Texto y Foto: Pbro. Alberto Ávila Rodríguez
Son piedras de siglos tozudamente talladas,
los días largos del tiempo les han dado solemnidad
y madurez en sus formas para las fiestas provincianas
en la frescura del huerto.
Cuentan historias de miles de mujeres que fueron al aguaje
e iban recogiendo noticias de todo el vecindario.
El elenco de nombres ha servido para guarnecer
barrios y familias de toda categoría.
Ahí repasaron las décimas de fiesta del Santo Cristo,
dibujaron con palabras simples
la majestuosidad de los adornos
y las ofrendas de cera.
Dieron cuenta del ajuar de estrenos
que les iban comprando los maridos.
Los gallos dejaron de venir a beber de la fuente
porque el estío y el enjarre quebrado, consumieron el agua.
La basura y el moho ennegrecido con polvos arrastrados
mezclaron sus atuendos con las brisas mañaneras
y los días de olvido y el tiempo recorrido
fueron dejando espacio entre la fiesta y el olvido.
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