lunes, 5 de mayo de 2014

Alfabetizar en las emociones, un reto en la educación escolarizada

Las bases de la formación


Relevante participación tuvo una Académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, invitada al XXI Simposio sobre Educación que se llevó a cabo en el ITESO, donde reflexionó sobre la alfabetización emocional que los Profesionales de la Educación deben otorgar a sus alumnos.


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Coordinación de Prensa y Difusión, ITESO


En su Conferencia “El desafío del aprendizaje socioemocional en el contexto escolar”, Neva Milicic Müller, Doctora en Psicología por la Universidad de Gales, aseguró que en la mayoría de los programas educativos el desarrollo emocional se plantea como un factor preventivo de conductas antisociales como el alcoholismo, el suicidio, la drogadicción o el bullying, pero el enfoque socioemocional, comentó, puede ser menos prevención y más promoción.

“La emoción es lo que mueve a hacer. Su objetivo es elevar el papel de las emociones en la educación”, bromeó, sugiriendo que la educación emocional es el pariente pobre de la educación cognoscitiva, y se divide en la práctica.



Tenemos que crear un entorno de aprendizaje para el niño para que sea capaz de visualizar sus fortalezas”.



FORMACIÓN PARA SER MEJORES
“La infancia es la casa que habitas el resto de tu vida”, señaló la Académica, para enfatizar que es en la educación básica y antes de los ocho años cuando existe mayor neuroplasticidad en el cerebro. Por lo tanto, es decisivo todo aquello que los maestros enseñan en la educación primaria.

“El niño necesita una visión de futuro posible, y comienza por aquello que se dice sobre sí mismo; la escuela es un entorno en el que puede autodescubrirse, siempre y cuando se le proporcione el espacio de confianza, que le permita visibilizarse. Los profesores son quienes pueden proporcionar los motores de acción que le den una visión positiva.

“Cada niño tiene un cerebro que es único; uno tiene que darle a cada cerebro el nicho ecológico que necesita”, aclaró. Esto implica no castigarlo privándolo de aquello en lo que es bueno, para que mejore otra área; es decir, si el pequeño es bueno en futbol, no hay que privarlo de jugar hasta que logre dominar otra área como la Aritmética.



Tener un buen nivel de desarrollo emocional crea vínculos positivos consigo mismo, con otros y con el mundo”.



LAS AULAS SON UN CONTEXTO SOCIAL
No sólo se trata de la autoconciencia de sus habilidades y valores; también es importante que lo reconozca en otros. La Doctora opinó que un niño incapaz de leer la situación emocional de otros, puede hacer mucho daño; cuestiones de bullying y comportamientos antisociales pueden ser algunas de las consecuencias. Se trata de formar personas capaces de movilizar emocionalmente, capaces de hacer algo con los sentimientos del otro, y no solamente de ponerse en sus zapatos.

El que los maestros propicien entornos en los que los niños puedan expresarse y se sientan visibles, crea un apego organizado y permite que se generen vínculos que trasciendan la educación.

La Académica sugirió dinámicas de juegos, actividades físicas e interacción en grupo, ya que medir las interacciones con otros, agudiza su sensibilidad hacia los otros, tanto física como emocional.

“Los niños aprenden jugando; el juego es el vehículo normal de comunicación, […] cuando se mueven y juegan, quedan más conectados consigo mismos”, dijo.

Destacó también la lectura y las películas como valores educativos, así como el aprendizaje de sus pares; nadie le enseña más a un niño que otro niño, recalcó.

La escuela puede convertirse para el niño en una experiencia positiva y un lugar de protección. Favorece la apertura emocional, incluso para detectar problemas emocionales o malos tratos en casa. Es importante, destacó, que los niños se sientan lo suficientemente seguros para mostrar su vulnerabilidad.

Con el desarrollo de inteligencia emocional en la educación, los niños pueden desarrollar habilidades de comunicación e integración social, las cuales los hacen tener conciencia de sí mismos y de los demás, y sobre todo, destacó la Doctora Milicic, podrán enfrentar situaciones personales -tanto positivas como negativas-, como oportunidades. Y como profesores, la responsabilidad está en guiarlos a ello.


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