martes, 1 de septiembre de 2015

La gente tiene la palabra

La gente 1

Texto y Foto: Luis Sandoval Godoy

386- Despacharse con su mano
Las Catequistas tenían todo preparado para la Fiesta de Navidad y los regalos para los niños en los corredores del Curato, adornados con lazos de papel y con hilos de foquitos.
Luego las cazuelas con sabrosa comida; piñatas revestidas con mucho lujo; frutas, dulces, y premios con dedicatoria para los muchachitos de buena conducta y más aplicados al estudio.
Y en esto que empieza El Alacrán con sus arrebatos. El sobrenombre dice bien lo que era este rapazuelo y su fama entre todos nosotros. Mete mano en las cazuelas, se echa a la bolsa todos los cucuruchos de dulces que quiere.
No decíamos nada, pero sentíamos que tal conducta violaba las reglas de respeto y orden que deben existir siempre, y cómo es reprobable lo que hace quien se adelanta y se sirve por su mano y luego se queda como si nada.

387- Dios da a manos llenas
La Maestra nos daba una serie de ejemplos en la vida, donde se hace presente la generosa bondad de Dios al colmar nuestra existencia de una cifra infinita de favores, dones y regalos.
Parece que ni vemos ni sentimos ni medimos las bendiciones de Dios: el aire y la luz, el agua y el viento, el sol y la lluvia, los colores del campo y las flores con su esplendor.
Luego, la capacidad de amar y de recibir la amistad y cariño de los demás; el nido familiar en que crecimos desarrollando un trabajo en varias opciones, y un corazón palpitando con la vida.
Acaso una radiante salud, acaso una luz de esperanza, un brillo en la mente, una fuerza en la voluntad. Todo es para caer de rodillas al suelo: Padre, grande es tu bondad, infinito tu Amor.

388- Dios da el muchacho
y el hilacho
Dicen que los padres de familia pueden decir, mejor que nadie, cuánta es la Misericordia de Dios, manifestada de un modo especial en los hogares y en los hijos como una bendición.
Un padre de familia se asusta: ¿Y cómo le vamos a hacer ahora que nos va a nacer este nuevo hijo, si la carestía de la vida nos trae en paso difícil con el alimento, vestido, salud y todo lo demás?
Dicen que no hay explicación a la vista; que los papás no saben de qué modo van saliendo en el paso de los días la subsistencia, la comida, medicinas y escuela para todos los hijos.
Por eso, nuestros mayores crearon esa expresión que, en su rudeza, contiene la elocuente verdad que los padres bien conocen y a veces bendicen, al decir con amor: Dios da muchacho e hilacho.

389- Dios da, pero no acarrea
De chiquillos nos mandaban cada día a los pozos de agua buena para beber. Y con botes, con cántaros o con una parada al hombro, traíamos el agua del manantial para el consumo de casa.
Aquella señora de chongo levantó la mano y preguntó asombrada qué quiere decir una parada, cómo era eso y qué beneficios tenía: Bueno, un yugo en el hombro y dos botes.
Y la tarea de los muchachos del pueblo, que antes de irse a la escuela debían cumplir con algunos de los quehaceres de la casa, fue algo que los hijos hacían con gusto.
Y una enseñanza que hacía ver al niño, que Dios quiere que el hombre ponga su parte en las bendiciones y dones que otorga. Así el caso del regalo del agua que debíamos llevar a la casa.

390- Dios castiga sin palo
y sin cuarta
En las tareas domésticas, también a veces era preciso levantar el palo, empuñar la correa, cuando al animal, la bestia o lo que fuera, se le obligaba a seguir la rienda, a tomar el camino.
Y decían los señores de más antes, en las expresiones comunes, en la frase de todos los días, que nosotros, criaturas de Dios, hemos de ir detrás de sus Mandamientos.
Y al que se sale del camino, al que brinca las compuertas, salta por arriba de los diques, o sea, de las Leyes Divinas, le vendrá, sin duda, la ocasión de reordenar la vida en buen sendero.
No esperemos que el Señor se asome un día por arriba de la barda y llegue a nuestra casa con el castigo en las manos, pues Él bien sabe enderezarnos y lo obtiene sin palo y sin cuarta.

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