jueves, 9 de julio de 2015

EDITORIAL

Francisco, en las periferias de América Latina

Con Latinoamérica, el mundo tiene una deuda pendiente: ingresarla con más realismo al desarrollo que en el orbe se va fraguando. Y es que, por su historia, por su raigambre social y por su corazón, proclive auténticamente a la religiosidad, ha sido un “templo social” construido para el Cristianismo con religiosidad popular -ciertamente con matices culturales muy propios-, con sencillez, incluso con defectos, pero con grandes batallas en la Evangelización. El Cristianismo crece de una forma singular. Y, si bien no todas las batallas han sido ganadas, se continúa con la mano en el arado.
Aquí ha llegado el Papa Francisco, a Ecuador, Bolivia y Paraguay, una tercia muy significativa del corazón del Continente. Viene con su carisma personal, la vivencia milenaria de la Iglesia, desde los Apóstoles; fortalecida -no hay duda- por la búsqueda de diversas pastorales que quieren tener como centro único la Persona de Jesús. Esta visita es la oportunidad de construir un momento de gran esperanza; un futuro diferente en medio de no pocas dificultades de estas tres naciones del Cono Sur.
América Latina sigue siendo, para el Santo Padre, la casa de sus preocupaciones, el lugar de su familia y la región modeladora de su estilo pastoral. Después de su presencia en el Encuentro Mundial de la Juventud, realizado recientemente en Brasil, ha querido regresar a las periferias de este rumbo continental, a países que, en términos geopolíticos, no son ciertamente de primer orden; pero sí grandiosos por su Cultura, su Historia; una impronta de la Conquista y un desarrollo todavía en camino.
El Vicario de Cristo desea apoyar a los más desfavorecidos, construir caminos alternativos comprometidos con la opción por los pobres, pues urge caminar a la mesa del desarrollo y del progreso. Es un Papa que sabe, de primera mano, de los asuntos económicos, políticos, sociales; también sabe de la historia profunda de esta América. Conoce su ambigüedad religiosa, su grandeza y carencias. Un Pontífice pletórico del carisma que atrae el corazón de pueblos enteros, la admiración de indiferentes y la indulgencia de muchos no creyentes.
Podría decirse que la imagen papal es, al presente, una figura tallada al mejor estilo profético. Ha cautivado a millones de personas con un estilo cercano, con su manera de predicar, que sale del corazón del Evangelio y va al corazón del pueblo.
…Hay otras filas, sin embargo, que han malmirado su posición. Se han desatado los desacuerdos con la Iglesia Católica por su doctrina contra el aborto y la defensa del Matrimonio -subrayando con claridad el respeto debido a quienes viven de otras convicciones sexuales-. Condena al “capitalismo salvaje” y a la “dictadura de la economía”. Personajes encumbrados lo han calificado de “marxista”. Ha puesto en entredicho muchas teorías economicistas. Y sus palabras sobre la responsabilidad del hombre en el cambio climático le han traído adversarios de diversos intereses.
No es una posición cómoda, pero ciertamente de estilo profético inquebrantable. En Latinoamérica está el 40% de la catolicidad, donde algunos entendidos hablan de fuertes definiciones en diversos sentidos. “Esperamos muchas sorpresas”, se dice del Papa. Diseñó -según especialistas- su hoja de ruta con particular cuidado. Una de las ideas pastorales más profundas es priorizar las periferias. Ni más ni menos, al puro estilo de Jesús.

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