Asamblea Diocesana de Pastoral 2014
No hay que pensar sólo en transformar estructuras,
sino en convertir corazones
No basta con hacer planes y programas para que nuesta Iglesia avance; se requiere la oración y la espiritualidad de comunión, destacó el Arzobispo Martín Rábago durante una reflexión general
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
El jueves 26 de junio, la Asamblea Diocesana de Pastoral experimentó un importante momento de iluminación eclesiológica mediante una Conferencia dictada por Monseñor José Guadalupe Octavio Martín Rábago, Arzobispo Emérito de León, quien desde hace algún tiempo radica en Guadalajara, y que fue invitado a disertar sobre la Espiritualidad de Comunión.
Durante su exposición, se refirió al análisis, que 20 años después de clausurado el Concilio Vaticano II, el Papa Juan Pablo II hiciera en 1985, cuando hablaba sobre los frutos de éste, pero también sobre las deficiencias y dificultades para su aplicación; entre ellas, presentar a la Iglesia como una estructura meramente institucional, privada de su ministerio.
Testificar a Cristo
El expositor invitado, quien fuera Catedrático, Formador y Rector del Seminario Diocesano de Guadalajara, señaló: “La misión primaria de la Iglesia es predicar y testificar la buena y alegre noticia de la Misericordia y Caridad de Dios. La Iglesia es como un Sacramento, signo de la comunión con Dios y también de la comunión y reconciliación de los hombres entre sí. La Iglesia se hace más creíble si, hablando menos de sí misma, predica más y más a Cristo Crucificado y lo testifica en su vida”, dijo, citando a Juan Pablo II, quien en su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte apuntaba: No dudo en afirmar que la perspectiva en la que debe estructurarse el caminar pastoral de la Iglesia es la santidad (N.M.I., 30)”.
“Y es que actualmente, continuó diciendo el Arzobispo Emérito de León, en la mayor parte de las Diócesis de nuestro país se han elaborado Planes de Pastoral que han resultado de utilidad para establecer una Pastoral más unificada, que ha permitido superar las tendencias del individualismo y de acciones paralelas y desvinculadas, pues según había señalado el propio Papa Juan Pablo II, corresponde al Obispo, con la colaboración de los Sacerdotes, los Diáconos, los Consagrados y los Laicos, alcanzar un plan de acción pastoral de conjunto, que sea orgánico y participativo, que llegue a todos los miembros de la Iglesia y suscite la conciencia misionera”.
No se ha llegado a la meta
“Después de varios años de experiencia pastoral planificada, se percibe que, no obstante los esfuerzos, los resultados no son del todo satisfactorios. Las causas son muchas, pero va acentuándose la conciencia de que se ha cargado más el peso de la actividad en la reforma de las estructuras, y que, si bien se habla también de la importancia de la espiritualidad de los Agentes, en la práctica no siempre se ha atendido con esmero esa formación permanente, no se ha calado en profundidad en las raíces de la Fe, que son como el humus donde crece y se fortalece el compromiso evangelizador.
“De diferentes maneras, con diversas expresiones, los Agentes más comprometidos, al hacer evaluaciones del trabajo pastoral parroquial, decanal o diocesano, afirman que se percibe falta de espiritualidad que ayude a superar el individualismo, la irresponsabilidad, la apatía de los Laicos, Consagrados y Sacerdotes; la resistencia de algunos al cambio, el miedo al compromiso, entre otros factores”.
¿Qué se quiere decir cuando se afirma que “falta más espiritualidad”?
“Hay elementos que son indispensables en toda espiritualidad cristiana; son una forma de vida que nace de una fuerte experiencia de encuentro con Cristo, aceptado desde la Fe, y que nos conduce a ser ‘separados’, ‘distintos’, ‘santos’.
“Esa espiritualidad no es fruto de un voluntarismo autorreferencial (Cfr. Papa Francisco), conseguido a base de un duro esfuerzo personal, sino que es la acción gratuita del Espíritu, al que el creyente corresponde con su entrega generosa y libre. La espiritualidad cristiana conlleva, de manera indispensable, la unidad en la comunidad de la Iglesia, que vive de la Vida del Resucitado, como las ramas viven del tronco de la vid.
“Dicha espiritualidad deber ser el cimiento de todo empeño programático; es la base de nuestra común corresponsabilidad en la edificación de la Iglesia; es la espiritualidad de comunión la que debe ser cimiento, inspiración y cauce de toda acción pastoral, porque cuando nos congregamos para elaborar un Plan Pastoral debe quedarnos claro que nuestro objetivo es hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión”.
Monseñor José Guadalupe Martín, quien durante un año, en su calidad de Obispo Auxiliar, fuera Administrador Diocesano de nuestra Arquidiócesis tras el asesinato del Cardenal Arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo, continuó explicando que en la Exhortación Apostólica Novo Millennio Ineunte el Papa Juan Pablo II refería algunos puntos sobre la espiritualidad:
a)Espiritualidad de comunión que significa, ante todo, una mirada del corazón sobre el Misterio de La Trinidad que habita en nosotros, y cuya Luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado.
b)Significa,asimismo, sentir al hermano como uno que nos pertenece.
c)La Espiritualidad de comunión es la capacidad de ver, primariamente, lo positivo en el otro, para escogerlo y valorarlo como regalo de Dios.
d)Es dar espacio al hermano, rechazando las tentaciones egoístas que generan competitividad, carrerismo, desconfianza y envidia.
Sin Cristo, nada
Consideró el Prelado Conferencista que, “ante los trabajos que será necesario realizar para elaborar un Nuevo Plan Diocesano de Pastoral, creo que, a la luz de estas reflexiones del Papa Juan Pablo II, del Documento de Aparecida y del Magisterio de los últimos Papas, deberá quedar claro, como faro que oriente el caminar pastoral, la necesidad de trabajar con mayor confianza en una Pastoral que dé prioridad a la oración personal y comunitaria, lo cual significa respetar un principio que es esencial a la vida cristiana: la presencia de la Gracia. Hay que desechar esa tentación que acecha siempre todo camino espiritual y la acción pastoral misma: pensar que los resultados dependen de nuestra capacidad de hacer Programas”.
Y concluyó su exposición asentando lo siguiente: “Estas palabras del Papa nos invitan a no descuidar el uso de nuestra inteligencia y capacidad previsora, para saber buscar y usar los recursos que se requieren en nuestro servicio a la causa del Reino, sin olvidar que, sin Cristo, nada podemos hacer”.
“El auténtico secreto de los éxitos pastorales no está en los medios naturales, y menos en la riqueza de los medios. Los frutos duraderos de los esfuerzos pastorales nacen de la santidad
sacerdotal”.(Papa Juan Pablo II, “Don y Misterio”).
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