jueves, 30 de julio de 2015

Formación pastoral en el Seminario

Corazón de Apóstol y Pastor

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Rafael Esparza Aguilar,
2º de Teología

La Iglesia está llamada a repensar profundamente y a relanzar, con fidelidad y audacia, su Misión en las nuevas circunstancias. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio, arraigada en nuestra Historia, a partir de un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, para que suscite discípulos y misioneros.

Una fragua exigente
La formación del Seminarista tiene sentido especialmente en función de su misión pastoral. El principio de la “formación eminentemente pastoral” subraya que el enfoque apostólico tiene una primacía en toda la identidad sacerdotal en su aspecto espiritual, intelectual y humano. Toda la formación del Seminarista debe tener esa orientación de fondo. Además del enfoque global de la formación, se requiere el planteamiento de la formación apostólica y pastoral como una área específica, con objetivos y recursos propios.
El amor a Cristo lleva, a quien aspira al sacerdocio ministerial, a identificarse con Él, y con su Amor ardiente por la Humanidad. Entonces se siente contagiado por la urgencia y el deseo apasionado de luchar infatigablemente por anunciar y extender el Reino de Dios por todos los medios posibles, lícitos y buenos, hasta conseguir que Jesucristo reine en el corazón de los hombres y de las Sociedades. El joven que ha ingresado en el Seminario ha sido llamado para ser enviado como mensajero del Reino de Dios.
La conciencia de la misión apostólica va tomando cuerpo paulatinamente durante el período de formación, hasta hacer que se convierta en tarea única, preocupación absorbente, centro de convergencia de toda su vida, fermento transformador de su personalidad. Gracias a ella, el Seminarista vive en un esfuerzo constante de superación de sí mismo en su vida espiritual, en su formación intelectual y humana, en su preparación pastoral. Cuando se encuentre en el apostolado, esa conciencia se concretará en un afán sincero por aportar frutos concretos, por ser más eficaz, por promover iniciativas. Ese mismo sentido eclesial del apostolado le llevará también a desear transmitir a los fieles el amor a la Iglesia de Cristo.

Realidades que retan e ilusionan
Sea cual fuere la futura labor de cada Seminarista, su formación debería incluir el conocimiento de algunos elementos fundamentales de Metodología para el Apostolado. Un elemento siempre necesario es el sentido y la técnica de la eficacia. Depende, fundamentalmente, del celo apostólico y del deseo de dar frutos; pero también puede ser educado como actitud y estilo de trabajo.
Hoy día, es necesario reconocer y acoger el fenómeno creciente del asociacionismo seglar. Los Seminaristas deben conocer el sentido profundo, humano y eclesial de ese modo de vivir y trabajar actualmente en la Iglesia.
Como cada año, el Seminario de Guadalajara nos ofrece a nosotros, alumnos, aparte del trabajo apostólico que realizamos cada sábado en alguna Parroquia, el trabajo en Campo-Misión durante la Semana Santa y en el Verano. Sin duda alguna, el período de Misiones es para nosotros tiempo de Gracia, para poder transmitir la Palabra de Dios, convivir con las personas de las distintas comunidades, y propiciar la fraternidad entre nosotros, estudiantes aprendices. Lo más importante, lo primero, es forjar en cada Seminarista la personalidad y el corazón del Apóstol celoso, consciente del sentido de su Misión.

Cartón de Hocio 2015 048 (1)

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