viernes, 23 de mayo de 2014

¿Atractiva o vulgar?

Lupita


Querida Lupita:


Me siento sofocada por mi mamá. Es una mujer católica que siempre nos ha inculcado el amor a Dios y a la Virgen María. Acepto todo eso, pero pienso que es exagerada, especialmente con la ropa. Tengo 18 años y me invitaron a bailar. Me vestí como se visten todas -yo creo que puedo “enseñar” si no voy a Misa, no?-; pero mi mamá no me bajó de lo peor, me humilló y le tengo coraje. Sé que no debo apartarme de Dios por estas cosas, pero de eso me dan ganas. Te agradecería que hablaras con las mamás porque con su actitud no nos acercan a la Fe, sino todo lo contrario.


Celina.


QUERIDA CELINA:

Antes de dirigir unas palabras a las madres católicas, quiero reservar un espacio para ti y las chicas como tú, que buscan ser felices sin apartarse de los valores cristianos fundamentales.

Me complace percatarme de que no deseas apartarte de Dios por una actitud errada de tu madre. Esto significa que actúas por convicción.

Analicemos lo que sucede con mamá: Una mujer de Fe quiere lo mejor para sus hijos. Su modo de pedir puede ser inadecuado, pero lo que pide me parece razonable. Cuando una chica joven, como tú, elige su ropa, ¿qué expresión quiere provocar en quienes la miran?: “¡Qué guapa es!”, o “¡qué buena está!”

Si quieres ser atractiva, no necesitas recurrir a una presencia vulgar. Cultiva la virtud del pudor. Esta palabra proviene del latín y significa recato, modestia, honestidad. Viviéndola, proteges tu intimidad, das el valor que tiene a tu cuerpo y a tu persona.

Ser recatada implica vestir con elegancia, de forma alegre, casual y juvenil, por supuesto, pero sin confundir a los demás haciéndoles creer que tu cuerpo está en exhibición por si a alguien se le antoja. El pudor es propio de la persona humana; los animales no lo tienen, y es por eso que hacen en público sus funciones íntimas. Nosotros protegemos lo que más vale, nuestra intimidad.

Pudor no es miedo a exhibir el cuerpo, sino respeto a su alta dignidad. Desde ahora, reserva tu cuerpo para entregarlo al hombre de tu vida, a aquel que sea capaz de dar la vida por ti, el que te ofrezca matrimonio y anhele formar una familia a tu lado. Exclusivamente a él, porque será quien merezca tan alto regalo.

Dices que fuiste a un baile vestida como la mayoría. No quieras ser como la mayoría que es mediocre; sé única, cristiana auténtica, de una pieza; que se note que eres hechura del Rey del Universo.

¿Quieres ser plenamente feliz?: ¡honra a tus padres! Dios no miente y nos promete, en el Cuarto Mandamiento, que tendremos larga y feliz vida quienes respetemos y demos honor a nuestros papás. ¿Quieres el respeto de tus hijos en el futuro? Respeta hoy a tus papás.


Y a las madres: consideremos que es excelente querer transmitir valores de Fe, pero hagámoslo al modo de Dios. Es importante lo que digamos, pero mucho más importante la forma en que lo digamos. Nuestros hijos no necesitan nuestros gritos y ofensas, sino nuestra comprensión, cariño y orientación con amor.


Como padres, cultivemos la verdadera devoción al Sagrado Corazón de Jesús; esto nos ayudará a educar sabiamente. Una de sus promesas es otorgarnos las Gracias necesarias para dar lo mejor en nuestro estado de vida.


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