jueves, 2 de julio de 2015

Sin humildad, Dios no encontrará cómo llegar a ti

Juan López Vergara

Nuestra Madre Iglesia presenta hoy un pasaje de los más atrevidos de los Santos Evangelios, porque refiere lo que Jesús no puede hacer a causa de nuestra falta de Fe, de confianza, de apertura ante su Misterio (Mc 6, 1-6).

Jesús nos interpela
Cuando Jesús culminó su enseñanza en parábolas y su actuación prodigiosa en los ámbitos del Lago de Galilea, retornó a Nazareth (véase v. 1). Como todo israelita, asistió el sábado a la Sinagoga, si bien rodeado de sus discípulos como un Rabbí, “y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: ¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros?” (v. 2).
Jesús leyó y comentó un texto bíblico. San Marcos, a diferencia de San Lucas, no precisa cuál (compárese Lc 4, 17-19). Jesús estaba en su tierra con sus amigos, su parentela, quienes escuchaban maravillados su enseñanza y conocían de oídas o quizá de vista sus curaciones, pero se extrañaron porque en muy poco tiempo se hizo famoso en toda Galilea. Entonces se preguntaron si el origen de su enseñanza, la naturaleza de su sabiduría y sus milagros venían de Dios. Ésta es la interrogante que Jesús quería suscitar y en torno a la cual gira todo el Evangelio de Marcos (compárese Mc 1, 1 y 15, 39).

¡No pueden aceptar que Jesús tenga algo especial!
Enseguida buscaron la respuesta, pero en la dirección equivocada: “‘¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?’… Y estaban desconcertados” (v. 3). Conocían a Jesús como ‘el carpintero’. El término griego, en realidad, significa ‘artesano’, pero una antigua tradición lo calificó de carpintero. Con una pregunta minimizan el alcance de los hechos maravillosos que contemplan. Por Jesús estaban ‘escandalizados’, que es la palabra típica para indicar el tropiezo en la Fe. A Jesús se le niega la Fe. La incredulidad de Nazareth refleja una tradición religiosa y sociológica que se rebela a cambiar sus conceptos: “¿De Nazareth puede haber cosa buena?” (Jn 1, 46). ¡La gente no puede aceptar que Jesús tenga algo especial!

Su asombro desembocó en escándalo
Jesús les lanzó un proverbio: “Todos honran a un Profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa” (v. 4). Jesús, el Profeta rechazado en su tierra. La flor del orgullo es el espíritu estrecho. La mezquindad fue la razón por la que no fue escuchado. ‘Santo de casa, no hace milagros’. Su asombro terminó en escándalo e incomprensión.
Aparece luego una atrevida declaración: “Y Jesús no pudo hacer allí ningún milagro; sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos” (v. 5; compárese Mc 13, 32). Estos versículos no tienen paralelo en Lc 4, 16- 30, y Mateo los retocó (compárese Mt 13, 58). Jesús se maravilló de su falta de Fe y se fue a enseñar a otros pueblos (véase v. 6). “Sin humildad, Dios no encontrará cómo llegar a ti” (Santa Catalina de Siena).

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