Lupita:
En mi colonia hacemos unos festejos hermosos a la Virgen María en el mes de mayo, le llevamos flores, nos vestimos de blanco, le rezamos el Rosario y todo eso. Yo soy católica de tradición, pero no sé mucho de las cosas de Dios y de la Virgen. Estuvieron de visita unos testigos de Jehová y me dijeron que María no era Virgen, que nosotros la adoramos y que eso no lo quiere Dios. Yo no les creía, pero me sacaron citas de la Biblia y luego vi en mi Biblia y sí estaban esos textos. Quedé confundida y sé que algo de lo que dijeron no es correcto, pero no sé cómo defenderlo. ¿Me ayudas?
Ma. del Socorro A.
QUERIDA SOCO:
La Iglesia dedica el mes de mayo a la honra de María. Nos invita a conocerla, a imitarla y, sobre todo, a amarla. La Madre de Dios es Reina del Universo y Madre nuestra.
Ciertamente, una de las diferencias que tenemos con nuestros hermanos separados es esta veneración que ofrecemos a la más bella de las criaturas: María.
Nos llaman, incluso, idólatras, pero es que no conocen a fondo las tres categorías de culto que tenemos los católicos:
1- Latría. Ésta es propiamente la adoración que se rinde exclusivamente a Dios. La palabra, griega de origen, significa servicio a un Amo, al Señor Soberano.
2- Dulía: Este culto se tributa a los Siervos de Dios. La palabra griega es doulos, que quiere decir servidor o servidumbre. Estos Siervos son los Ángeles y los Santos. Nosotros nos encomendamos a ellos, pero jamás los adoramos. Sus imágenes los representan y las tratamos con el debido respeto y cariño, no porque ellas tengan poder alguno, sino sólo porque nos recuerdan quiénes son, cuáles son sus virtudes y porque contamos con su ayuda en nuestras necesidades.
3- Hiperdulía: Es la veneración especial. Designa un nivel superior al de la palabra “dulía”. Es el culto debido sólo a la Virgen María, quien es superior a todos los Santos, pero no a Dios. No la adoramos. La amamos y tratamos con la delicadeza y amor con que lo hizo Jesucristo. Manifestamos nuestro sentir hacia Ella con oración, con flores, y también tratando de imitar sus virtudes. Nuestra Madre se distingue por su humildad, docilidad y prudencia, además de haber vivido en forma heroica las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad.
Los Evangelios nos la presentan como poderosa intercesora y nos dejan ver que sus deseos los hace propios Nuestro Señor Jesucristo. Por este motivo acudimos a Ella confiados. ¿No vamos a mostrarle este culto? ¡Es lo menos que podemos hacer! Vamos, pues, a participar como familia en las tradiciones marianas de este mes:
A) Ofrecer flores a la Virgen
B) Reflexionar acerca de los principales Misterios de nuestra Madre: Anunciación, Visitación, Nacimiento de Cristo, Presentación del Niño, las Bodas de Caná, María al pie de la Cruz.
C) Recordar sus Apariciones (Guadalupe, Fátima, Lourdes).
D) Meditar los 4 Dogmas: Inmaculada Concepción, Maternidad Divina, Virginidad Perpetua y Asunción a los Cielos.
E) Rezar las oraciones dedicadas a Ella: Angelus, Regina Coeli, Consagración a María y Rosario.
No discutamos con nuestros hermanos de denominaciones cristianas. Antes bien, demostrémosles con caridad que coincidimos con ellos en que el culto de Adoración solo se debe a Dios. Y como no somos huérfanos espirituales, a nuestra Madre le ofrecemos la más alta veneración, tal como Ella misma lo profetizó: “Me llamarán Bienaventurada TODAS las generaciones” (Lc.1, 48).
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