jueves, 3 de septiembre de 2015

La Encíclica de Paulo VI: Humane Vitae

pablovi

Un documento valioso, con una doctrina extraordinaria, en favor de la persona.

Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara

Este mensaje semanal se lo dedico a mis hermanos Sacerdotes, a petición de un Sacerdote joven que, en días pasados, me pidió que escribiera algo sobre la Carta Encíclica Humanae Vitae (“De la Vida Humana”), porque, dijo, los Sacerdotes de ahora casi no sabemos nada de ella; sólo oímos que se le menciona mucho.
Lo primero que recomiendo a mis hermanos Sacerdotes es que lean esta Encíclica del ya Beato Paulo VI, publicada el 25 de julio de 1968, en el estilo luminoso, terso y claro de este Sumo Pontífice.

ABORDA ASUNTOS ACTUALES

Es muy necesario enterarse de este tema, porque se ofrece a diario en el quehacer pastoral. El tema de la Humanae Vitae es la transmisión de la vida humana, de conformidad con la Moral natural y con la enseñanza permanente de la Iglesia, que es corroborada con citas que hace, de los Papas Pío XI, Pío XII, y del Concilio Vaticano II (1962-1965).
La Encíclica fue el fruto de una amplia consulta durante cinco años, de mucha reflexión y oración. En 1963, el Papa Juan XXIII, ahora Santo, formó una Comisión que estudiara el tema; fue una Comisión multidisciplinar que luego amplió Paulo VI.
Se tomaron en consideración los nuevos aspectos y situaciones del mundo, tales como el temor de que la población aumente rápidamente; la nueva visión sobre la mujer y su nuevo papel en la Sociedad; el valor que se atribuye hoy al amor conyugal, independientemente de la procreación y las pretensiones del hombre moderno, que ha dominado la Naturaleza y pretende hacer lo mismo con su propia naturaleza y manipular la vida.

CON RESPONSABILIDAD, ABIERTOS A LA VIDA

La enseñanza de la Encíclica sobre la transmisión honesta de la vida puede resumirse en tres Puntos:
1. La paternidad responsable, que consiste en que los esposos, teniendo en cuenta las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, decidan –en conciencia– delante de Dios, cuántos hijos pueden traer al mundo.
2. Se enumeran medios inmorales para regular o impedir un nacimiento: el aborto, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; todo medio o acción que –antes o después del acto conyugal o en el mismo acto– se proponga hacer imposible la procreación (se incluyen aquí píldoras, implantes, dispositivos intrauterinos, etcétera). Todos estos medios quedan prohibidos como inmorales porque privan al acto conyugal de su apertura a la vida.
3. Para regular los nacimientos y ejercer la paternidad responsable es lícito el recurso de los períodos infecundos de la mujer, lo cual requiere –ciertamente– dominio de sí mismo y, a veces, sacrificio.

PROCEDIMIENTO RESPONSABLE

Es lícito tomar medicinas necesarias para curar alguna enfermedad que produzcan el efecto secundario, no pretendido, de la esterilidad; este recurso es lícito con base en el principio moral del doble efecto.
La Encíclica Humanae Vitae fue ‘la cruz’ de Paulo VI porque hubo protestas, desobediencia e interpretaciones particulares que negaban implícitamente la autoridad del Magisterio de la Iglesia, y del Papa, en el campo de la Moral. No puede violentarse impunemente a la Naturaleza; por eso, muchas han sido las consecuencias de la contracepción por medios y métodos artificiales: enfermedades de la mujer, alteración del sistema nervioso, pérdida del deseo sexual, degradación del acto conyugal al nivel de la búsqueda exclusiva del placer.
Está a la vista, además, la disminución rápida de algunas poblaciones que, en pocas décadas, pueden desaparecer del mapa de Europa, por ejemplo, por haberse cerrado, siendo ricas, al don de la vida, mientras su territorio se está poblando de gente de otra cultura y de otra religión.
Al final de la Encíclica, el Santo Padre dedica los números 28 y 29 a los Sacerdotes, a quienes les habla, con amor de padre, para exhortarlos a que sean los primeros en dar ejemplo “de obsequio leal, interna y externamente, al Magisterio de la Iglesia, en el ejercicio del ministerio”.

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