Una excelente propuesta
Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero
Hace algunos años, había comunidades académicas que negaban la existencia del cambio climático y juzgaban de locos y radicales a aquellos que anunciaban este fenómeno socioambiental; investigadores renombrados veían con mucho recelo a los que hablaban de enfoques como la Economía y la deuda ecológicas; incluso a los impulsores de iniciativas como la Agroecología los tachaban de ingenuos y utópicos frente a los avances que supuestamente estaba haciendo la Biotecnología, y que, de acuerdo al sueño tecnológico, era la fórmula para resolver el problema del hambre a nivel mundial. Tal cosa nunca sucedió.
Planteamientos como el ecologismo de los pobres también eran marginales, y todo el enfoque interdisciplinar y de recuperación de saberes locales era (y sigue siendo) despreciado por aquellos que se jactan de hacer “ciencia” y de responder al economicismo prevaleciente en muchas Universidades y Centros de Investigación. A los que se acercaban a este tipo de pensamiento se les ignoraba por ser poco “rigurosos” al no utilizar como método de investigación los modelos analíticos matematizados, y decían que eran muy poco útiles, para la generación de conocimientos, conceptos como el “buen vivir”, por las dificultades de traducción intercultural.
Acomodos según convenga… ¿a quién?
Ahora bien, siguiendo con esta reflexión, el ambientalismo permitido es aquel que se subordina a las necesidades del capitalismo y que incluso sirve para aumentar los negocios y la tasas de ganancia de empresas inmobiliarias y de alimentos. No se trata de re-pensar nuestras dinámicas de consumo y de explotación de recursos naturales; más bien, se trata de crear espacios y productos amigables ambientalmente, que puedan colocarse mejor en los mercados, sobre todo en aquellos de alto poder adquisitivo.
Frente a todas estas tendencias, finalmente los estragos ambientales y las sistemáticas y recurrentes crisis por la obtención de recursos naturales estratégicos nos han llevado a replantear el asunto socioambiental y a reconocer que es una agenda mundial prioritaria y urgente; es decir, un asunto nodal para el futuro del planeta, y que no puede dejar de postergarse su resolución. Desafortunadamente, mientras la gente abra una llave y le salga agua; pueda ir al mercado y compre alimentos, y saque la basura de su casa y alguien se la lleve a “alguna parte”, la conciencia sobre lo que implica el proceso de obtención de bienes materiales y el proceso de desecho de basura será un asunto de segunda categoría.
Punta de lanza
En el mes de junio de este año, el Papa Francisco, haciendo honor a su nombre, dio a conocer la Encíclica Laudato si’ que, de acuerdo con los especialistas, es la primera en su tipo. Jorge Bergoglio retoma el tema del problema ecológico en el mundo, lo reflexiona, le da una lectura desde la Fe y propone algunas vías de solución desde una perspectiva evangélica.
En este texto no me detendré en los contenidos mismos de la Encíclica (aunque lo haré en una próxima entrega), sino en las primeras reacciones que ha generado a lo largo y ancho del planeta. Lo primero que llama la atención es que el Documento ocasionó una gran expectativa, que incluso provocó que un Periodista hiciera una filtración que anticipaba el contenido de la Encíclica. En segundo lugar, el asunto fue retomado por la mayoría de la prensa escrita mundial, resaltando las virtudes y las iniciativas de Francisco frente al problema socioambiental. En tercer lugar, el texto ha generado una oleada de reflexiones en todo el orbe en torno a los problemas de recursos naturales en el mundo. Esto es, el Obispo de Roma, que ha resultado ser un gran comunicador, a través de esta Carta Encíclica estableció como tema de agenda mundial el problema de la degradación ambiental en el planeta.
Algunas de las novedades del Documento son las siguientes:
A) Hace un análisis del problema ambiental recurriendo a categorías críticas dentro del pensamiento ecologista. Hablar de cambio climático, ecología económica, de antropocentrismo, de deuda ecológica y otros conceptos citados, demuestra que el Pontífice optó por analizar la realidad ecológica desde planteamientos alejados del pensamiento convencional, y por ello, su forma de ver este problema se convierte en una mirada profunda y crítica.
B) Vincula el problema de la degradación ambiental a la pobreza, y plantea que son los pobres los más afectados por esta crisis global. Sin temor a equivocarme, puedo decir que retoma las propuestas de análisis del ecologismo de los pobres.
C) El Santo Padre sugiere que las vías de solución a este problema son estructurales y, por lo tanto, implica que el estilo de vida propuesto desde el capitalismo tiene que replantearse de forma radical.
Muchos de los que en otros momentos eran como una “voz en el desierto” en los temas ambientales, ahora se ven respaldados por esta Encíclica papal y, sin duda alguna, éstas son buenas noticias. En el siguiente Artículo profundizaré sobre el contenido del Documento, sobre sus implicaciones políticas y económicas.
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