A los Obispos de México:
Frente a la violencia, el encuentro a través del diálogo y la paz
El Papa Francisco recibió el lunes 19 de mayo a los Obispos de la Conferencia Episcopal de México que en estos días llevaron a cabo su Visita ”Ad Limina”. Al final, les entregó un Discurso, del que ofrecemos amplios extractos, y en el que destaca que la fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo y sus necesidades.
CIUDAD DEL VATICANO- Antes de entregarles el texto, el Obispo de Roma subrayó que, a pesar de los graves problemas que enfrenta, la Iglesia en México está consolidada sobre pilares muy fuertes y les instó a ser siempre fieles a la ”doble trascendencia”: la primera, en la oración con el Señor, y la segunda, la cercanía a su pueblo.
ENCUENTRO, DIÁLOGO Y PAZ
El Santo Padre recordó al Episcopado Mexicano que ya su antecesor, el Papa Benedicto XVI, los había exhortado a unir esfuerzos en favor de la paz social y de una convivencia justa, libre y democrática. “A no dejarse amedrentar por las fuerzas del Mal, a ser valientes y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro… En la actualidad, las múltiples violencias que afligen a la Sociedad mexicana, particularmente a los jóvenes, constituyen un renovado llamamiento a promover este espíritu de concordia a través de la cultura del encuentro, del diálogo y de la paz.
“A los Pastores no compete, ciertamente, aportar soluciones técnicas o adoptar medidas políticas, que sobrepasan el ámbito pastoral; sin embargo, no pueden dejar de anunciar a todos la Buena Noticia: que Dios, en su Misericordia, se ha hecho hombre y se ha hecho pobre y ha querido sufrir con quienes sufren, para salvarnos”.
“La fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo en sus necesidades, ofreciendo desde dentro los valores del Evangelio”.
Sé de vuestra preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la defensa de los derechos humanos y el desarrollo integral de la persona. Todo esto, que es expresión de la ‘íntima conexión’ que existe entre el Anuncio del Evangelio y la búsqueda del bien de los demás, coopera, sin duda, a dar credibilidad a la Iglesia y relevancia a la voz de sus Pastores”.
EL LUGAR DE LOS LAICOS
”La Misión de la Iglesia -subrayó el Papa- no puede prescindir de los Laicos… Los invito a que promuevan su responsabilidad secular y les ofrezcan una adecuada capacitación para hacer visible la dimensión pública de la Fe. Para eso, la Doctrina Social de la Iglesia es un valioso instrumento que puede ayudar a los cristianos en su diario afán por edificar un mundo más justo y solidario.
“De esta forma, también se superarán las dificultades que surgen en la transmisión generacional de la Fe Cristiana. Los jóvenes verán con sus propios ojos, testigos vivos de la Fe, que encarnan realmente en su vida lo que profesan sus labios. Y, además, se irán generando espontáneamente nuevos procesos de Evangelización de la Cultura’.
“En este sentido, el potencial de la piedad popular, que es ‘el modo en que la Fe recibida se encarnó en la cultura y se sigue transmitiendo’, constituye un imprescindible punto de partida para conseguir que la Fe del pueblo madure y se haga más profunda.
“La familia es célula básica de la Sociedad y primer Centro de Evangelización. Los animo, pues, a intensificar la Pastoral de la Familia -seguramente, el valor más querido en nuestros pueblos- para que, frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, se convierta en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su ocaso natural”.
Después de recordar a los Prelados la importancia de su cercanía a los Sacerdotes y Consagrados, así como la atención que deben prestar a su formación y la atención por las futuras vocaciones, el Obispo de Roma recordó con agrado que en sus planes pastorales, ”han asumido las indicaciones de Aparecida, de la que en estos días se cumple el 7º aniversario, destacando la importancia de la Misión Continental Permanente, que pone toda la Pastoral de la Iglesia en clave misionera y nos pide a cada uno de nosotros crecer en parresía.
“Así -concluyó-, podremos dar testimonio de Cristo con la vida también entre los más alejados, y salir de nosotros mismos a trabajar con entusiasmo en la labor que nos ha sido confiada, manteniendo, a la vez, los brazos levantados en oración” (VIS).
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