jueves, 10 de septiembre de 2015

Un camino diferente

Juan López Vergara

Nuestra Madre Iglesia presenta hoy una escena del Evangelio que trata del verdadero sentido de la profesión de Fe en Jesús como Mesías, del anuncio de su Pasión y las exigencias del seguimiento (Mc 8, 27-35).

Clarificar la idea del Mesías
El Evangelista San Marcos nos lleva al punto culminante de la pedagogía mesiánica de Jesús. Hasta el momento, los diferentes actores en la narración han ido descubriendo los rasgos identificatorios de Jesús. Unos, creían que era el Bautista reencarnado; otros, que Elías que había regresado para anunciar el día de Yahvé; y unos más, que alguno de los Profetas (véanse vv. 27-28; compárese Mal 3, 23-24).
Ante la pregunta de Jesús a sus discípulos, “Pedro le respondió: ‘Tú eres el Mesías’. Y Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie’” (vv. 29-30). La confesión del señorío de Cristo marca un progreso en la vida espiritual de los discípulos, si bien Jesús deberá purificar la idea que tenían del Mesías.

Nueva lectura del mesianismo
Jesús, enseguida, “se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día” (v. 31). Es el primer anuncio de la Pasión dicho abiertamente por Jesús. Eentonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo” (v. 32). Pedro era incapaz de aceptar que su admirado Maestro tuviera que sufrir y morir cruentamente. ¿Acaso no escuchó la última frase: ‘resucitará al tercer día’?
La réplica de Jesús es fuerte: “¡Apártate de Mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres” (v. 33). Comienza la segunda parte del Segundo Evangelio, donde se explaya la manera de ser Mesías de Jesús, que no corresponde a los deseos nacionalistas del pueblo judío, sino al modo del Siervo sufriente de Yavhé, como constatamos en la Primera Lectura (compárese Is 50, 5-9). Los caminos de Dios no son los caminos de los hombres. Jesús presenta una nueva lectura del mesianismo.

Asumir la suerte de Jesús
Jesús, después, llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará” (vv. 34-35).
Para acercarnos al Misterio de la Cruz, sólo hay una forma: penetrar en él. Inmenso Misterio que sobrepasa todo raciocinio. Si queremos seguir al Mesías sufriente, tenemos que aceptar su misma suerte.
Seguir a Jesús implica conocerlo por dentro. Es a lo que San Ignacio se refiere como ‘conocimiento interno del Señor’. El Misterio de la Cruz lo asumimos cuando seguimos a Jesús. Si nos salvaguardamos eludiendo el riesgo de la Fe, perderemos nuestra oportunidad. La revelación de Jesús no radica en doctrinas intelectuales, sino en la opción por un camino diferente que el propio Jesús ha señalado: el camino de la Cruz.

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