lunes, 5 de mayo de 2014

Quédate con nosotros

Juan López Vergara


Nuestra Madre Iglesia dispone para la Eucaristía de hoy, un texto exclusivo de Lucas, que contiene la pieza cristológica maestra de su obra, donde relata la primera lección de Cristología en la Historia de la Iglesia, impartida por el propio Jesús resucitado a un par de discípulos en el camino de Emaús (Lc 24, 13-35).


LO PRIMERO ES ESCUCHAR
El evangelista cuenta que: “El mismo día de la Resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén” (v. 13). Venían comentando lo sucedido cuando se les acercó el Resucitado, pero estaban incapacitados para reconocerle (véanse vv. 14-16). Lo primero que Jesús hace es interesarse por ellos (véase v. 17). El autor subraya el referido interés de Jesús por escucharlos, al extremo de que el desesperanzado Cleofás le respondió si era el único forastero que no sabía lo que había sucedido (véase v. 18). Jesús, entonces, le preguntó: “¿Qué cosas?” (v. 19a). Ellos hicieron una lectura de todo lo acontecido (véanse vv. 19b-24).

La primera actitud de Cristo Resucitado consiste en escuchar. Ésta concuerda con la primera actitud del joven Jesús en el Templo: “Al cabo de tres días, le encontraron en el Templo, sentado en medio de los maes-tros, escuchándoles y haciéndoles preguntas” (Lc 2, 46).


SUPERAR EL ESCÁNDALO DE LA CRUZ
El Resucitado, después de escucharlos con atención, tomó la palabra y los provocó: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los Profetas!” (v. 25); hasta terminar desafiándolos a reflexionar en profundidad: “¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su Gloria?’ Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los Profetas, les explicó todos los pasajes que se referían a Él” (vv. 26-27).

El Señor Jesús los exhortó a superar el escándalo de la Cruz mediante la lectura de las Escrituras, que les permitió comprender que el camino de la salvación debía pasar por el amargo misterio del sufrimiento.


¿DÓNDE PODEMOS ENCONTRARLO?
El pasaje manifiesta el genio lucano mediante la pedagogía de la Fe en el Cristo vivo, expuesta por el propio Resucitado, que condujo a los discípulos a preguntarse: ¿Si Jesús ha resucitado y está vivo dónde podemos encontrarlo?

En primer lugar, en los caminos de la historia (véase v. 15). Después en la lectura de las Escrituras a la luz del evento pascual (véanse vv. 25-27). En el centro del encuentro, está el interés por el hermano: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer” (v. 29). El Papa nos recuerda que en el prójimo está la permanente prolongación de la Encarnación (Véase: “La dimensión social de la Pastoral en Evangelii Gaudium”, Semanario, 27/IV/2014/p. 22). En cuarto lugar, como momento definitivo: la Eucaristía “cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (vv. 30-31). Y, por último, en la comunidad, pues aquellos caminantes al reconocer que Jesús está vivo renovaron su Espe-ranza, y con gozo regresaron a Jerusalén donde participaron y ratificaron su encuentro (véanse vv. 33-35).


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