jueves, 15 de mayo de 2014

Un provechoso convivio levítico

El amanecer de un nuevo Pentecostés


Ya se ha vuelto una agradable y fructífera tradición la convivencia anual entre alumnos del Seminario Diocesano Mayor y Hermanos de muy variados Institutos, Congregaciones u Órdenes Religiosas.


Levita y Fraile


Diácono José Luis González Ramírez,

4° de Teología


Nuestra Iglesia Católica, a lo largo de su largo caminar por la Historia, ha experimentado la efusión del Espíritu Santo que mueve a los hombres de distintas razas, lenguas, pueblos y naciones a compartir un mismo idioma y un mismo sentir, que es el de la Caridad.

A partir del primer Pentecostés que vivieron los Apóstoles y Discípulos de Jesús en el Cenáculo, pudieron recibir el Fuego del Amor de Dios, que los movió a dar sus vidas. Nada ni nadie en el mundo podían quitarles, el gozo de padecer por Él, que era el tesoro por el cual valía la pena arriesgarlo todo, a fin de ganarlo todo.


ENCUENTRO INTERSEMINARÍSTICO
Ahora bien, con este mismo espíritu de compartir esta alegría pascual de unión y caridad, el jueves 1º de mayo se llevó a cabo un Encuentro más entre alumnos Religiosos y Diocesanos en las instalaciones de nuestro Seminario Conciliar Mayor de Señor San José, a partir de las 4 de la tarde.

Para ello, el Grupo de Tercero de Teología organizó un Rally (Juego que consiste en la formación de reducidos Equipos, los cuales buscan ganar el mayor puntaje a través de una serie de pruebas y obstáculos a superar). Y así, en medio de este ambiente festivo, se veía en el rostro de todos los participantes el gusto de compartir la Fe. Este Encuentro culminó con la Celebración Eucarística en la Capilla, para pasar luego todos al Comedor a compartir fraternalmente la Cena.

En verdad, alegraba ver la variedad de Hermanos de tan diversas Congregaciones Religiosas compartiendo no sólo los alimentos, sino también el gesto más elocuente de comunión en el Espíritu Santo. Pero, ¿cómo fue que surgió dicha convivencia, y cuál es su finalidad?


UNA ESPECIAL MOTIVACIÓN
A partir de la celebración del 48º Congreso Eucarístico Internacional, con sede en Guadalajara en 2004, y después de haber experimentado la grata convivencia con personas de diversos países, así como de distintas formas de vivir el llamado de Jesús, surgió la iniciativa de que se organizaran Encuentros entre Sacerdotes Religiosos y Sacerdotes Diocesanos, así como entre Grupos de Seminaristas próximos a ser ungidos y consagrados a Dios, para servir al Pueblo de la Nueva Alianza.

Fue así como nació esta tradición de fomentar este ambiente de universalidad, en que se van forjando las nuevas vocaciones al sacerdocio y se van capacitando en el diálogo y la valoración de la riqueza del llamado a seguir al Señor en un mismo camino, aunque con carismas distintos; pero, en definitiva, con un mismo objetivo: llegar a la Cumbre del Amor y la entrega generosa, siguiendo los pasos de Jesús, que les dice a todos los que se amedrentan ante los desafíos que implica la vida del Sacerdote y del aspirante a serlo: “No tengan miedo, porque Yo ya he vencido al mundo”.

Así pues, ¿cómo hemos de lograr los cristianos de hoy el Plan de Amor trazado por Dios desde la eternidad? Sin duda, amándonos los uno a los otros, con el mismo Amor con que Él nos ha amado. Si esto se pide de todo fiel cristiano, cuánto más se espera del Sacerdote y del candidato al sacerdocio, sea del carisma que fuere, pues de todos se espera que sean santos, a ejemplo del Buen Pastor, que es capaz de dar la vida por sus ovejas.

En el cálido ambiente de otro amanecer, comienza a resplandecer un nuevo Pentecostés, que se ve reflejado en las pequeñas y grandes manifestaciones de convivencia fraterna, entre cristianos de todo el orbe y, muy particularmente en ésta, que llevamos a cabo año con año, mediante el mencionado Encuentro entre Sacerdotes Diocesanos y Religiosos y la participación de numerosos Seminaristas alegres, que contagian el ambiente con sus sanas risas y buen humor, propios de quienes experimentan y comparten la alegría del Señor Resucitado.


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