jueves, 3 de septiembre de 2015

Párroco más de medio siglo

Cambio de Párroco en Nuestra Señora de Guadalupe, Huentitán el Alto
La comunidad recibió a su nuevo Pastor

Después de 57 años de servicio a plenitud, el señor Cura Fausto Pelayo Valera entregó las llaves del Sagrario del Templo dedicado a La Morenita del Tepeyac. En emotiva Celebración Eucarística, el miércoles 26 de agosto oficialmente fue presentado el Padre Florentino Tello Rosales como nuevo Pastor de esta comunidad parroquial.

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Rebeca Ortega Camacho

Niños, jóvenes, adultos, ancianos, toda la comunidad, se dio cita en el atrio del Templo de Nuestra Señora de Guadalupe en Huentitán el Alto, para agradecer la amistad y trabajo pastoral del Padre Pelayo y dar la bienvenida al entrante Párroco.

“PRESENCIA VIVA DE CRISTO”
La Solemne Eucaristía fue presidida por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, y concelebrada por los Sacerdotes del Decanato. El espacio fue ocupado por cientos de fieles que portaban globos, y escuchaban atentos las palabras del Pastor Diocesano.
Durante la homilía, el Cardenal dijo a los fieles: “El único necesario, indispensable y que debe permanecer en la vida de la Iglesia es Jesucristo; Él pone a sus elegidos. Ustedes tienen en su memoria a muchos Sacerdotes que han pasado por esta comunidad. ¿Qué han hecho estos Sacerdotes?: ser presencia visible de Cristo. Ellos se han ido, y Cristo permanece.
“Estoy seguro de que queda, en su corazón, el cariño, agradecimiento y aprecio al señor Cura Pelayo, porque vino a ser presencia viva de Cristo entre ustedes. Ahora él concluye su Misión de Párroco, no su Misión de Sacerdote; él es, para siempre, Sacerdote. Y viene el Padre Florentino Tello Rosales a ser presencia viva de Jesucristo, Buen Pastor; viene él como su nuevo Párroco. Deben recibirlo, aceptarlo y apoyarlo con la misma Fe con que han recibido y apoyado a todos los Sacerdotes que aquí han hecho visible y presente a Jesucristo.
“Ustedes entienden que el Sacerdote tiene una encomienda, tiene una obediencia qué cumplir, como la tuvo Cristo: ‘He aquí que vengo para cumplir tu Voluntad; Yo vengo a cumplir la Voluntad del Padre’. El Sacerdote tiene este voto, esta promesa de obediencia, y cuando el Obispo le da un destino, sabe que tiene el compromiso de obedecer, así como obedeció Cristo”, exhortó el Cardenal Robles a la asamblea durante la Homilía, explicando la importancia de este momento.
Antes de finalizar la Santa Misa, los presentes fueron testigos de la renovación de promesas sacerdotales del Padre Florentino Tello, y del encargo de resguardar y ser custodio del Sagrario de su nueva comunidad. Después, a nombre de ésta, se le regaló un ramillete espiritual, y el señor Cura Cuauhtémoc Gutiérrez Ruíz, representante del Decanato de Huentitán, dijo: “A nombre del Equipo Sacerdotal de este Decanato, primero quiero expresar mi más profunda admiración y agradecimiento al Presbítero Fausto Pelayo Valera por todo el servicio, amor y entrega a esta comunidad. Gracias, Padre Fausto, y que el Señor bendiga su ministerio sacerdotal.
“Al Padre Florentino Tello, gracias también por haber dicho Sí a esta encomienda, a través de nuestro Pastor. Bienvenido a este Equipo Sacerdotal, y te pido, de manera muy especial, como Decano, que te integres a este trabajo en el que, de manera especial, dos son los objetivos: la fraternidad sacerdotal y el hacer presente el Plan Diocesano en todas las comunidades. Bienvenido, Padre Florentino; ésta es tu casa, Dios te bendiga”, concluyó el Párroco del Señor de la Ascensión, de Huentitán el Bajo.
La convivencia se prolongó, al terminar la Misa, con un refrigerio para todos los presentes. Por su parte, el Coro de la Parroquia dedicó la Canción “Amigo” al Padre Pelayo, quien escuchó emocionado y agradeció el bonito detalle.

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BIENVENIDO, PADRE FLORENTINO
El nuevo Párroco es originario de Hostotipaquillo, Jalisco. Nació el 8 de julio de 1975 y fue ordenado Sacerdote el 4 de junio de 2006. Su primer destino fue la Parroquia de La Inmaculada Concepción en Florencia, Zacatecas; luego fue nombrado a San Martín Obispo, en Ciudad Granja; también fue designado a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en El Rosario, Nayarit, y después de cinco años, a Nuestra Señora de Guadalupe, Huentitán el Alto.
“Agradezco a ésta, mi nueva Parroquia, que me ha recibido con los brazos abiertos; gente religiosa y respetuosa de los Sacerdotes, que fue guiada por más de 50 años por su ilustre Pastor, el señor Presbítero Don Fausto Pelayo. Pido a Dios me siga iluminando con su Espíritu Santo, para continuar apacentando a sus ovejas como un administrador fiel y prudente”, dijo a sus fieles el flamante Párroco.

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“¡VIVA EL PADRE PELAYO!”
Las muestras de cariño, gratitud y respeto no se hicieron esperar durante la Celebración Eucarística, pues los aplausos más estridentes y prolongados fueron para el Padre Fausto Pelayo Valera.
A sus 87 años de edad, el Padre Pelayo ha dejado un legado único en esta comunidad; su entrega ha sido completa. En 1958, llegó a Huentitán para suplir al Padre Antonio Chávez Carvajal (después Párroco de San José de Analco, Monseñor, Canónigo y Ecónomo de la Arquidiócesis). Un año más tarde, siendo también Ecónomo del Seminario Mayor, recibió el nombramiento de Capellán de Huentitán. Para 1972 se erigió como Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, y él su primer Párroco.
Son muchas las obras del Padre Pelayo, tanto espirituales como materiales. Como “Padre de la Comunidad”, aconseja a todo el que se lo pide; es amigo de niños y jóvenes, un visionario en la urbanización y un Sacerdote dedicado al servicio y evangelización de su pueblo.
Algunas obras materiales que han trascendido, por su relevancia, son: el Templo de la Comunidad de Puente de Arcediano y el Templo de la Planta de Las Juntas (ambos, en el fondo de la Barranca de Huentitán, aunque el primero ya derruido). El segundo, cobija en sus bóvedas a Nuestra Señora de la Luz (pues allí habitan trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad). Asimismo, la reconstrucción del Templo Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe; la construcción del monumental Templo del Dulce Corazón de María; el Templo de Nuestra Señora de Huentitán; el Templo de Nuestra Señora de la Salud; consiguió también el lote para el Templo de La Divina Providencia. Construyó, con el apoyo de la Organización ‘Amigos de la Barranca’, la Ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, en el camino a la Barranca. Pero su obra más significativa es, sin duda, la ‘Guardería de Guadalupe’, que atiende a más de 300 niños, con el fin de que sus madres trabajen para conseguir el pan de cada día, ofreciendo con ello un gran servicio a la Sociedad y a la Iglesia, pues además de custodia, les ofrece alimento y educación.
Sin duda, despedir al hombre que le ha dado vida a esta Comunidad, que hizo de los vecinos, amigos; que construyó Templos y obras para el bien común, es difícil. Sin embargo, el Padre Fausto sólo deja el mando principal de la comunidad, por otro con menor responsabilidad, pero que desempeñará con su mejor esfuerzo, como siempre lo ha hecho

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