Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero
Amnistía Internacional (AI), una de las Organizaciones Civiles defensoras de los Derechos Humanos más importantes en el planeta, visitó recientemente Jalisco para presentar un Informe sobre la Tortura en México. La principal conclusión de esta Organización es que tan grave violación a los Derechos Humanos no sólo persiste en nuestro país, sino que se incrementa. Ni la alternancia política ni la creación de nuevas Leyes que garantizan el respeto de los derechos han logrado ser un dique para que esta funesta práctica se contenga.
Causas de la tortura
Por lo menos, podemos identificar cinco grandes causas que provocan que la tortura siga practicándose en nuestra Nación: la primera es que buena parte de las Policías del país carecen de estrategias de inteligencia e investigación para enfrentar el delito, y ante esta incapacidad generalizada, recurren a la tortura como una herramienta para ‘investigar’ a presuntos delincuentes, a pesar de que la confesión de una persona de cometer un delito no se considera una prueba contundente y definitiva. De acuerdo a AI, entre 2010 y 2013 se presentaron en México 7,000 quejas por tortura; cifra que resulta muy preocupante.
La segunda causa que propicia la existencia de la tortura es una cultura generalizada poco respetuosa de los Derechos Humanos. Frases como “los Derechos Humanos son para defender delincuentes”, son una muestra de ello. Un déficit muy importante en la cultura cívica de nuestro país se vincula con la ausencia de valores asumidos de legalidad, de deberes y de derechos. Por ello, pensamos que en algunas ocasiones es permisible que alguien sea torturado o tratado de forma cruel por parte de las Autoridades. Esta forma de razonar resulta inaceptable, ya que la Ley contempla claramente cuál es el castigo que una persona debe purgar si comete un delito grave: la privación de la libertad y de ciertos derechos políticos; pero en ningún caso se justifica la tortura, y sobre todo en un país donde el sistema de Justicia es tan deficiente.
La tercera causa que provoca la tortura es la lacerante impunidad que priva en México. De acuerdo con Guillermo Zepeda Lecuona, Especialista en el tema, la impunidad aquí rebasa el 95% de los casos, y prácticamente en ningún asunto importante donde haya salido lesionada la Sociedad en su conjunto, se han encontrado culpables. De acuerdo con AI, de las 7,000 quejas por tortura presentadas entre 2010 y 2013, sólo se procesó a siete personas; es decir, hay un culpable por cada mil quejas interpuestas. Ahora bien, un país que permite la impunidad en los casos de tortura, consiente la impunidad en cualquier otro tipo de delitos. Dicho de otra forma, la impunidad por tortura es la más lesiva para una Sociedad.
Y la incapacidad de dar seguimiento a los casos de tortura por parte del sistema público de Derechos Humanos se ha convertido en la cuarta causa que motiva que persista esta grave violación a esos derechos. Tanto la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) como las Comisiones Estatales, no han logrado contener esta práctica; en algunos casos, porque no tienen la capacidad técnica para determinar si existe tortura, y en otros, porque no hay la voluntad política suficiente para darle seguimiento a este problema y prefieren dedicar sus esfuerzos a casos menos estridentes y que los confronten con las Autoridades. Sea por una razón o por la otra, es un hecho que dos décadas de existencia de este tipo de organismos no han logrado erradicar la tortura en México.
La quinta causa que incide en la existencia de la tortura es que se utiliza como una forma de inhibir la disidencia política; esto es, se ha usado esta práctica para evitar que líderes sociales o defensores de Derechos Humanos continúen denunciando injusticias o violaciones a éstos. Dicho de otra forma, la tortura se ha convertido en un instrumento de represión política; situación que no sólo atenta contra los derechos de las personas, sino que es una de las peores acciones que lesionan una democracia. No es gratuito que en Gobiernos autoritarios y represores la práctica de la tortura sea recurrente y sistemática.
Breves conclusiones
Sin lugar a dudas, el Informe que presentó AI son malas noticias para todos. La persistencia de la tortura no es deseable en modo alguno y bajo ningún pretexto, por ser una de las prácticas más degradantes para las personas y porque, en una democracia, su existencia representa precisamente uno de sus mayores obstáculos.
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