jueves, 9 de julio de 2015

De las Florecillas Franciscanas del Siglo XXI

“Es que si voy contigo, nada me hace falta”

P. Fray Héctor Manuel Figueroa García, O.F.M.

6001458018 08746d29a2 bDesde hace casi un año, Dios me ha concedido la Gracia de contar con un hermano Sacerdote, Fraile Franciscano: Fray Juan Roberto, ordenado en agosto de 2014, y ha sido para mí un gran apoyo, pues cuando tienes un amigo tienes un gran tesoro, pero cuando cuentas con un hermano y sientes su apoyo, es más que un tesoro. Yo diría que es el tesoro y el castillo completo.
Me ha acompañado y escuchado, y en variadas ocasiones –aunque es un poco más chico que yo, y se vino al Seminario muchos años después de mí–, siempre tiene una palabra que me alienta y anima en mi camino vocacional, al igual que en mi respuesta al ministerio que el Señor nos ha regalado.
Comparto lo anterior contigo, amable lector, porque la anécdota que ahora te cuento tiene mucho qué ver con él y con su labor misionera. Y hablo de las Misiones porque presta sus servicios en nuestro Internado de niños huicholes, al que conocemos como Internado Santa Clara, enclavado en el punto donde confluyen los Estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas, en la Sierra Madre Occidental.
Este albergue acoge a más de 130 niños huicholes, a quienes se les proporciona educación, vestido y alimento, y además una formación humana y franciscana. Desde hace más de 60 años, los Frailes Franciscanos prestan en esta Misión ese servicio con amor, entrega y esmerada solidaridad.

Admirable pasaje
Uno de esos niños, de nombre Santiago, de apenas ocho años, se acercó a mi hermano justo cuando se disponía, como en otras ocasiones, a bajar de la sierra, como lo hacen de cuando en cuando, a fin de obtener los víveres y alimentos que el Internado necesita y que sustenta, además de los niños, a 10 Misioneros Seglares y a los 4 Franciscanos que prestan su servicio. Así las cosas, se aproximó el huicholito, y con infantil inocencia, le dice a Fray Juan Roberto que lo lleve consigo; que él está dispuesto a viajar con ellos por esa vez (a mi hermano lo acompañaría otro Misionero Laico o algunos de los Frailes). Mi hermano lo mira y, con una paciencia paterna, le dice al huicholito que no puede llevarlo, que tal vez para la siguiente ocasión sería posible.
A un niño se le puede decir que no, pero lo más lógico es que siga insistiendo con denodada intención de no claudicar en su petición. Varias veces, pues, el chavalito intentó persuadir al Religioso de que era importante que lo llevara y que por su corta edad se merecía la oportunidad.
Ante tal porfía, aquél –como buen Misionero–, le dijo: “A ver, ¿traes ropa para varios días? ¿Llevas algo para cobijarte? A ver, ¿tienes algo para ti… para gastar o algo…?”. Éstas y otras preguntas buscaban hacer que el niño claudicara en su osada intención; sin embargo, nada de esto le impedía seguir en su cometido.
Ya por último, le miró fijamente, y el simpático huicholito se quedó en absoluto silencio. Entonces vino la gran enseñanza para todos: “No puedo llevarte, no traes nada contigo y no andas preparado para llevarte”. El pequeño Santiago, corto de edad pero grande en audacia y una inaudita sabiduría salomónica, le respondió: “Es que si voy contigo… nada me va a hacer falta…”.

Moraleja
Maravillosa respuesta de un pequeño de escasos ocho años que, confiando en la generosidad de quien le cuida, se atreve a dar una respuesta que nos deja una enorme lección. Así lo creo, así lo pienso y así lo siento. Los discípulos de Jesús, cuando se acercaron por vez primera al Maestro y le preguntaron “¿Dónde vives?”, sabían que debían confiar plenamente y que, si se arriesgaban a seguir a Jesús, nada les faltaría.
Pienso que este parvulito indígena nos regala un motivo de reflexión que puede servir como proyecto de vida para aprender a confiar plenamente en que, a donde quiera que vayamos y a donde el Señor nos envíe, nunca nos abandonará. Abandonarnos nosotros y confiar, será nuestra misión.
Se hacen vida aquellas palabras coloquiales de nuestro pueblo sencillo, que dicen: “El que invita, paga”. Cuando el Señor nos llame, tengamos la certeza de que su Providencia no nos dejará.
Así que los invito, amables amigos de Semanario, y también me siento invitado, a hacer nuestras estas palabras del huicholito Santiago, y decir, mirando a Jesús Crucificado: “Señor, si voy contigo, nada me hace falta…”.

En alabanza de Cristo. Amén.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario