jueves, 23 de julio de 2015

Una erupción en suspenso

Volcán El Colima
Un Coloso que vive, respira y despierta

Es parte del paisaje y de la historia, aporta beneficios, aunque igualmente exige una observación constante, pues bien puede ser un vecino tranquilo pero también presentar grandes riesgos para la población.

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Sonia Gabriela Ceja Ramírez
Fotos: Sergio Tapiro

Los Investigadores de la Universidad de Guadalajara, en conjunto con los de la Universidad de Colima y las Unidades de Protección Civil, mantendrán el monitoreo al Volcán El Colima, pues pese a que su actividad disminuyó en relación con la semana anterior, el riesgo de explosividad es latente.
El Doctor Carlos Suárez Plascencia, Investigador de la UdeG y miembro del Comité Científico del Volcán, explicó que los análisis de las cenizas y de la lava indican que hay agua en el magma, que lo hace más explosivo, y obliga a las Autoridades de Protección Civil, a nivel estatal y federal, a no bajar la guardia.
“Este tipo de volcanes son explosivos porque el magma es rico en sílice; es decir, es más espeso. Los gases no pueden salir con facilidad, y al estar sujetos a una fuerte presión y temperatura en el conducto volcánico, pueden generar una explosión que, además de ceniza, se acompañe de fragmentos de roca que salen disparados, junto con una onda de choque”, explicó el académico universitario.
Tras una semana de intensa actividad y continuas erupciones de lava y material piroclástico, el citado volcán se mantiene estable, si bien los Investigadores prevén que la actividad efusiva continuará por días y hasta semanas, debido a la formación de un nuevo domo, que permite la salida de material hacia el lado Sur.
Los expertos señalan que el volcán, sin embargo, no tiene palabra de honor. Por eso, el monitoreo no cesa. Los sobrevuelos por la zona, cámaras las 24 horas del día, y una docena de sismógrafos en puntos estratégicos de Jalisco y Colima, permiten conocer la actividad dentro y fuera del coloso.

UN ACERCAMIENTO AL VOLCÁN
Por su parte, el Profesor Miguel Leal Rendón, Ingeniero Geólogo, Meteorólogo y Astrónomo, ha observado por muchos años el Volcán El Colima o Volcán de Fuego, y señaló que la actividad que en estos días ha registrado es normal y acorde a la periodicidad con la que se han registrado sus erupciones, “pues durante el siglo pasado tuvo actividad en 1906, 1913 y 1935. Entonces, se está cumpliendo un ciclo de cien años, que es el período aproximado de las actividades de este volcán”.
Detalló que las erupciones que históricamente ha registrado el volcán han sido, en su mayoría, del tipo estromboliano; o sea, se caracteriza por pequeñas explosiones de materiales en estado fundido o pastoso, que suceden en pocos minutos u horas, acompañadas por derrames de lava.
“Su lava ha sido muy espesa, corriendo montaña abajo con una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, mientras que sus fumarolas han superado los 100 kilómetros por hora, lo que dificulta la evacuación de los poblados aledaños en caso de una erupción violenta.
“Hay quienes dicen, con toda lógica, que estos volcanes, mediante la cámara magmática, están conectados con los Volcanes Paricutín, en Michoacán; también el Tancítaro, y los volcanes de Nayarit, como el Ceboruco (cerca de Jala) o el Sangangüey (próximo a Tepic). Esa misma cámara magmática puede tener diferentes ramificaciones que, cuando se manifiestan en la corteza terrestre, en la parte superior dan origen a diferentes montañas”.

UN VECINO DE CUIDADO
Este volcán tiene una edad aproximada de 2,500 años, y se estima que nació en el período paleolítico. Forma parte de un complejo integrado por el Volcán Nevado Colima, que contiene la cámara magmática compuesta por roca, magnesio y manganeso. En los últimos mil años, el de fuego ha tenido erupciones periódicas más o menos cada cien años.
“Montaña abajo, tenemos ‘los hijos del volcán’, lo que convierte a ésta en una zona geológica muy compleja.
“El beneficio de tener un volcán cerca es, a largo plazo, buenas tierras para el cultivo, como ocurre en Europa en la Zona del Mediterráneo, que es una área de volcanes como el Edna y el Vesubio, lo que ha propiciado suelos muy fértiles por la ceniza volcánica. Incluso a nuestra región se importa de América Central el azufre, que es uno de los compuestos de la ceniza volcánica.
“Tenemos los alrededores de los volcanes de Tepic que, actualmente, es una zona árida pero que posteriormente serán una zona fértil, lo mismo que le espera a la zona del Volcán Paricutín en unos cien años o más. Lo mismo le sucede a la región del Volcán Colima. Las cenizas cubrieron como alfombra los suelos y, al paso de muchos años, eso los fertilizará mediante reacciones químicas.
“La ventaja de estudiarlo y conocerlo es que se ha creado un mapa de riesgo geológico que nos alerta para que las poblaciones cercanas a los volcanes no crezcan; por ejemplo, en el caso del Volcán El Colima, La Yerbabuena, La Becerrera y otras, lo que también representa un beneficio, pues evita que el riesgo sea mayor”, alertó el experto.

OTROS ASPECTOS A VIGILAR
“Un aumento en el riesgo por la actividad del volcán es que en esta ocasión se ha sumado al temporal de lluvias, lo que propicia que la ceniza volcánica, los lapillis y fragmentos de esta lava, aunados a la lluvia, formen escurrimientos que representan gran riesgo de que se registre un lahar.
“Si bien es posible que después de este período de actividad el volcán entre en un lapso de reposo, es conveniente estar al pendiente del constante monitoreo que se hace de él.
“Tanto Jalisco como Colima realizan estudios de manera periódica también en el área de Sismología; sin embargo, en este sentido, nuestra Entidad ha perdido parte de su equipo, pues no se sabe dónde quedó el segundo sismógrafo que hubo en Jalisco y que hasta hace algunos años estaba en el extinto Planetario “Severo Díaz Galindo” y que pertenecía en realidad al Servicio Sismológico Nacional, con la obligación de reportar datos y gráficas sobre los sismos detectados en Jalisco”.
Es fácil prever que la actividad del coloso continúe, ya que éste es uno de los 13 volcanes activos en México.
Hacia la parte de Jalisco, la Diócesis que pudiera resultar con mayores afectaciones es la de Ciudad Guzmán. El Padre Antonio Villalvazo, Vocero de esa Iglesia particular, reportó que únicamente se ha registrado en ese territorio la caída de ceniza. No obstante, se mantiene constante contacto con Protección Civil del Estado para atender las indicaciones que en determinado momento pudieran hacerse, y para, desde las Parroquias, brindar el apoyo que la población pudiese requerir.

CONOCIENDO AL VOLCÁN
“El Volcán de Fuego forma parte del Eje Neovolcánico Transversal que viene desde Nayarit. Sus coordenadas son de 19° 30’ Latitud Norte, y Longitud Oeste es de 103°. Tiene una altura promedial de 3,800 metros sobre el nivel del mar, que es variable cuando desaparece el cráter. Además, la altura del domo muchas veces no es mayor al cráter. Cuando hace erupción, desaparecen el domo y parte del cráter, como en esta ocasión, en que poco a poco se irán formando nuevamente.
“El domo sirve como tapón y, además, comparándolo con una olla exprés, como la válvula por la que escapa el vapor. Cuando incrementa la actividad, logra destruir el domo y es como cuando las ollas explotan. Así ocurrió en fechas recientes, y por eso vino la erupción.
“Por su parte, el Nevado Colima tiene 4,340 metros sobre el nivel del mar”.

TIERRA DE VOLCANES
México se localiza en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, el Cinturón de Fuego del Pacífico, cuyo nombre se debe al alto grado de sismicidad, que resulta de la movilidad de cuatro placas tectónicas: Norteamericana, Cocos, Rivera y del Pacífico.
Estas mismas placas y sus movimientos son los responsables de los volcanes de la zona, pues tales movimientos originaron el Eje neovolcánico que atraviesa el país.
Esta cordillera, con más de 2,000 volcanes, la mayoría de ellos ya inactivos, “corre” latitudinalmente unos 880 kilómetros de Oeste a Este, extendiéndose de costa a costa, cerca del Paralelo 19° N.
El desplazamiento de placas es el causante de los sismos que ocurren a lo largo de la Costa del Pacífico.
“En esta línea, tenemos los volcanes de Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, los de México, Veracruz e incluso los que hay en El Caribe. En este Eje, hay volcanes nuevos como El Colima, que data de hace 2,500 años, pero también volcanes recientes como El Paricutín, que surgió en 1945, el más joven del mundo”.

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COLIMA, HISTORIA MARCADA POR EL VOLCÁN
La etimología de Colima significa: ‘Dios de fuego que domina’ (de Colli que significa ‘cerro’, ‘volcán’ o ‘abuelo’, y Maitl: ‘mano’ o ‘dominio’).

GUADALAJARA, TIERRA VOLCÁNICA
“Nuestra Zona Metropolitana es una área volcánica. Elevaciones como el Cerro del Tapatío, el del Cuatro, el del Tesoro, todos éstos que son de roca roja, como el del Colli, que es también un volcán que, incluso, ocasionalmente, expulsa viento por lo que fue su cráter. El que representa mayor riesgo es el de La Primavera, ya que existe ahí una zona de caldera, similar a la del Volcán Nevado Colima, y de donde se formó el Volcán de Fuego. En este lugar han querido extraer ese calor para hacer una zona geológica y producir electricidad a base de turbinas mediante un proyecto de explotación geotérmica, que no se ha concretizado”.

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HACIENDO MEMORIA
Los riesgos por el volcán no son asunto nuevo. En 2013, una avalancha de rocas y ceniza bajó por la Barranca de Atenquique y dañó parte de este pequeño poblado. También se tiene registro de que en 1955 un gran lahar descendió por esa misma ladera, destruyendo completamente el pueblo y matando a buena parte de sus pobladores, afirma la Historiadora Laura Catalina Arreola Ochoa, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
Además, el Vulcanólogo Carlos Suárez Plascencia asevera que, de acuerdo con la historia del coloso de fuego, cada siglo sucede una gran explosión; la última fue en 1913, cuyas exhalaciones alcanzaron hasta 20 kilómetros de altura y la ceniza llegó hasta Saltillo. “Su ciclo es de un siglo de más-menos quince años. Eso significa que en los próximos trece tendremos un cierre de ciclo donde ocurre un gran evento, y la actividad dura dos o tres días y se modifica el cráter”, resaltó.
El Especialista afirmó que la actividad de la semana pasada es parte del proceso eruptivo natural del volcán, y no descartó que sea “una advertencia de que está despertando”, y en poco tiempo –un mes o cinco años– pueda ocurrir una gran erupción, como la de hace poco más de un siglo.

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