jueves, 16 de julio de 2015

¿Cómo y en qué usamos el celular?

Convergencia e interactividad

Celulares (3)

Pbro. Carlos Javier Díaz Vega
Roma, Italia

Quienquiera que tenga acceso a Internet sabe que éste ofrece la oportunidad de comunicar esperanza y salvación. Por este solo motivo, los cristianos deberíamos utilizarla. Se trata de un mundo con enormes potencialidades; el mismo Papa Benedicto XVI exhortaba al compromiso de los cristianos, especialmente de los jóvenes, en la Evangelización de este mundo virtual.
Más fácil aún, si la oportunidad la tenemos literalmente “en nuestras manos”; es decir, en nuestro teléfono celular. La palabra smartphone significa “teléfono inteligente”. ¡Si el aparato es “inteligente”, cuánto más debe ser quien lo utiliza!

¿Qué me empuja a estar en Red?
La tecnología es un don de Dios que debemos conocer y amoldar a nuestras necesidades. Además de poder hacer llamadas, en los teléfonos celulares “inteligentes” encontramos una App (Aplicación) casi para cualquier cosa, como leer el periódico o leer libros, mandar mensajes escritos, hacer videollamadas, conocer el pronóstico del tiempo, escuchar música, tomar fotografías, revisar el correo electrónico, ver mapas de diversas ciudades, usar traductores, crear y guardar archivos de texto, escribir notas o recordatorios, navegar en Internet, hacer compras, y un largo etcétera.
Un buen católico añadiría Apps para leer la Biblia, la Liturgia de las Horas, libros de espiritualidad o vidas de Santos, noticias católicas, revistas católicas, la App del Papa, el Misal mensual, por mencionar algunos. Existen Apps católicas que ofrecen el Evangelio del día, las oraciones cotidianas, el Santoral, el Catecismo de la Iglesia, reflexiones, oraciones para niños y jóvenes, y más. ¡Todo en una sola Aplicación! Hay Parroquias, Movimientos Eclesiales, Diócesis que tienen su propia App para comunicarse con sus fieles. Muchos de nuestros teléfonos poseen la capacidad de descargar todo esto con un simple touch, un toque en la pantalla.
Hay otras Aplicaciones que son, al mismo tiempo, grandes Medios de Comunicación: las famosas “Redes Sociales”: Twitter, Facebook, Google+, YouTube, Instagram, WhatsApp, Periscope, etc. Éstas son Aplicaciones con una peculiaridad extraordinaria, pues no se trata sólo de consumir información como en las anteriores, sino también de producir información, y todos nosotros podemos aprovecharlas “inteligentemente” para comunicar, ya sea nuestra Fe, la Palabra de Dios, mensajes de confianza y ayuda, eventos especiales de nuestra Iglesia Universal, Diocesana o Parroquial; o sea, buenas noticias. En otras palabras, se ha pasado ya de la navegación fría de los Sitios de Internet al involucramiento y transmisión de pensamientos, razones, reacciones y sentimientos.

Católico 2.0
Ahora que los niños y jóvenes están de vacaciones, ayudémonos de ellos para conocer mejor el mundo de las Apps y Redes Sociales. En nuestra Arquidiócesis hay muchos Laicos, Religiosos(as), Seminaristas, Sacerdotes, y también nuestro Arzobispo, que ofrecen Mensajes de Fe cotidianos o semanales. Me llaman la atención las homilías escritas del Padre Ricardo Díaz; las joviales reflexiones en vídeo que realiza el equipo Con + Gracia; los mensajes semanales del Cardenal Francisco Robles; los avisos que dan Sacerdotes sobre los diversos Programas Católicos en Radio o Televisión; el Sitio Web de Semanario; la Programación de ArquiRadio Gdl; los tweets de @SIAG o @semguad, así como el Facebook Peregrino Zapopano sobre los recorridos de la Virgen, por citar sólo algunos pocos ejemplos.
Hay que poner mucho cuidado, sin embargo, en los riesgos. Sobre todo cuando lo superficial se convierte en norma y lo profundo en insólito. El cristiano posee un carácter antropológico y educativo muy hondo; por tanto, todo lo que ofrece a los demás deberá regirse por cierta profundidad. Para esto nos ayudan, por ejemplo, las indicaciones del Padre Alfonso Rocha en la Página “Vivir en la Pantalla”, de nuestro Semanario.
Si ya tenemos un “teléfono inteligente”, hay que aprovecharlo sacándole todo el jugo posible… o, al menos, la mitad del jugo.

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