jueves, 9 de julio de 2015

El Matrimonio, en la palestra

Reflexión y reacciones

Familias Trompo DIF Jal

Lic. José de Jesús Vázquez Hernández

En los últimos días se ha comentado bastante en los Medios de Comunicación Social acerca de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, que sobre el Matrimonio considera “…que la Ley de cualquier Entidad Federativa que por un lado considere que la finalidad de aquél es la procreación o el que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional…”
Esta determinación controvertida ha causado bastante polémica por tratar el tema del Matrimonio, así conocido y considerado desde tiempos ancestrales, como la unión de un hombre y una mujer cuya finalidad principal es la ayuda mutua, la procreación y la educación de la prole, como cimiento de la familia, célula básica y fundamental de la Sociedad, y sucede que ahora (cuatro Ministros) lo modifican.

Una y otra parte
Según esta resolución, el Matrimonio es la unión de dos personas simplemente, y tiene como fin la “protección de la familia como realidad social”, y no como antes, la procreación; pero, de ser así, dos personas del mismo sexo no pueden procrear, aunque tal vez sí puedan adoptar niños, cosa difícil de entender como protección y educación, por tratarse de casos de excepción.
A este respecto, al unísono, los Obispos Mexicanos, representantes de una Sociedad eminentemente católica, se pronunciaron en el siguiente sentido: “…reiteramos nuestra convicción, basada en razones científicas, sociales y religiosas, de que la Familia, célula de la Sociedad, se funda en el Matrimonio de un hombre con una mujer, que por su capacidad procreativa garantizan la supervivencia de la Sociedad”.
Desde luego que no es fácil cambiar de la noche a la mañana un proceso visualizado por la cultura universal (y, desde luego, por la Sagrada Biblia) como una Institución creada por Dios, cuando varón y mujer los creó con la encomienda de: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la Tierra y sométanla” (Gen 1, 27-28)… Claro, por lógica, se entiende hacer todo ello con plena responsabilidad.
A propósito del tema, en una ocasión nos encontrábamos, en torno de una mesa redonda varios matrimonios, bajo la dirección de un Sacerdote, dialogando sobre el sentido del Matrimonio, y se cuestionaban todas las definiciones desde el punto de vista etimológico y otras más versiones de expertos que, desde nuestro punto de vista, eran valederas.
Sin embargo, ninguna de estas definiciones satisfacía al Sacerdote, quien suponía debíamos darle una respuesta aceptable desde su parecer y, hasta molesto, se oponía a cada una de ellas. Entonces se dirigió a mí directamente, en estos términos: “A ver, Chuy, para ti, ¿qué es el Matrimonio?”, y viendo yo que él ya había descalificado las versiones más acertadas, simplemente le respondí: “Martirio, Padre, martirio…” y todo terminó allí en tono jocoso.
Me parece que estas determinaciones son producto de una presión universal, pues incluso ya la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos (¡qué casualidad!) también acaba de aprobar una Ley que aplica en los 50 Estados el “matrimonio” entre personas del mismo sexo, un tema que ha impactado a la Sociedad y que aún dará mucho de qué hablar por la importancia del mismo.
Hay cosas que están cambiando; pareciera que las excepciones superan a las reglas y las minorías a las mayorías… Y, ante la dificultad de ponerse de acuerdo, habrá que respetar los puntos de vista difíciles de conciliar con nuestra verdad. Para poder vivir en paz, es necesario el respeto mutuo. Recordemos que, en el mismo sembrado, nacen el fruto y la cizaña.

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