jueves, 16 de julio de 2015

Oración, contemplación y penitencia

En torno a Ntra. Sra. del Monte Carmelo

Los verdaderos devotos de la Virgen del Carmen tienen un salvoconducto de salvación.

VIRGENDELCARMENLOSMARTIRES

Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara

Celebramos, el día 16 de julio, una fiesta muy popular de la Virgen, la Fiesta de Nuestra Señora de Carmen, una devoción muy arraigada en la Iglesia que comenzó desde hace ocho siglos.
Inició en el norte de Palestina, en el Monte Carmelo, un monte considerado como sagrado, porque ahí habitó el profeta Elías, el profeta de fuego. Además, fue en este lugar donde purificó, ocho siglos antes de Nuestro Señor Jesucristo, la religión de Israel, contaminada con los cultos cananeos.

Una larga historia de devoción
El Monte Carmelo, con una tradición religiosa muy fuerte, fue un lugar en donde, a principios del Siglo XIII, un grupo de cristianos fueron a buscar a Dios en la oración, contemplación y penitencia, al amparo de la Santísima Virgen María y bajo su protección.
De ahí pasaron a Europa, sobre todo a Inglaterra, donde a mediados del Siglo XIII, San Simón Stock recibió de la Virgen Santísima unas promesas de salvación, que consisten en que aquellos que sean fieles devotos de la Virgen y expresen su devoción a través del escapulario, llevándolo con dignidad, no se perderán, entrarán al Cielo y será salvoconducto de salvación.
Aquel pequeño grupo fue creciendo, y se convirtió en una Orden Carmelita extendida por Europa, con conventos de hombres y mujeres dedicados a la contemplación o a la vida activa, y que transmitieron también a todos los fieles, la devoción mediante el escapulario. Éste es un signo sencillo, color café, un minihábito que se concede a los laicos como extensión de la espiritualidad mariana propia de los religiosos y religiosas carmelitas.
Los Carmelitas invocan, pues, a Nuestra Señora del Carmen como patrona, y también al profeta Elías, por haber nacido en ese monte donde él ejerció la misión de anunciar al Dios de Israel. Ha crecido y se han multiplicado por el mundo el número de Órdenes y Congregaciones, con mucho fruto para la Iglesia de Dios. Ha dado grandes Santos muy populares, como Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Teresa de los Andes y, últimamente, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Carmelita que fue primero una judía intelectual, filósofa, convertida al catolicismo y hecha víctima de los hornos crematorios nazis en la Segunda Guerra Mundial.

No es un amuleto, es protección
Esta fiesta es una oportunidad para animarlos a usar el escapulario. Antes, nuestras madres de familia se preocupaban, al entrar el niño en uso de razón, de llevarlo a que se le impusiera el escapulario de la Virgen, hablándole de las promesas de salvación. Actualmente, talvez muchos católicos ni sepan del escapulario o ni se acuerdan si se los impusieron o no.
El escapulario no es un amuleto, o algo mágico, es sencillamente una señal de amor y devoción a la Virgen, que vale como protección contra el Maligno, y es salvoconducto de salvación si va acompañado de una verdadera devoción a la Santísima Virgen María.
No es conveniente que los que creemos en Dios usemos amuletos, porque éstos son superstición, es pensar que la salvación está en fuerzas ocultas, en otra parte que no sea Dios. Es un pecado contra el primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas, en Él confiarás, y a Él servirás.
No es conveniente que los cristianos y los creyentes en Dios usemos amuletos, pero sí se nos aconseja llevar al cuello una medalla, una cruz, un escapulario o algún otro signo de nuestra Fe.
Cuanto más crece la ignorancia religiosa, crece la superstición porque el ser humano, débil como es, necesita aferrarse a algo, a alguna fuerza o realidad que lo defienda, lo sostenga y asegure su destino. Pero el único que puede salvarlo es Dios.
Ojalá que los que están leyendo este mensaje, si recibieron la imposición del escapulario, lo usen, si no lo recibieron, procuren que se los impongan y llévenlo como signo de amor y devoción a la Virgen Madre de Dios y madre nuestra.

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