Vocación y Martirio, un binomio de privilegio
Juan Esteban Hernández Zepeda, 1º de Teología
Con motivo de la Fiesta de los Santos Mártires Mexicanos, que se celebró el reciente miércoles 21 de mayo, queremos enfatizar una de las experiencias más preciadas para el Cristianismo: la del Martirio. Nuestro Seminario, año con año, celebra una Misa Solemne en la Capilla provisional cercana al que será el Santuario de los Mártires, en el Cerro del Tesoro, mas es muy importante conocer lo que nos mueve a vivir con intensidad esta Fiesta, no sólo en comunidad como hermanos Seminaristas y con la presencia de nuestros Padres Formadores, sino también con el acompañamiento de muchos otros Sacerdotes de distintas Parroquias de nuestra Arquidiócesis, que van entregando su vida en un martirio incruento y silencioso, por amor al Pueblo de Dios.
EL MARTIRIO, UNA EXPERIENCIA ANTIGUA Y NUEVA EN LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO
“Testimonio” es el significado original de la palabra, de origen griego, ‘martirio’, que indica el testimonio que llega hasta el derramamiento de la misma sangre por la propia Fe en Dios y en Jesucristo como Señor y Salvador. El Martirio ha sido visto, desde siempre, como una realidad presente y vital en la vida de la Iglesia. Desde el tiempo de los Apóstoles se ha vivido fuertemente la conciencia de que estar bautizado, ser cristiano, puede frecuentemente significar el seguimiento de Cristo en su Pasión y Muerte de manera también física y real.
LA GRACIA DEL MARTIRIO
“Cristo vive en el Mártir”. Así lo han percibido desde los primeros tiempos los Escritores cristianos: Nuestro Señor Jesucristo se hace presente en el Mártir, no sólo en el momento en el que ofrenda su vida, sino también después de su muerte. El Mártir no es un ‘héroe caído desde el Cielo’; es una persona nacida de la tierra, pero que se ha dejado abrazar por la Misericordia y la Gracia de Dios.
El entonces Cardenal Joseph Ratzinger (hoy Papa Emérito Benedicto XVI) escribió: “Un cristiano, gracias a su experiencia del Señor Resucitado, está llamado a ser para los demás un punto de referencia”. Un creyente que se deja formar y conducir en la Fe de la Iglesia debería de ser, con todo y sus debilidades y dificultades, una ventana para la Luz del Dios viviente.
En estos tiempos se necesitan nuevos Mártires que entreguen su propia vida para dar testimonio; es por eso que los Seminaristas, después de haber tomado la decisión libre de seguir a Jesús más de cerca formándonos en el Seminario, nos esforzamos, cada vez con mayor intensidad, en configurarnos con Cristo, para ser punto de referencia para los demás, como lo hicieron nuestros Santos Mártires Mexicanos que entregaron su vida exclamando: ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe!
Ahora, se necesitan nuevos Mártires de Cristo que estén dispuestos a desgastar su existencia sirviendo a los demás. Cada cristiano está llamado a ser testigo del Resucitado para dar testimonio de Él con su propia vida y servir de ejemplo para sus hermanos.
Se requieren jóvenes dispuestos a ofrecer toda su vida al Señor; así que, si tú sientes el llamado, ven y fórmate con nosotros y descubre lo maravilloso de la Vocación Sacerdotal y del Martirio, porque ¡Cristo Rey quiere hacernos sus cristos!
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