ella no era poetisa,
pero vivió la vida bellamente,
santamente.
Era una viva santa existencial.
“Seis meses estaré yo contigo
a donde quiera que te manden,
y luego moriré contenta”.
Y así fue como se cumplió el destino:
ya vive en la casa del mañana.
Pbro. Adalberto González González.
AHORA O NUNCA
Despertaré con el primer sonido del cenzontle, y por la ventana abierta miraré el paisaje en éxtasis furtivo.
Ella andará por la pradera rondándome, descalza y fugitiva.
Yo iré bebiendo con gozo el agua linda de la luz de mi último día.
Y al hincar la tarde sus rodillas
ungidas por el sol
en la esquina surponiente del atrio
de mi templo… llegará, por fin,
toda indefensa por su gran amor
y me preguntará: ¿nos vamos?
Yo le diré, sereno:
ya ando recogiendo
mis anhelos y mis luchas.
Ella me dirá, con voz pausada,
allí junto a la puerta:
¿espero un instante?
Yo le diré, muy sorprendido:
jamás te había mirado a contraluz…
¡eres hermosa!
Ella, con un ligero rubor en sus mejillas,
me preguntará de nuevo:
¿espero hasta mañana?
Yo gritaré:
¡ahora o nunca…
quiero irme contigo
a vivir en una estrella!
VEN COMO ESTÉS
Y la ilusión postrera se quedará
de repente suspendida.
Un agudo dolor clavará su puñal
en mis quimeras,
y me dará vergüenza sentir de golpe toda mi verdad.
Repasaré confundido
mis nostalgias.
En el fondo del abismo,
mis recuerdos
temblarán desconcertados
y mi conciencia tendrá una
lucidez total.
El corazón palpitará de prisa,
Con temor de llegar pronto a la cita.
Cuando la furia que
aún me quede
comience a socavar mi Fe,
mi Esperanza y mi Amor,
lloraré un instante…
Y en tropel vendrán las voces del viento y me dirán:
No intentes detener el tiempo;
ven como estés,
no te entretengas.
A LO MEJOR
A lo mejor entonces,
aturdido por el ruido reprimido
del silencio, dudaré de la alegría
que siempre encontré por el camino.
Será solamente un
momento de abandono,
de sufrimiento y de crueldad.
Una gota de miedo
inmensurable
ahogará mi suspiros.
Terriblemente solo,
cargaré mi angustia
como una cruz de ausencias.
El viento bramará por mi desierto
y dará latigazos a mi suerte.
A lo mejor nunca nada tuvo sentido;
a lo mejor nunca amé de verdad;
a lo mejor…
Entonces,
unos brazos abiertos
me abrazarán
y haremos fiesta
por siempre.
Pbro. Cándido Ojeda Robles.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario