jueves, 10 de septiembre de 2015

¡VIVA MÉXICO!

Pbro. Cándido Ojeda Robles

Y este grito saltó desde el balcón.
¡Viva, Viva!, gritamos en la Plaza.
Y el mito se esfumó en la calabaza;
se volvió Cenicienta mi Nación
y partióseme en dos el corazón.

Afuera apesta a pólvora quemada
y allá adentro se trenzan los olores
de perfumes, de pieles y de flores,
asfixiando a la clase acomodada,
en tu Palacio, toda acartonada.

¿Y dónde quedó nuestra Bandera,
la que ondeaba cubriéndonos a todos
y arropando a tu pueblo de mil modos?
¡No me digas que aquella escandalera
era sólo apariencia por afuera!

¡No me digas que este ritual de fiestas
sólo encubre la cruda realidad
y deja al descubierto la verdad
de aquella Patria nuestra, que nos muestra
la cara desigual que lleva puesta!

Al despertar, cabreado, esta mañana,
por el sordo fragor de la resaca
de esta cruda moral que a mí me ataca,
pensé: ¿Por qué tocar esa campana
si nuestra libertad es gloria vana?

¿Por qué adornar el cielo con montones
de bengalas, mariposas volando,
si tus pobres padecen, añorando,
de pan y de justicia sus porciones,
mientras esos dilapidan tus millones?

Muriéndose de hambre y desatino,
con sus venas abiertas y en el suelo,
yacen gimiendo, tristes, sin consuelo,
pisoteados a la vera del camino,
sin futuro seguro su destino.

¡Dios te salve, mi México querido,
de esa turbia caterva que ha violado
tu herencia espiritual y tu legado,
con tantas maravillas bendecido,
dejándote maltrecho y dividido!
¡Que nuestra Historia juzgue a los traidores…
(que amordazan, labiosos, las gargantas
de hombres justos y de mujeres santas,
desoyendo sus gritos, sus clamores)
y… que paguen con creces sus errores!

Pregonan sus reformas engañosas
con fanfarrias de triunfo pendenciero,
encubriendo a los narcos, al dinero,
y a las mundiales mafias poderosas,
aliadas a sus leyes mentirosas.
Encantan a las élites catrinas,
inflándoles mil veces su fortuna,
acrecentando más y más la hambruna
de tu pueblo que, pide en las esquinas,
mendrugos de pan llenos de espinas.

Los pocos acaparan lo de todos
y arrejuntan más puestas y más puestos
tras máscaras hipócritas de honestos,
escondiendo sus transas de mil modos,
trasudando ambición por ambos codos.

Esa torva estrategia es la envoltura,
con elegantes moños de apariencia,
que encapsula el dolor y la impaciencia
de los excluidos: bomba sepultura…
que ha de cobrarnos luego la factura.

Yo te amo, mi México querido.
Si esos tales no sienten compasión,
si se pudren en tanta corrupción,
si te quieren eternamente uncido
a yugos opresores y vencido…

Yo no sé cómo ser samaritano
y no pasar de largo al contemplarte.
Quiero acercarme a ti. Quiero curarte.
Anda. Vamos. Apóyate en mi mano.
Caminemos sin miedo. Eres mi hermano.

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