El martes 17 de junio, en la Universidad del Valle de Atemajac, se llevó a cabo un Foro con el objetivo de entender el pensamiento de este Papa a través de diferentes realidades sociales.
Mónica Livier Alcalá Gómez
“Este Sumo Pontífice dedicó 130 Catequesis, desde 1979 a 1984, a hablar del tema de la sexualidad, o lo que él llamó la Teología del Cuerpo, por lo que es importante tener en cuenta dos aspectos de esta enseñanza que él nos dejó”, afirmó el Padre Tomás Guerrero, Religioso Legionario de Cristo, encargado de desarrollar esta ponencia en dicho Foro.
“Uno. Jesucristo viene, se encarna, sufre su Pasión y Muerte, y luego resucita para después subir a los Cielos. Posteriormente los discípulos dejan Jerusalén, y algunos van a Roma. Aquí tenemos un punto central. Para poder hablar filosóficamente de Cristo, los Padres escogen la Filosofía Platónica, la cual concibe al alma como algo que contiene el cuerpo, viendo a este último más bien con una connotación negativa. Este pensamiento lo encontramos, sobre todo, en San Agustín”.
“Dos. Mas, con el paso de los siglos, llegamos a la Revolución Sexual con el descubrimiento de la píldora anticonceptiva, que separa la fecundidad del placer. Empieza, pues, un momento histórico que ha cambiado la manera de ver la sexualidad hasta la fecha”.
Este último acontecimiento, según el Padre Guerrero, hizo que la Iglesia librara una batalla para defender la sexualidad, lo que finalmente terminó empobreciendo al matrimonio. Sin embargo, cuando llega Juan Pablo II, un Filósofo, aborda el tema desde esa perspectiva, moviéndose en tres niveles importantes.
1. Toma una postura más aristotélica, afirmando que somos un “espíritu encarnado”. El espíritu y el cuerpo constituyen a la persona, y el cuerpo es bueno, porque es la persona misma. Le devuelve así, al cuerpo, su dignidad.
2. Afirma también que el cuerpo es un sacramento, un signo sensible, “sacramento de la divinidad y el espíritu que hay en mí”, aunque no se haya profundizado esto en toda su dimensión.
3. Compara al acto sexual de los esposos con La Trinidad, ya que Ésta es la comunión de Tres Personas, pues del Amor del Padre y el Hijo surge el Espíritu Santo. “Juan Pablo II dijo que la intimidad de los esposos es la comunión de las personas, la máxima posibilidad de experimentar La Trinidad, puesto que la intimidad conyugal se da también en base a tres elementos: el esposo, la esposa y el Amor de Dios que los une”.
Falta explicar más este Misterio
El Padre Tomás Guerrero hizo ver que, cuando se les explican tales puntos a los esposos, entonces entienden mejor la postura de la Iglesia: “Lamentablemente, el 98 por ciento de los matrimonios no experimenta esta intimidad espiritual”.
Una intimidad es sagrada, pues los esposos, con ella, dan Gloria a Dios. De ahí la importancia de que la vivan así en Él: “Cuando los esposos procrean, participan de la Creación de Dios; si se lograra que se entendiera la sexualidad conyugal como un medio de santificación, no se necesitaría dar más explicaciones.
“Y es que, aseveró también el Religioso Legionario, se ha llegado ya en la Iglesia a una concepción positiva de la sexualidad, y por ello se recomienda más bien cuidarla, no verla como un tabú, sino como un medio de santificación. Debemos dejar ya los argumentos en torno al debate sobre los anticonceptivos, pues si los matrimonios toman conciencia de que la sexualidad es sagrada, entonces aceptarán que no hace bien a esta unión la pornografía ni la píldora ni el condón. Bajo esta perspectiva, la sexualidad dejará de ser una mera ventana al placer que no ofrece salvación, y recuperará su dimensión total y catequética. No se puede seguir viendo al matrimonio sólo desde la perspectiva de usar anticonceptivos o no”.
Para el Conferencista, es menester, por lo tanto, que los esposos entiendan que si el cuerpo es un sacramento que manifiesta la presencia de Dios, no puede ser un objeto, pues no es cuerpo solamente, sino que expresa algo trascendente: “Así, con esta reflexión, dejó el Papa Juan Pablo II a la Iglesia a un paso de tener una Catequesis completa e integral del Matrimonio, reconociendo que la verdadera vocación a la que Dios ha llamado a los esposos es sólo al amor”.
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