jueves, 17 de septiembre de 2015

Reconstruye tu hogar por amor a tus hijos

Querida Lupita:

Hoy quiero dar mi testimonio para Gloria de Dios. Mi esposo y yo venimos de hogares rotos. Él, huérfano desde los 5 años, nunca se sintió amado y sufrió mucho por la falta de su padre. Yo fui una de 8 hermanos y en mi casa había alcoholismo, violencia e injusticias. Nos casamos enamorados, pero en pocos meses empezaron los problemas. Un día discutimos y él se fue de la casa. Me sentí aliviada porque acabaría el maltrato. Pero nuestros hijos sufrieron tanto, que yo busqué ayuda en Dios. Me acerqué a la Iglesia y aprendí que los problemas tienen solución. Romper el Matrimonio no ayuda a nadie y lastima a todos, especialmente a los hijos. Por amor a ellos luché por tres años hasta que él volvió. Un retiro matrimonial nos hizo ver nuestros errores y hoy estamos unidos y hemos cambiado mucho.
Gracias por ayudarnos a defender el Matrimonio y la Familia.

Molly J.

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Hermana mía, Molly:
Gracias por sembrar esperanza en nuestros corazones. Estamos bajo un ataque feroz que pretende destruir a la familia: egoísmo, promoción del aborto, divorcio exprés, promiscuidad sexual, uniones de hecho, destrucción de la palabra ‘Matrimonio’, relaciones superficiales, búsqueda de placer por el placer mismo, etc.
Uno de cada tres niños nace fuera del Matrimonio, cada vez son más los pequeñitos que no tienen un papá y una mamá. Los estudios recientes demuestran, sin lugar a dudas, que el mejor ambiente para el desarrollo saludable de un niño se da en un hogar en el que sus padres le aman.
Gracias por luchar y no formar parte de las estadísticas que pronostican la destrucción de la institución que es base de la sociedad: la Familia.
Es importante destacar que emprendiste un camino de solución inspirada en el amor a tus hijos. ¡Luchaste en el rescate de tu Matrimonio por amor a tus hijos! Saliste de ti misma para conseguir algo mucho más valioso que tu tranquilidad pasajera. Esta es la renovación que trae el amor verdadero.
Que tu experiencia sirva para tocar los corazones de aquellos que, en este momento, se encuentran en crisis matrimonial. Cuando hay problemas, se hace necesario hacer una revisión de vida para evitar repetir patrones de dolor; ¡no des a tus hijos el mal que tus padres te dieron a ti!, tú puedes aprender y cambiar. Cerca de Dios y de la Iglesia, encontrarás luz, orientación y respuestas acertadas. Él es fuente de esperanza y virtud, con Él fortalecemos nuestra voluntad y conseguimos alcanzar bienes terrenos y eternos.
Lejos de Dios, reinan el egoísmo y las pasiones, pensamos sólo en nosotros mismos y contribuimos, sin querer, al avance de una cultura de muerte; dañamos a nuestros hijos, que llevarán amargura en su corazón y la transmitirán a otros, sobretodo a su propio cónyuge e hijos, formando así cadenas de dolor que se mantienen vivas durante generaciones completas. Es tiempo de romper esas cadenas que nos esclavizan y torturan… ¿Cómo conseguirlo?, sólo la fuerza del amor, el pensar en el mayor bien de los hijos, el encontrarnos con ese Dios comprensivo que sólo inspira esfuerzo, lucha y bendición.
Gracias por recordarnos que todo tiene solución si nos decidimos a ser mejores nosotros mismos. Algunos nos han dicho que nacimos para ser felices, pero la verdad es que nacimos para ser buenos, y siendo buenos, pensando en la felicidad de quienes viven con nosotros, es como la felicidad entra en nuestra vida.
Haz lo que sea necesario para fortalecer tu Matrimonio, tus hijos lo necesitan.

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