jueves, 6 de octubre de 2016

Orar con la Palabra de Dios

Un método saludable

“Pongan por obra la Palabra y no se contenten sólo con oírla, engañándose a ustedes mismos” (St 1,22).

Sagrada Escritura 2

Pbro. Adrián Ramos Ruelas

Una de las formas más extendidas y cada vez más promovidas de hacer oración es hacer uso de las Sagradas Escrituras. Gracias a la facilidad de tener a la mano una Biblia (muchos tenemos más de una en casa), podrá hacerse un momento óptimo de oración.
El modo clásico y metódico de acercarnos a la Palabra de Dios es la Lectio Divina. Muchos de nuestros Santos Padres han inundado sus escritos con citas bíblicas. Estaba tan presente la Sagrada Escritura en su Magisterio que, seguramente, eran expertos en la oración a partir de los textos leídos. Así, encontramos a San Juan Crisóstomo, llamado “Boca de Oro”, porque era elocuente al pronunciar sus Homilías; a San Gregorio Magno y al mismo San Jerónimo, traductor de las Escrituras en Tierra Santa. La tradición monástica (de los Monjes y Monjas) ha conservado este rico patrimonio de espiritualidad, que llega hasta nuestros días con éxito y fruto.

Pasos de la Lectio Divina
Cuatro son los pasos que completan esta metodología. A continuación los explico brevemente:

1. LECTIO: Es la lectura misma del texto sagrado. Se toma un fragmento de cualesquiera de los 73 Libros contenidos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Se lee con detenimiento, con claridad, y hasta se puede releer, buscando entender el contexto, la Historia, la Geografía, la ubicación de los personajes y sus acciones. La pregunta que nos ayudará es: ¿Qué nos ha dicho el Espíritu Santo en el texto bíblico, en sí mismo?

2. MEDITATIO: Este segundo paso nos permite comenzar a saborear; es decir, encontrar la sabiduría contenida en las palabras leídas. Es como degustar un rico platillo. En esta parte buscaremos obtener el máximo provecho y aplicación a nuestra situación personal. La pregunta de apoyo es: ¿Qué nos dice el texto bíblico a nosotros, hoy?

3. ORATIO: Es el momento propio de la oración bíblica. Es buscar dar una respuesta al texto leído. Es dialogar con Dios. Pedirle que nos ayude a vivir de la Palabra regalada. Pregunta que ilumina: ¿Qué decimos nosotros del texto como respuesta a esta Palabra concreta que se nos ha dado?

4. CONTEMPLATIO: Es el paso cúspide de esta experiencia de encuentro. Es, en sí, disfrutar la relación de Amor entre Dios a quien se ora y el orante. Es el momento de la acción de gracias por esa unión. Es la celebración del amor, que mueve al compromiso. Es la ratificación de la fidelidad que se traducirá en la acción concreta. Es la disposición a encarnar la Palabra. Pregunta iluminadora: ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?

Hay quienes señalan un quinto momento, sin duda el más importante, pero que toca a la acción concreta; es decir, la puesta en práctica de la Palabra saboreada: la ACTIO. De nada serviría deleitarse con la amorosa Palabra de Dios, si al final se le deja sin fruto.
El Padre Salvador Carrillo Alday nos dice que la Palabra de Dios no nos invita solamente a una conversión de vida; nos urge tender hasta la plenitud de nuestra vida en Cristo, hacia la santidad, mostrándonos el camino para una unión profunda con Dios
Conviene recordar, fielmente, que el protagonista de este trabajo, más que el mismo sujeto ejercitante, es el Espíritu Santo que inspira, ilumina, dirige y hace que el fruto de este trabajo sea provechoso, pues Él mismo es el que ha motivado a los autores, hombres de carne y hueso, a escribir esta Santa Palabra. Por lo tanto, conviene invocarlo constantemente. Ahora sí, a sumergirse en esta fuente de espiritualidad, basada en la Sagrada Escritura. ¡Provecho!

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