jueves, 29 de mayo de 2014

Cuando peor estén las cosas, más debemos insistir

Lupita:


En verdad ya no puedo más. He probado de todo para que mi mujer cambie, pero parece que todo me sale al revés. He tratado de hablar tranquilo, he gritado desesperado, he amenazado con llevarme a los niños y dejarla. Busqué terapias y hasta magia blanca, pero nada funciona. Ella reacciona de forma agresiva por cualquier motivo. Mis hijos la escuchan gritar y amenazar todos los días. Me cela por todo, me exige dinero que sabe que no tengo, y dice que se lo escondo. Yo quiero una relación tranquila. Mis hijos están afectados. ¿Hay esperanza para una situación así, o ya dejo de terquearle?


Eduardo H.


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MUY ESTIMADO EDUARDO:

Tu relación puede ser totalmente restaurada. Sucede que, a veces, por no saber hacer lo correcto, nuestras reacciones ante los problemas no tienden a solucionarlos, sino a complicarlos cada vez más.

Entre las cosas que mencionas, puedo señalar errores clásicos que multiplican sentimientos de frustración y entorpecen las verdaderas soluciones:

1) Gritar

2) Actuar desesperado, golpear, insultar

3) Amenazar

4) Buscar hechicería o cualquier tipo de magia

5) Obligar por la fuerza


Estas acciones predicen la ruptura. No sirven en absoluto; es necesario extirparlas de cualquier relación humana. Habrá que sustituir tales respuestas por otras mucho más adecuadas:

1) Primeramente, aceptemos con humildad que ahí donde la guerra impera, no hay amor, lo cual significa que se le ha cerrado la puerta a Dios. Y el sabio consejo de San Juan de la Cruz dice: “Donde no hay amor, pon amor y cosecharás amor”.

2) Es condición irrenunciable para amar, el entablar una sincera relación con Dios (fuente de Amor verdadero). Así que empieza a buscar respuestas a tu situación por el camino nuevo de la Fe. Consigue una Biblia y lee los Evangelios en ella; será como escuchar la voz de Jesucristo, que te habla a ti.

3) Él te inspirará a hacer algo que tal vez nunca habías considerado: orar por tu mujer.

4) Deja de poner el acento en las cosas que ella debe cambiar, y enfócate en aquellas que debes cambiar tú.

5) Empieza por agradecer. Cada día descubre todas las cosas que tienes y que no valoras por estar concentrado en lo que no tienes.

6) Busca, en el pasado de tu mujer, las razones por las cuales ella no ha alcanzado la madurez humana. Debe haber dolor y sufrimiento atrás. Compréndela y ámala, precisamente ahora que, según tu parecer, menos lo merece.

7) Haz conciencia de que todo lleva tiempo. No pretendas cosechar frutos apenas estés sembrando. Persevera en tu cambio personal.


Lupita Venegas Leiva / Psicóloga Face: lupitavenegasoficial


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