jueves, 23 de julio de 2015

El Santo de a caballo

Santiago, el Patrono de la Hispanidad

Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara

img 7715En España prevalece la representación del Apóstol Santiago el Mayor como peregrino, vestido con túnica, manto, bastón y sombrero de peregrino, seguramente para alentar a los romeros que, desde varios puntos de Europa, a partir del Siglo XI, recorren el Camino de Santiago hasta Compostela, donde se encuentra su Tumba y su magnífica Basílica.

La imagen de un guerrero
Por otra parte, la historia de la reconquista de España recuerda al Apóstol Santiago como adalid de los ejércitos cristianos en lucha contra la invasión del Islam.
Esto sucedió a partir de la Batalla de Clavijo, en el año 834, cuando -según la tradición- se le apareció el Apóstol Santiago, en sueños, al Rey Ramiro, montado en un corcel blanco luchando contra los moros. El Rey ganó la Batalla de Clavijo al grito de “Dios nos ayude y Santiago”. De ahí en adelante, los cristianos coreaban en las luchas esa proeza de ocho siglos, que fue la Reconquista: “Santiago y Cierra España”.
En México hay una gran devoción popular a Santo Santiago; pero, curiosamente, prevalece su representación como un guerrero montado en caballo blanco, con sombrero ancho y espada en la mano, en lucha contra las fuerzas del Mal.
Dicha representación es fruto de la catequesis de los Misioneros, llevada al teatro popular, de la que aún quedan vestigios en los encuentros y desencuentros de Santiago a caballo en una lid contra los tastoanes.
O, también, fue el fruto de algunas apariciones de este lado del A-tlántico, como la que recuerda Fray Antonio Tello en su Crónica de la Conquista Espiritual y Temporal de la Santa Provincia de Jalisco, en la que narra que en Tetlán, al Oriente de Guadalajara, hubo un encuentro entre los soldados de Nuño de Guzmán y los indios naturales, y que éstos se desistieron y se alejaron al ver en el cielo a un guerrero montado en un caballo blanco. De ahí también el nombre que se dio a esta Provincia, Nueva Galicia, en honor a Santiago, que tiene su Santuario en la Galicia de España.

El primero en dar la vida
Pero, ¿quién era Santiago? Santiago el Mayor era hermano de San Juan Apóstol y Evangelista; ambos, hijos de Zebedeo. Su madre se llamaba Salomé, una de las mujeres que seguían a Cristo y le servían con sus bienes.
Estando remendando las redes, junto con Simón Pedro y Andrés, fue invitado él y sus compañeros, por Cristo, a seguirlo. Después de haberles regalado una pesca milagrosa, ellos respondieron inmediatamente al llamado y siguieron a Jesús, dejándolo todo (Cf. Mc 4, 21-22).
Santiago, junto con su hermano Juan y Simón Pedro, fue uno de los tres discípulos predilectos de Cristo, testigos de su Gloria en el Monte Tabor (Cf. Mc 9), y de su abatimiento ante la Pasión en el Huerto de los Olivos (Cf. Lc 22, 40-46).
Los datos evangélicos revelan un carácter fogoso, no carente de ambiciones, que mereció para los dos hermanos, Santiago y Juan, el apodo de “Boanerges”, es decir, ‘hijos del trueno’, porque ante la negativa de los samaritanos de dejar pasar a Jesús por su territorio, camino de Jerusalén, le sugirieron a Jesús que hiciera bajar fuego del cielo para que los consumiera (Cf. Lc 9, 54-56).
La ambición se manifestó cuando, rumbo a Jerusalén, le pidieron a Jesús los dos primeros puestos en su Reino, que imaginaban temporal (Cf. Mc 10, 37). Jesús les preguntó a Santiago y a Juan si podían beber el cáliz que Él había de beber, es decir, pasar por sus sufrimientos, a lo que ellos respondieron resueltamente: “Sí podemos” (Mc 10, 39). Jesús les prometió el martirio: “Beberán mi cáliz, pero los primeros puestos son asunto de mi Padre Celestial” (Cf. Mt 20, 21-28).
Y, en efecto, el primero en dar la vida por Cristo fue Santiago el Mayor, quien seguramente sobresalía por su entusiasmo en la predicación del Evangelio y, por eso, Herodes Agripa, aquel reyezuelo que se burló de Cristo el día de la Pasión, para dar gusto a los judíos, decapitó a Santiago en el año 44. Fue el primero de los Apóstoles en “beber el cáliz del Señor”.
Santiago ha influido en la historia religiosa, política y cultural de España, así como de la Hispanidad; no nos cabe duda de que aquél que entregó tan generosamente su vida a Cristo y fue señalado por Él con predilección, goza en el Cielo de una poderosa intercesión que debemos implorar, sin olvidar su ejemplo para nuestra vida cristiana.

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