jueves, 2 de julio de 2015

¿Por qué será que mentimos?

…Y en cualquier edad

Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira (Mahatma Ghandi).

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María Teresa Edmé González Maciel

El hombre, en la figura de Adán y Eva, inicia el camino de la mentira cuando desobedece la voz de Dios. En ese momento rompe su armonía, orden, equilibrio.
A partir de este hecho, la naturaleza humana queda herida, y esto significa que, aunque cada persona tiene una conciencia que le indica el Bien y el Mal, le resulta costoso y le requiere un esfuerzo mantenerse en el Bien.
El problema estriba en que el hombre olvida y se resiste a tomar su lugar de creatura y a darle a Dios su lugar de Creador, obedeciendo sus Leyes.
Algunas personas justifican decir verdades a medias o algunas mentiras completas, a las cuales llaman “piadosas” por comodidad o por hacer sentir bien a la otra persona… estas mentirillas, aunque así las llamen, no dejan de ser mentiras. Por ejemplo, se puede negar que se está en casa para no contestar una llamada telefónica por mera flojera o inconveniencia, o decirle a alguien que se ve bien, cuando no lo cree realmente.

Causas y efectos
Cuando hay mucha rigidez en la educación, los hijos pueden empezar a mentir por miedo. Lo ideal es ejercer una disciplina con amor, aceptación, valoración; todo lo cual favorece la seguridad y la autoestima de los hijos.
La persona que miente tiene, de base, una baja autoestima y una gran necesidad de ser aceptada, reconocida, por lo que muchas veces, al no aceptar su realidad histórica y actual, busca modificarla con el fin de mostrar una mejor presentación de sí misma. Por vanidad, ostenta una realidad socioeconómica, familiar, intelectual, diferente, para conseguir sus objetivos: renombre, conquistas amorosas, beneficios laborales, etc. En el fondo, procura llenar su vida, que ha sido de vacío, de carencias.
También hay personas que han hecho de la mentira un estilo de vida, de forma compulsiva, y con frecuencia terminan inventando muchas más, para sustentar la primera.
La primera persona afectada es el mentiroso, pues tiene que hacer un esfuerzo muy grande para sostener sus mentiras, y también está comprobado que hay una transformación en el cerebro del mentiroso compulsivo: en la parte del lóbulo frontal hay más substancia blanca que gris. Y es en la parte gris precisamente donde se da la toma de decisiones morales.
El mentiroso corre el riesgo de que sus hijos imiten su conducta. Y también, tarde o temprano, su mentira los afectará y destruirá a ellos mismos y a los que estén a su lado, por ejemplo al engañar, traicionar, presentar un mundo ideal, inexistente.

Se vuelve andancia
Mitómano proviene del griego mythos, que alude a un relato no verídico; y manía, a un deseo desordenado. El mitómano es la persona que a menudo recurre a la mentira para justificar sus actos; modifica o crea un mundo imaginario, de bienes o hechos que no existen. El que miente de vez en cuando es un mentiroso, el que miente de forma constante es un mitómano.
Una de las reacciones del mitómano es negar su mentira y molestarse cuando le señalan su falacia. El mitómano puede empezar a tomar conciencia cuando, a causa de su mentira, pierde a su esposo(a), hijos, amigos o trabajo.

¿Cómo salir de la mentira?
Algunos puntos que pueden ayudar, son:
• Cuando se enfrenta y confronta al que miente o a sí mismo para tomar conciencia de la realidad.
• Cuando se busca una ayuda espiritual y psicoterapéutica.
• Cuando se asume la responsabilidad de los daños causados a sí mismo y a los demás.
• Cuando se pide perdón y se resarce, en lo posible, el daño causado.
• Cuando se reduce el número de veces que se miente cada día.
• Cuando el hombre rige su vida de acuerdo a un código moral y a la Ley Divina. Así, ya tiene un norte que le marque el rumbo hacia la auténtica libertad, que es elegir, de dos bienes, el mayor Bien.
No puede servirse a dos amos; no se puede ser fiel a un principio moral y enriquecerse de forma ilícita. El recuerdo de la Ley de Dios impresa en el corazón del hombre por convicción, ayuda a mejorar la conducta, es la mejor vacuna contra la mentira.
La persona que ama verdaderamente a Dios, no trata de buscar adaptarse a las modas, a su tiempo, a las costumbres, sino a la voluntad de su Creador, a ejemplo de Jesús que, viviendo y entendiendo la problemática de su tiempo, tenía un solo alimento: hacer la voluntad del Padre.
Santo Tomás Moro, Canciller de Enrique VIII, prefirió morir decapitado que aprobar las acciones de su Rey; acciones que iban contra la verdad y su conciencia, y respondiendo al final con su vida a la Ley Divina, sin importarle el precio que debía pagar.
El hombre está llamado a responder a Dios, a sí mismo y a los demás, viviendo en la verdad; es decir, en la auténtica libertad.

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